Nacido en Toulouse, Francia en 1848, fue un escritor, historiador, crítico literario e intelectual clave en la historia del cultural de Argentina. Emigra a temprana edad a un país del que prácticamente desconoce el idioma y deviene con los años en un protagonista central de la sociedad, asumiendo un rol trascendente en el sistema educativo, participando y definiendo los debates de la Ley de Educación. Durante más de cuatro décadas fue el Director de la Biblioteca Nacional, la cual reorganizó y amplió sustancialmente.
Ruben Darío le dedica Coloquio de los centauros, mientras que Jorge Luis Borges en su necrológica recupera “Alfonso Reyes me dijo: Paul Groussac, que era francés, me enseñó cómo escribir en castellano”. También era un crítico feroz, sus diatribas eran antológicas, tanto es así que en el borgiano “Arte de insultar” tiene un destaque especial.
Este espíritu inquieto logró recorrer el continente observando el “espectáculo político de esa América española…sombrío y desalentador”. “Por todas partes; el desgobierno, la estéril o sangrienta agitación, la desenfrenada anarquía… la parodia del sufragio popular”.
Chile, Perú, Panamá y México son analizados en forma exhaustiva desde lo geográfico a lo social pero este texto ha pasado a la posteridad por su descripción de Estados Unidos. De este viajero francés no esperemos la admiración de Tocqueville por la democracia norteña. Desde la Constitución hasta la arquitectura pasando por el sistema social son diseccionados. El juicio es duro, básicamente prima una evaluación sobre la vulgaridad de una nación que tiende al igualitarismo. El escepticismo sobre las virtudes de dicha sociedad campea, un enfoque muy alternativo al de Sarmiento o José Pedro Varela.
Algunos críticos, como Cantera Carlomagno, han visto en esta obra el primer atisbo de “antiamericanismo”. Otros prefieren ver un antecedente muy interesante del pensamiento rodoniano.