Un 19 de junio de 1764 nació en Montevideo José Gervasio Artigas, jefe que aglutinó a su alrededor a un pueblo que luchaba por su libertad. Artigas fue un político y militar que jugó un papel decisivo en la independencia de Uruguay, lo cual le valió la honra de ser considerado el caudillo que luchó por defender la autonomía de “los pueblos”.
En su obra “Vengo a cumplir”, el ex comandante en jefe del Ejército, licenciado en historia y actual Senador, Guido Manini Ríos, se refiere en el capítulo “Semblanza de Artigas” al prócer como “el más grande caudillo oriental y, sin duda, de uno de los más grandes que ha dado la región y el continente”, repasa el ideario artiguista y su vigencia en los días actuales. A continuación presentamos fragmentos de la mencionada obra:
Su vida marcó para siempre la historia de esta tierra. Creo que en este mundo que hoy vivimos, en que los protagonistas son los Estados Continentales y en que los que no lo son se agrupan en bloques continentales, y en que pareciera que Latinoamérica, al fin, está dispuesta a superar su balcanización para también ser protagonista de su propia historia, la figura de Artigas adquiere renovada vigencia como referencia obligada de una autonomía sí, por la que él luchó, pero también de una impostergable integración americana para la búsqueda en común de la felicidad de nuestros pueblos. Dejarlo recluido en la Plaza Independencia de Montevideo y limitarlo al actual territorio uruguayo es no haber comprendido su lucha, su proyecto… Artigas va mucho más allá de las fronteras uruguayas y eso para nosotros, que pretendemos ser artiguistas, nos exige verlo en su real dimensión.
Personalidad de Artigas
Larrañaga decía que Artigas “conoce mucho el corazón humano, principalmente el de nuestros paisanos y así no hay quien le iguale en el arte de manipularlos. Todos lo rodean y todos lo siguen con amor no obstante que viven desnudos y llenos de miseria a su lado.” Agrega que era un hombre inteligente, de tino extraordinario.
En 1841 su detractor Bartolomé Mitre decía: “Artigas era verdaderamente un hombre de hierro. Cuando concebía un proyecto no había nada que lo detuviera en su ejecución, su voluntad poderosa era del temple de su alma y el que posee esta palanca puede reposar tranquilo sobre el logro de sus empresas… Original en sus pensamientos como en sus maneras, su individualidad marcada hería de un modo profundo la mente de su pueblo… Activo pero silencioso, hablaba muy poco y sus órdenes más terminantes se expresaban en el lenguaje mudo que pedía la vida o la muerte de los gladiadores.” Indudablemente Artigas era una persona tenaz, inflexible con sus enemigos, que no sabía de componendas una vez determinados los objetivos de su lucha.
Artigas tenía urbanidad y no tenía modales propios de los gauchos. No era un intelectual, solo era perspicaz y con talento natural, diestro en las faenas del campo. A diferencia de otros próceres americanos, Artigas no fue educado en Europa ni salió nunca del ámbito de su patria. El único idioma que conocía y hablaba con fluidez, aparte del castellano, era el guaraní. Artigas no tuvo otros maestros que su austera y aldeana familia, los indios y los paisanos, y los frailes franciscanos, que le inculcan su cultura milenaria. Esa era su singularidad.
Ideario de Artigas
Podemos decir que el ideario artiguista descansa sobre tres elementos esenciales: la soberanía particular de los pueblos, la opción preferencial por los pobres (“que los más infelices sean los más privilegiados”) y la inclusión social, particularmente en lo que se refiere a la incorporación de los indios a su sistema. Este es el trípode del ideario artiguista, que tiene un eje dinamizador: la activa participación popular, no al modo liberal sino a través de los Cabildos y congresos que auspició y respaldó vigorosamente.
