El 29 de mayo de 1799, Lippmann Moyse contrae matrimonio con Debora Auerbach. El matrimonio se separa, y Debora, obligada por su condición de judía a registrar su estado civil y a adoptar apellidos y nombres fijos, mantiene los suyos, declarando para el de sus cuatro hijos (tres niñas y José) el de Büschenthal, que ya había adoptado su distante marido.
Mientras por estos lares se creaba el Estado Oriental, José Büschenthal aparecerá en Brasil con sus veintiocho cumplidos, contrayendo matrimonio con la -veinteañera, dirá Juan Carlos Pedemonte, pero tenía solo trece-, segunda hija de los barones de Sorocaba: María de la Gloria de Castro Delfim Pereira -como aparece citada en algunas fuentes-.
Parece que no fue un buen negocio para los brasileños el casamiento porque dos años después con motivo de «una ruidosa quiebra», dice Fdz. Saldaña el matrimonio ya estaba en París y de ahí a Madrid, donde María terminará radicándose.
Las cruces
En 1833, la muerte de Fernando VII transforma a su viuda en Regente de España. Su gestión fue controvertida en varios aspectos, desde sus amores hasta sus negocios. «Con la reina María Cristina [de Borbón] como regente […] se favorecen los negocios especulativos y se atraen capitales extranjeros. En Madrid, invierte parte de su fortuna la propia reina a través de su hermano y de su banquero Carriquiri, además de Buschenthal, los representantes de los Rothschild en Madrid, etc. Desde 1835 aparecen las vinculaciones de la reina con los Rothschild como prestamistas del estado español, que continúan su hija y su nieto, señala la historiadora española Ma. del Carmen Simon Palmer.
En ese contexto se explica cómo Buschenthal recibe la condecoración de Caballero Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, que parece haber impresionado tan fuertemente a Justo José de Urquiza. La misma que años después, otra Regente María Cristina [de Habsburgo], concedió a nuestro Juan Zorrilla de San Martín por méritos distintos.
A todo esto, Buschenthal «en una nueva bancarrota […] hubo necesidad de alejarse de España para sentar sus reales en París», sigue Saldaña. En la capital francesa le presentan a José L. Ellauri, que estaba gestionando un préstamo para el Gobierno de la Defensa. En 1849, Buschenthal ya cree que debe conocer el Río de la Plata convirtiéndose en banquero de la Confederación Argentina. Parece haber sido un individuo muy influyente, porque dicen que el ministro de Hacienda de Urquiza, lo recibía con lentes oscuros porque no podía sostenerle la mirada.
Un legado
Radicado en el Estado Oriental, José, que ya había perdido la crema sobre la u, ahora pierde la h y pasa a ser simplemente el Buschental que conocemos.
Como María quedó en Europa, el matrimonio vivía en lo que Fdz. Saldaña define como «una especie de tácita y amigable separación». De todos modos, uno de los frecuentes viajes que José hacía al viejo continente fue aprovechado para hacer testamento. El documento, firmado en París el 17 de noviembre de 1857, se encuentra generosamente disponible en la Web del Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Se trata de un testamento mutuo, obviamente con la intervención del cónsul español y varios testigos. La pareja no tenía herederos forzosos de modo que los mueve el deseo de mitigar «la agitación que es tan natural en el momento solemne de la separación de nuestros espíritus de los bienes de la tierra», agregando problemas económicos.
José declara ser hijo de «don L. M. Buschenthal y de doña Debora Auerbach» y, coquetamente -era rápido para las cuentas- se saca un par de años. Acusa cincuenta y tres cuando tenía cincuenta y cinco. La señora Buschental «Dama Noble de la Real Orden de María Luisa», pasa a llamarse «Da. María Benedicta Pereira […] natural de Rio Janeiro […] hija legítima y de legítimo matrimonio de los Excmos. Señores Barones de Sorocaba, difuntos y de cuarenta años de edad». Salvo que haya aplicado descuento al modo de su marido el prestamista, tenía trece cuando casó con José, cosa que era usual en la época.
Fernández Saldaña testimonia un nuevo testamento otorgado en Montevideo «ante el escribano Francisco Araúcho el 24 de marzo de 1869, [donde] doña María era declarada heredera universal».
No sé si llamar amor a la preocupación del banquero por la suerte futura de su consorte, pero indudablemente la tenía. Ello no le impedía mantener una relación íntima con una dama que Saldaña menciona sugestivamente como «Orfilia, “la del cuerpo de culebra”», que habitaba dentro del predio ocupado por la Quinta del Buen Retiro una casa que es actualmente sede del club deportivo Stockolmo.
Memorias y olvidos
A mediados de 1870 emprendió el último de sus viajes. «Estuvo con la baronesa como siempre “en el encuentro europeo”, (María de la Gloria tenía 39 años)», dice Juan Carlos Pedemonte, sin tener en cuenta que se casaron en 1830 y que de tener treinta y nueve años en 1870 habría nacido en 1831, es decir que se casó nonata. Como fuere, murió en Londres como podía haber sido en cualquier otro lado atento a su vida trashumante.
¿Cuál fue el aporte de Buschental al Uruguay? Construyó hoteles, molinos, su quinta del Prado, compró una estancia en San Javier, un frigorífico a orillas del Santa Lucía… Emprendimientos comerciales que le reportaron un alto nivel de vida.
Don Antonio N. Pereira que tampoco tuvo hijos, legó una porción del terreno de su propiedad para la construcción de un paseo público hoy parte del Parque Batlle. Su nombre no lo recuerda ni un pasaje vecinal. El Dr. Gabriel Terra impulsó la represa, cuyo nombre le ha sido retirado en un claro acto de damnatio memoriae, por el gobierno anterior. En Treinta y Tres hay un enorme símbolo comunista clavado en el suelo de la Patria.
¿Por qué tiene Buschental una avenida con su nombre? Curiosidades de un nomenclátor tantas veces hemipléjico…
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