En una entrevista a la historiadora británica Siân Rees para un documental del argentino José Luis García, el cineasta pregunta si cree que el Reino Unido tuvo algún interés directo en la guerra de la Triple Alianza. Ella contesta: «no, no un interés directo. Un vago interés comercial, pero nada más que eso». Y agrega, que le resulta gracioso que los escritores sudamericanos afirmen lo opuesto, porque «imperialismo y comercio son cosas distintas». La británica cuestiona a los sudamericanos, no puede extrañarse del efecto igual y contrario. En verdad, Inglaterra tenía interés en sustituir a López por un gobierno complaciente, demoler la estratégica fortaleza de Humaitá y destruir las fundiciones de Ibicuy y Asunción.
Dice también la egresada de Oxford en uno de sus libros, que los paraguayos toman mate «ese té narcótico, aromático, ensoñador…», descubriendo en nuestra habitual infusión nuevas propiedades.
El libro en cuestión se titula The shadows of Elisa Lynch, y en su versión española se conoce como La Mariscala (Emecé, 2004). El subtítulo original: How a nineteeth-century Irish courtesan became the most powerful woman in Paraguay, es bien indicativo de la versión que brinda sobre quien fuera la compañera del mariscal Francisco Solano López.
La revisión fue un proceso arduo y trabajoso que abrió espacio lentamente entre los resquicios de la historia oficial. Lo que había que saber de la guerra del Paraguay era que López había sido un tirano sanguinario, Elisa Lynch una aventurera y que una acción combinada había librado al mundo de un monstruo.
Regreso sin gloria
Tras el desastroso efecto de la acción de la Triple Alianza en el Paraguay y la muerte de López en Cerro Corá, no podía ser muy halagüeña la situación de Elisa, que había debido enterrar cavando, con sus propias manos, los cuerpos del mariscal y de su quinceañero hijo Panchito. Tomada prisionera por los brasileños y alegando su condición de inglesa, escapó a la vejación y la muerte. Trasladada al vapor Princesa consigue retornar a Europa donde se presenta a juicio contra el Dr. Steward. Este había sido médico personal de López y desertó en 1868, aparentemente llevándose algún dinero. Cuando gana el juicio, Steward se declara insolvente por lo que no puede recuperar dinero alguno.
A todo esto, la documentación de la propiedad de sus bienes, dejada en manos de un apoderado, fue intentada ser robada luego de asesinar al apoderado. Al fin, los papeles quedaron en manos del cónsul de Francia. Recién los recuperó en 1875.
Unido a ello había recibido varias cartas de Juan Bautista Gill, antes y después de que este se transformara en presidente de la República. De modo que en poder de sus títulos e incitada por Gill, decidió regresar al Paraguay y enfrentar el juicio criminal contra su persona. La carta de Gill, del 22 de julio, donde le dice que venga, que «tendrá toda la garantía y libertad […] conforme a las leyes», termina de decidir su viaje a Asunción. Cuando llega, no solo Gill no la recibe, sino que le manda decir que se vaya. Ella insiste en que viene para someterse a la justicia, pero a las autoridades no interesa su presencia. Permanecerá quince horas en territorio paraguayo. Vuelta a Buenos Aires publica su Exposición Protesta.
Después de años de silencio donde, dice, «mi nombre fue explotado […] por enemigos de causa, por personas que buscaban un lucro escribiendo […] presentándome, como el tipo de la prostitución y el escándalo y como a una de esas fieras humanas que se complacen y deleitan en el exterminio de la sociedad», cree el momento de decir su verdad.
La mañana del 12 de abril de 1877, Nicanor Godoy mata al presidente Juan Bautista Gill de un escopetazo. Para ese entonces, Elisa estaba ya de regreso en París y, por tanto, libre de toda sospecha.
La leyenda negra ya había echado raíces. La prensa española la menciona en pocas oportunidades.
El Pensamiento español, del 2 de julio de 1868, recoge que según el corresponsal en Buenos Aires del Brasiliam Times (SIC), habría «una división de amazonas paraguayas mandada por la brigadiera Elisa Lynch». Y una nota del abogado, historiador, ensayista y periodista Joaquín Gallardo Rúa, en el medio madrileño La Época, del 23 de julio de 1931, plena de conceptos laudatorios sobre «Solano López [quien] representó, en el Paraguay del siglo XIX, la esfinge del heroísmo», resalta «su clara visión de las cosas», fue un «paladín del heroísmo» y describe su muerte diciendo: «la noble cabeza del mariscal Solano López descansa entre los brazos de la rubia amazona Elisa Lynch, su gran admiradora». (Como anécdota digamos que La Época era un periódico conservador que fue incautado en 1936 por los anarquistas y pasó a denominarse El sindicalista. Algo que sucedió con el resto de la prensa madrileña no funcional a los rojos, cuyas diversas facciones se apoderaron de los medios católicos El Debate y Ya, el primero por parte del partido comunista y el otro por izquierda republicana).
Hacia el presente
Al tiempo que Rees publicaba su versión
sobre Mme. Lynch tachando de falso lo que dice en su
Exposición…, desde sus orígenes
familiares en adelante, le aparecen dos contradictores: Michael Lillis y Ronan
Fanning. Ambos irlandeses. Lillis, un exdiplomático de destacada actuación y
asiduo visitante del Paraguay por negocios, y Fanning, profesor emérito de
Historia Moderna, historiador y responsable de adquisiciones del archivo del
University College Dublin. Publican una obra titulada Calumnia,que
ya desde el título anuncia un enfoque distinto. Empezando por validar la
genealogía de Elisa.
El proceso de revisionismo histórico comenzado en la década del 20 del siglo pasado ha rescatado la figura del Mariscal y no solo en su patria. Desde 1983 hay una avenida Francisco Solano López en Montevideo, como la hay también en Buenos Aires y en Caracas.
No es raro entonces que dos legisladoras paraguayas, la colorada Rocío Abed y Esmérita Sánchez, del partido radical liberal auténtico -que han presentado varios proyectos de protección hacia la mujer- hayan propuesto el traslado de las cenizas de Mme. Lynch al Panteón de los Héroes y la adjudicación de la ciudadanía paraguaya. El proyecto, que cita expresamente la obra de Lillis, ingresó a Diputados a fines del complicado 2020.
Desde los años 60, las repatriadas cenizas de Mme. Lynch, se encuentran en una urna de bronce en el museo del Ministerio de Defensa, en Asunción. No es un tramo muy largo hasta el Panteón de los Héroes.
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