El Dios de Bergson. A. Wautier D ´Aygalliers. LUMINAR. REVISTA DE ORIENTACIÓN DINÁMICA. Otoño de 1938. México.
A mediados del siglo pasado surgió bajo la égida de Báez Camargo una publicación radicalmente original en México. Era la Revista Luminar, que estuvo centrada en la difusión del pensamiento cristiano desde una perspectiva ecuménica; esto es de encuentro de personas de fe, más allá de ortodoxias. Báez Camargo, un cristiano evangélico, asumió el seudónimo de Pedro Gringoire para figurar como director, en honor al personaje de Victor Hugo en su obra “Nuestra Señora de París”. Dicho personaje encarna el arquetipo del filósofo, por lo cual fue un acierto como insignia de una publicación centrada en la búsqueda de la Verdad. Y este número monográfico dedicado a la figura señera de Henri Bergson cumple con creces dicho desafío. Es así que se dan cita en sus páginas textos tanto de teólogos católicos como de protestantes y, asimismo, aproximaciones tanto desde el punto de vista biográfico y vivencial como de fuerte impronta filosófica.
Henri Bergson (1859-1941) fue laureado con el Premio Nobel de Literatura, pero para aquilatar su trascendencia es necesario rememorar su formación como matemático y físico, siendo asimismo el gran filósofo que se levanta contra los desbordes del positivismo en su imposición soberbia de cierto materialismo y de un muy infundado optimismo. Dicho de otro modo, Bergson fue el científico y filósofo centrado en recuperar la centralidad de lo divino en un contexto en el que lo teológico se consideraba una etapa a ser superada. Al decir de Wautier: “Toda la obra de Bergson, en efecto, tiende a repudiar esas morales y esas metafísicas sin Dios que ha multiplicado el pueril optimismo del siglo XIX. Acontecimiento de considerable significación es, de seguro, que una voz tal, venga a asegurarnos que nada puede explicarse sin Dios y que las afirmaciones del cristianismo hallan su prueba no solamente en el hombre sino también en la Naturaleza, experimentalmente interrogada”.
Asimismo, Bergson, de origen judío y con raíces muy orgullosamente asumidas, a lo largo de su vida fue teniendo un creciente interés en la ética católica. Algo que registra su testamento: “Mis reflexiones me han conducido de más en más, cerca del catolicismo, donde veo la culminación completa del judaísmo.” Es así que solicita un sacerdote para sus exequias, planteando nuevamente su adhesión moral al catolicismo.
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