El liberalismo conservador. Genealogías. Gerardo Caetano. EDICIONES DE LA BANDA ORIENTAL. Julio 2021. 409 págs., $850.
En un exhaustivo y profusamente documentado ensayo, el Prof. Gerardo Caetano retoma la senda de “La república batllista” (2011) y en la senda de “Los conservadores” de José Pedro Barrán (2004), buceando en una relectura del contexto ideológico del Uruguay del 900.
Analiza los intelectuales (José Enrique Rodó y Carlos Reyles), los líderes políticos (Pedro Manini Ríos y el riverismo, Herrera como paradigma del liberalismo conservador), los liderazgos empresariales (Luis Caviglia y José Irureta Goyena), el Ejército y finaliza con la coyuntura decisiva (1915-1917) con la reforma constitucional.
La idea fuerza es historiar cómo se conformó una de las dos grandes “familias ideológicas” que definen a nuestra sociedad: “Hubo un tiempo en que José Batlle y Ordóñez y el batllismo eran percibidos como el ‘jacobinismo uruguayo’, al decir de Luis Alberto de Herrera en 1910, o como el ‘socialismo de mandarines’ de acuerdo a Carlos Reyles en 1916. También podía ocurrir que un joven senador colorado, Pedro Manini Ríos, se quedara en 1913 con la llave de la mayoría parlamentaria del gobierno, interpelando a su líder y a su partido con la pregunta: ‘¿Somos socialistas o somos colorados?’. Mientras tanto, un gran jurista y empresario, José Irureta Goyena, presidente fundador de la Federación Rural en 1915, sentenciaba que el batllismo era el ‘inquietismo’ y que este era ‘peor que el socialismo’. Y Washington Beltrán advertía en 1918 que Uruguay se estaba transformando en ‘un cuartel pintado de socialismo’, cuestionando la existencia de un ‘ejército colorado’ que marginaba a medio país”.
“El Liberalismo Conservador” constituye un aporte fascinante para acercarnos a un momento clave de nuestro proceso de formación como sociedad. Pero, también hay que decirlo, es bueno no caer en la tentación fácil de una lectura meramente binaria. Como el propio texto explicita, Domingo Arena trabajaba a la par con Pedro Manini Ríos; Rodó quizás no era ni tan liberal ni tan conservador y claramente tan obrerista como el batllista más exaltado. Y las leyes sociales tuvieron una impronta nacionalista. Y más importante que todo lo previo, la derrota batllista de 1916 dio paso a un entendimiento entre Herrera y Manini Ríos que se tradujo en voto secreto universal y con garantías, lo que dio origen a la real excepcionalidad nacional.
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