Antes de la invención de la imprenta, la circulación de los textos dependía exclusivamente de la labor de los copistas, cuyo trabajo realizado desde el completo anonimato fue imprescindible para que gran parte de los textos que nos han sido legados desde la antigüedad estén al día de hoy disponibles para el lector.
Ahora bien, el trabajo de los copistas no era desarrollado desde la soledad, sino que al contrario, era realizado en determinados centros culturales que respondían a la necesidades intelectuales y políticas de su momento. Así los monasterios ocuparon un lugar fundamental dentro del mundo medieval, y se congregaban tras sus muros, no sólo clérigos regulares sino también clérigos seglares, que iban justamente a aquellos sitios en busca de los antiguos tesoros de la cultura.
La enseñanza medieval
Carlomagno (s. VIII), rey franco, devenido emperador, coronado en Roma, era admirador del universo romano, y al mismo tiempo, gran católico preocupado por el estado de la iglesia institucionalmente hablando. Así puso un enorme énfasis en hacer de su reinado un espacio y un ejemplo de la renovación de la cristiandad occidental, no sólo unificando la ritualidad católica que en aquel momento funcionaba de manera distorsionada, sino también creando una escuela palatina en la que los mejores intelectuales europeos de su tiempo estuvieron presentes, como Alcuíno.
La enseñanza medieval se dividía en dos ramas, el Trívium (tres vías) y el Quadrivium (cuatro vías). El Trivium comprendía a las disciplinas correspondientes: gramática (sobre la lengua), dialéctica (sobra la razón) y retórica (sobre las figuras). Por su parte el Quadrivium a correspondía a la enseñanza de: aritmética, música, geometría y astronomía.
Ese lugar fue ocupado después por los medios de prensa y el sector editorial, y así como los monasterios tenían su regla, los medios de prensa tienen su tendencia
Sin embargo la escuela palatina de Carlomagno alcanzará notoriedad histórica a partir del trabajo desarrollado en su sriptorium (lugar exclusivo de trabajo de los copistas). Según historiadores y filólogos todos los textos que desde la antigüedad lograron llegar hasta la biblioteca de esta escuela, lograron salvarse de las imprecisiones e injusticias del tiempo, gracias al trabajo de archivo organizado por Alcuíno. De ese modo la escuela se convertiría en un centro neurálgico de la nueva romanidad, y hasta podríamos afirmar que en ese espacio se produjo una transformación que dio lugar a nuevos modos de entender y desarrollar la escritura y la lectura, como por ejemplo, la separación entre las palabras, la lectura silenciosa, y la invención de las letras minúsculas, pues hasta este momento sólo se escribía en mayúsculas.
Si estudiamos la evolución de la escritura, podemos ver que en el período grecolatino, la escritura era “continua”, esto quiere decir que en los textos redactados durante aquel momento no había espacios entre las palabras, por lo que el modo de escritura y de lectura era diferente.
La lectura de estos textos escritos de forma continua se realizaba en voz alta, nadie leía entonces, en silencio. Y esto era así, pues al estar las palabras todas unidas unas a las otras, el único modo de separar las mismas era llevando el texto a la voz para poder diferenciarlas. Existe una historia contada por San Agustín en sus Confesiones en la que afirma la sorpresa que le causaba Ambrosio leyendo en silencio:
“Cuando leía [Ambrosio, obispo de Milán] sus ojos corrían por encima de las páginas, cuyo sentido era percibido por su espíritu; pero su voz y su lengua descansaban. A menudo, cuando yo me encontraba allí, pues su puerta no estaba jamás prohibida a nadie, entrando todo el mundo sin ser anunciado, lo veía que estaba leyendo en voz muy baja y jamás de otro modo.”
“Cuando leía [Ambrosio, obispo de Milán] sus ojos corrían por encima de las páginas, cuyo sentido era percibido por su espíritu; pero su voz y su lengua descansaban”… San Agustín en Confesiones
La escuela palatina de Carlomagno sirvió de ejemplo a muchos monasterios o abadías que en siglos posteriores alcanzarían gran renombre, generando una cultura de la copia, del rescate de los antiguos textos, transformando definitivamente en nuestra occidentalidad los modos de lectura y escritura. No hubo cambio más trascendente en éste ámbito propiamente hablando, que los efectuados en este período, hasta la llegada de la imprenta.
A partir de la invención de la imprenta (siglo XV) y su rápida aplicación, muy poco tiempo pasó para que llegaran a desarrollarse los primeros medios de prensa escrita como el Nurenberg Zeitung, que se publicó en Alemania en 1457.
¿Cuál es el punto de conexión entre la prensa y los monasterios?
Los monasterios estaban regulados por una regla, como la regla de San Benito de donde nace la orden benedictina, la regla estaba escrita, o sea era un codex (libro medieval), donde se formulaban las ideas esenciales de la orden como el famoso “ora et labora” (Ora y trabaja). El trabajo justamente al que se dedicaban los monjes aparte de las labores agrarias y domésticas cotidianas, era la copia de textos, por lo tanto la confección de códices, los cuales muchos engrosarían los anaqueles de la biblioteca, pero muchos otros eran vendidos, pues estamos frente a una cultura y una religión en la que el libro ocupa un lugar fundamental, y en consecuencia, las ideas asociadas a ellas, y había un consumo importante por parte de los clérigos, los cuales demandaban cada vez más códices.
La escritura siempre tuvo una función política y una función pública. Y podemos decir que el lugar ocupado por los monasterios medievales pasó en la modernidad no sólo a la editoriales, sino también y quizá hasta con más vínculo social, a la prensa, llegando en el período a actual a una expansión y proliferación nunca antes vista de medios de circulación de textos.
Si del monasterio medieval salían los libros, los últimos avances científicos (ver Monasterio de Ripoll, Cataluña), y era el sitio al que acudían los juglares y trovadores en busca de materia prima para sus relatos, estamos en condiciones de afirmar que era el principal medio por el que la información circulaba hacia el público. Ese lugar fue ocupado después por los medios de prensa y el sector editorial, y así como los monasterios tenían su regla, los medios de prensa tienen su tendencia.
Podemos decir que el lugar ocupado por los monasterios medievales pasó en la modernidad no sólo a la editoriales, sino también y quizá hasta con más vínculo social, a la prensa
Sin embargo con el desarrollo de las tecnologías digitales, volvieron a alterarse los modos de lectura, pasando del papel a la pantalla, generando una crisis en los medios de prensa escrita e impresa, y en pequeñas editoriales que fueron acaparadas por los grandes grupos económicos del sector.
Aun así nunca ha sido más necesario y más heroico llevar adelante un proyecto de éstas características, como sucede con este Semanario, pues como afirmaba Rodó la prensa refleja la libertad en el debate de las ideas, donde se congregan las voces dispersas en una luz común. Más aún en el momento actual donde la globalización y los grandes Medios muchas veces acaparan la opinión pública, vertiendo un ideario con el que tenemos todo el derecho de estar en acuerdo, en desacuerdo o simplemente matizarlo.
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