Decíamos ayer en La Mañana
Información telegráfica mundial
25 de junio de 1935
“Es unánime el sentimiento de pesar que causa la desaparición del cantor uruguayo, cuya popularidad era tan grande como la simpatía que despertaba”. Así La Mañana se hacía eco de la muerte de Carlos Gardel, “el cultor máximo de la canción criolla”, que se produjo en un trágico accidente de aviación en Medellín (Colombia). Esto ocurrió cuando el avión en el que viajaba Gardel pretendió aterrizar en el campo de aviación de Medellín, estrellándose contra un trimotor de la compañía S.A.C.O. De acuerdo con las primeras informaciones que se recibían desde el suelo colombiano, “las que no incluyen muchos detalles”, diez personas resultaron muertas, contando a tres guitarristas y el gerente de la Compañía Cinematográfica Universal en Bogotá, el señor Swartz.
El 25 de junio de 1935, día posterior al infausto evento, las páginas de La Mañana estaban impregnadas de congoja y de destaque de su trayectoria. Se expresa con meridiana claridad en repercusiones como el gran titular: “El Tango se anudó anoche una golilla negra, y perdió, llorando, su fama de guapo”. Está acompañado de una imagen del cantor y, a su lado, algunas caricaturas señalan, con textos, que “cuando era todavía un muchachito y trabajaba de utilero, ya tenía adentro el alma del tango” y que “junto con (José) Razzano, se perfeccionó en el arte de cantar la tristeza criolla”. También mostraban la aclamación de las multitudes: “¡Sos un fenómeno, Carlito!” o “¡Ah, sos un divino!”.
“La vida andariega de Carlitos” abarcó, a su vez, la participación en el cine, cuya figura “se impuso a todos los públicos y en el Río de la Plata, como en el Pacífico o en el Norte o Centro de América, España, México y Cuba”. Él “siguió siendo el ídolo, el más firme sostén de la cinematografía hablada en español”. No obstante, en la cobertura, el periódico reconocía que “no siempre su actuación satisfizo, hasta se llegó a criticarle que prestara su aprobación a argumentos o aspectos indignos, donde la vida uruguaya o argentina se presentaba con esa tan curiosa visión que los yankees tienen de estos países pero, artista consciente, fue afirmando su personalidad y cada vez su labor se completó con nuevos artistas, que enriquecían su temperamento singular”.
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