El Hotel Colón, también llamado Palacio Gandós, alberga hoy en día la sede de la representación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Uruguay. El hermoso edificio de estilo francés ubicado en la esquina de las calles Rincón y Bartolomé Mitre está precedido de una larga historia en la que figuró como uno de los hoteles más lujosos de la ciudad, a la altura de los mejores establecimientos europeos del ramo.
Para hablar de su historia debemos remitirnos a la de su fundador, don Leoncio Gandós, un esforzado inmigrante y preclaro hombre de negocios que, en el año 1908, en medio del esplendor de su actividad decidió dar un salto empresarial y ampliar el rumbo de sus negocios. Adquirió el terreno frente a su comercio, la estupenda esquina de la acera norte de la calle Rincón y Bartolomé Mitre, encargando al arquitecto francés Basset la confección de los planos de un edificio de doble propósito: local de comercio para ferretería en la planta baja y el subsuelo y hotel de lujo en los superiores.
Las obras dieron comienzo en el año 1909 y el edificio fue solemnemente inaugurado en diciembre del año siguiente.
Tan hermoso y esbelto resultó que, a la usanza de la época, fue conocido como el Palacio Gandós, sumándose a la categoría de otros renombrados edificios que merecían el apodo como el Taranco, el Jackson y el Golorons que se levantaban en el panorama urbano.
Con claro sentido multipropósito en la planta baja, subsuelo y entrepiso, trasladó la Ferretería Gandós, con ingreso por la esquina de Bartolomé Mitre y Rincón, mientras que los pisos restantes con entrada por la calle Rincón estaban destinados al Gran Hotel Colón.
El lujo de aquellos tiempos de guerras y entreguerras mundiales no solo se verificó en la edificación sino también en el mobiliario, la vajilla, los cortinados y objetos de la decoración los fueron adquiridos directamente en Europa por uno de los hijos del dueño, el joven Rodolfo Gandós.
A lo largo de una trayectoria de casi 60 años el Hotel Colón convocó huéspedes de varias nacionalidades y todas las clases sociales, desde embajadores y diplomáticos hasta una comentada sobrina de la reina Victoria de Inglaterra en los primeros y lujosos años, hasta albergar a pensionistas estables y ocupantes precarios en los últimos y decadentes años. En ese sentido, es posible decir que el declive de su clientela puede servir de modelo para analizar el deterioro de la Ciudad Vieja en general que, sobre principios de 1900, era la zona más selecta de Montevideo y que luego fue decayendo y pauperizándose a partir de los cuarenta para caer en declive hacia los setenta. Para, esperemos con esperanza, resurgir de sus cenizas, como parece estar ocurrir en los últimos años.
La lista de los huéspedes famosos, que hemos podido obtener, hace relación con visitantes ilustres de la época de oro, cantantes y músicos como Enrico Caruso, Arturo Toscanini, Tita Rufo, Gino Becchi, la soprano Galli Curci, el tenor Giacomo Lauri-Volpi y el famoso Tito Gobbi.
También se hospedaron actores de las revistas que nos visitaron como Sofía la Negra Bozán, el genial Paquito Busto, Florencio Parraviccini y Santiago Arrieta, entre otros miembros de la farándula porteña.
Y, no podía ser menos, también Carlos Gardel se hospedó en varias oportunidades, se dice que siempre en la pieza número 1 aunque, como pasa con muchas de las situaciones gardelianas, no haya seguridad en cuanto al número de la habitación ni a la fecha de su hospedaje.
En otro orden de cosas, también se hospedó Alfredo Palacios, el político argentino fundador del Partido Socialista.
Y hasta, para alegrar las paredes, se cuenta que la Troupe Ateniense, con el inefable Víctor Soliño a la cabeza, amigo de la casa y oriundo de Bayona como don Leoncio, ensayaron sus canciones en alguno de sus patios.
El hotel, de lujosas 75 habitaciones con antesala privada, estuvo de moda y fue un ámbito ideal para que las parejas de recién casados de la más alta sociedad pasaran la luna de miel en sus suntuosas habitaciones. Tan romántica referencia la corroboramos al encontrar en un remate de muebles que habían pertenecido al hotel, varios papelitos escondidos en los barrotes de las viejas camas de bronce con frases de encendido amor eterno. Algunas con firmas de reconocidas personalidades de la historia nacional.
Hacia la década de 1940 comenzó el largo proceso de su declinación, que acompañó poco a poco al proceso general de deterioro que afectó a la Ciudad Vieja.
En nuestro archivo conservamos algunas guías y publicaciones con publicidad del Gran Hotel Colón. Entre ellas destaca el aviso que aparecía en el Álbum Guía para el Turismo en Uruguay –años 1933-1934–:
“Gran Hotel Colón. Suntuosas habitaciones con baños. Situación inmejorable con todos los tranvías a la puerta. Calefacción en todas sus dependencias. Habitaciones desde $ 2.00. Rodolfo Gandós”.
En la década de 1970 el hotel acompañó el proceso de decadencia de la Ciudad Vieja, alquilándose mensualmente por piezas y llegando en algunos casos a ser ocupado por intrusos. Sobre el final, llegó a la situación de remate, para lo cual se debió desalojar a sus ocupantes estables. Pero, afortunadamente la conciencia de preservación del patrimonio que se empezaba a respirar logró salvar de la piqueta fatal del progreso con la declaración de Patrimonio Histórico Nacional.
Hoy en día, como dijimos, alberga hoy las oficinas del BID, luego de una importante intervención –objeto de un concurso cerrado–, evaluada por los organismos de contralor patrimonial correspondientes. Se realizaron operaciones de restauración en fachadas, patios internos, claraboyas, pavimentos, con criterios de riguroso respeto por los valores patrimoniales, a la vez que se agregaron instalaciones de última generación y se realizaron las adaptaciones correspondientes a la nueva función.
El resultado permite rescatar la tipología y la volumetría originales, siendo la intervención más audaz la realizada en el nivel de mansarda, donde se incorporó una gran cubierta curva transparente, que techa las tres claraboyas originales, aportando el acento contemporáneo más visible en el edificio.