La idea de soberanía particular de los pueblos y de gobierno inmediato no viene de Estados Unidos, sino que viene de corrientes españolas de larga data (la soberanía del común). Nótese que el artiguismo se refiere a “los pueblos”, no al “pueblo” en forma abstracta, concepto roussoniano que difunde la Revolución Francesa. Los pueblos son realidades visibles, tangibles, son el pueblo de Maldonado, de Colonia, de Montevideo, de Córdoba, etc…
En el tema de la inclusión social Artigas es realmente singular en su época y en comparación con otros Próceres americanos. Para muchos revolucionarios latinoamericanos la chusma debía quedar excluida, el gobierno lo ejercían solo los iluminados, e incluso proponían un rey y un Senado de nobles o de quienes tuvieran determinada cantidad de dinero. En cambio en el artiguismo era esencial la participación popular en todos los niveles y su ámbito de expresión natural eran los Cabildos, tal como estaban concebidos en la tradición hispánica.
Artigas y las Misiones
La decisión de Artigas en cuanto a restaurar el antiguo régimen de la República Guaraní Misionera, sistema que establecía que los cabildos indígenas debían ejercer el gobierno efectivo de los pueblos, fue tan radical que llegó a ordenar que los blancos fueran desterrados de éstos, para que los naturales se gobernaran por sí. Artigas impartió órdenes estrictas, no solo para que se tornara al sistema que regía antes de la expulsión de los Jesuitas, sino que quiso que este régimen se extendiera a todos los pueblos de indios. No solo dispuso que se volviera a la antigua organización misionera, sino que reconocía que
“ellos tienen el principal derecho”, y ordenaba al Gobernador de Corrientes darles tierras en las que pudieran vivir de su trabajo. Con esto establecía una auténtica y revolucionaria opción preferencial por los pobres. Esta actitud de Artigas contrasta con el comportamiento de los gobiernos republicanos de la época, imbuidos de ideas liberales, que no solo no estaban dispuestos a concederle tierras a los indios, sino que querían quitárselas, incluso exterminándolos.
“Para el artiguismo era esencial la participación popular en todos los niveles y su ámbito de expresión natural eran los Cabildos, tal como estaban concebidos en la tradición hispánica”
Legado de Artigas
¿Cuál es el Artigas que debemos rescatar de la historia? El que dio origen a la orientalidad en los campamentos del Éxodo y del Ayuí; el que defendió tenazmente la autonomía militar en el año XII; el que adaptó las ideas políticas de la época a la idiosincrasia de los pueblos; el que plasmó concepciones económico-sociales que aún hoy siguen siendo avanzadas; el que mantuvo una conducta rectilínea, siempre fiel a sí mismo y a sus convicciones; el que luchó sin tregua por “su sistema” porque en él y solo en él veía el destino de la revolución; el que defendió su tierra heroicamente por más de tres años frente a un invasor portugués infinitamente más fuerte; el que cuando ejerce el poder es duro e imperativo, con una energía inflexible, como todos los que están profundamente convencidos de lo que hacen en bien de su pueblo…
Ese es el Artigas que tiene y seguirá teniendo vigencia. Es también el Artigas que sabe cuándo consultar a su pueblo. Dice Tabaré Melogno: “en los instantes cruciales, cuando se juega el destino de la revolución, cuando hay que definir un rumbo cierto, el Caudillo se recoge en el seno de su pueblo, para escuchar la íntima y profunda voz de la conciencia colectiva. Como si necesitara empaparse de su esencia vital. Consulta a los pueblos, reúne congresos, explica decisiones, plantea problemas y se somete, con serena calma, al veredicto soberano del pueblo. Sabe que hay momentos históricos de tal manera decisivos, que el Conductor no puede actuar de por sí: debe recibir la cálida solidaridad de su pueblo. Debe oír la aprobación de sus actos y, sobre todo, debe abrir su entendimiento y su corazón a las sugestiones del hombre anónimo, que sufre y calla, mientras construye la patria”.
En esa sintonía entre el pueblo y el caudillo reside sin duda la escondida raíz de la orientalidad.
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