INTERNACIONALES
13 de diciembre de 1996
“Se espera que ambas iglesias puedan lograr una unidad histórica”, decía La Mañana sobre el documento firmado en el Vaticano que puso fin a una división que llevaba 1500 años.
“El papa Juan Pablo II recibió ayer en la Santa Sede al líder espiritual de seis millones de cristianos armenios, Karekin I, quien realiza una visita oficial de cinco días”. La Agencia Reuter informaba entonces que “ambos, el Papa vestido con su tradicional sotana blanca y Karekin con una bata negra con capucha, se sentaron lado a lado en tronos idénticos durante la audiencia general del Papa”.
“La iglesia cristiana de Armenia es una de las llamadas Iglesias Antiguas del Este que se separó de la cristiandad bizantina antes del Gran Sisma del año 1054 que dividió a las iglesias de Oriente y Occidente. El pontífice dijo durante la audiencia en el Vaticano que esperaba que ambas iglesias pudieran lograr una unidad plena”.
Karekin, por su parte, señaló que estaba orando por la buena salud del Papa, de 76 años, “no solo por el bien de la iglesia Católica, sino por el de toda la humanidad”.
La iglesia Armenia cristiana independiente recibió la fe de los apóstoles Judas y Bartolomeo en el año 301 d.C. “Pero, gracias a la actividad misionera de san Gregorio el Iluminado, el Evangelio se difundió en el pueblo armenio al comienzo del siglo IV. Desde esos tiempos antiguos, la fe cristiana nunca ha dejado de iluminar e inspirar al pueblo armenio en sus convicciones profundas y en su vida diaria”
Armenia fue la primera nación en adoptar el cristianismo como religión oficial. La iglesia Armenia tiene varios patriarcas en todo el mundo y sus miembros son de países de la ex Unión Soviética, Sur y Norte América, el Oriente Medio, Europa y Asia”.
La división que imperó durante cerca de mil quinientos años, se dio como consecuencia de una diferente interpretación de la naturaleza humana y divina de Cristo. “Las controversias y las deplorables divisiones que han derivado a veces de los modos divergentes de expresar la fe no deberían seguir influyendo negativamente sobre la vida y el testimonio de la Iglesia de hoy”, se leyó en el documento firmado por los dos dignatarios religiosos.
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