El Espíritu Nuevo. La Iglesia y el siglo. Tendencias, conveniencias y razones de la conciliación de ambos. Pastoral del Exmo. Sr. Arzobispo Dr. D. Mariano Soler. Montevideo, 1898.
Habitualmente, sumergidos en una cultura que más que laica es laicista, queda invisibilizado el rol trascendental de la Iglesia Católica en la forja de la nación uruguaya. Una figura clave para entender las postrimerías del siglo XIX fue el primer Arzobispo uruguayo, Mariano Soler (1846-1908) que, asimismo tuvo una señera actividad como parlamentario, científico, teólogo e intelectual.
Eran épocas en las cuales los círculos racionalistas imbuidos por el positivismo veían a la religión como una rémora próxima a desaparecer de la faz de la sociedad. En el vértigo de la revolución científico tecnológica y en el estallido social, la Iglesia asume superar la dicotomía ciencia versus fe bajo el impulso de las diversas Encíclicas promulgadas bajo Leon XIII.
Ese es el sentido de la labor de Soler; levantar una voz clara frente a los diversos ataques y embates que sufría la Iglesia, polemizando con un extenso arco de oponentes desde la masonería hasta el socialismo, pasando por las visiones extremas de los evolucionistas, los protestantes signados por el relativismo moral y los abanderados de una educación avalorativa.
En la encrucijada del novecientos, Soler nos recuerda que siglos antes Roma se yerguia como el poder en su máxima expresión, pero bastaron los Apóstoles para cambiar el signo de su tiempo. Y esto es llevado a su época, nuestra época, para entender que fuera del Cristianismo no hay salvación para la humanidad.
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