El mundo y el Occidente. Arnold Toynbee. AGUILAR, 110 págs., 1958.
Desde la Caída del Muro, la contraposición entre las tesis de Fukuyama augurando una globalización definitiva de cuño occidental y por ende signada por el liberalismo económico, y las de Samuel Huntigton explicitando un modelo más complejo, en el cual los procesos civilizatorios implicaban una fuente de posibles conflictos, han puesto en la agenda nuevamente la temática de lo civilizatorio.
Pero hace un siglo, un ensayo surgido de la pluma de Oswald Spengler, “La decadencia de Occidente” implicó una ruptura frente al optimismo positivista decimónico. Occidente había renunciado a ser los mejores para tan solo tener más. La decadencia aguardaba también a este proceso civilizatorio. Más allá de las polémicas, la tesis logró marcar gran parte de los debates filosóficos de su tiempo. Pero décadas más tarde surge un opúsculo que redefinirá el debate.
Arnold Toynbee, insigne historiador británico que acompañó a Lord Keynes en su misión al Tratado de Versailles, compartiendo una visión minoritaria sobre dicho tratado, debate los presupuestos básicos spenglerianos y algunos pilares de la visión hegemónica británica.
Las civilizaciones surgen, se desarrollan, decaen y mueren conforme a unas leyes de las que el historiador alemán no ofrecía explicación. Toynbee halla que han existido veintiuna, extintas todas ellas, excepto cinco: la occidental cristiana, la ortodoxa, la islámica, la hindú y la de Extremo Oriente. A partir de definirlas como intrínsecamente comparables, se plantea cómo surgen. No es la raza, no es el medio. Integrantes de todas las razas han producido civilizaciones. Conceptualiza su teoría del reto y la respuesta, es el factor creador que resuelve un desafío la clave civilizatoria.
Por otra parte, sostiene que el hecho primordial de la edad moderna ha sido el impacto de la civilización occidental sobre todos los pueblos de la Tierra.
“Occidente nunca ha sido el único actor sobre el escenario de la historia moderna, ni siquiera durante la culminación del poder occidental (y esta culminación quizá ya ha pasado). En el encuentro entre el mundo y Occidente, que se ha desarrollado durante cuatrocientos o quinientos años, el mundo y no el Occidente, es la parte que, hasta la fecha, ha tenido la experiencia más significativa. No ha sido el Occidente el que fue atacado por el mundo, es el mundo el que ha sido atacado, y atacado duramente, por el Occidente”.
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