El peso de la responsabilidad. Tony Judt. TAURUS. 286 págs. $590.
Un texto inédito del historiador británico Tony Judt logra dar luz sobre uno de los temas más perennes: la responsabilidad de los individuos y en especial de los intelectuales frente a los dogmatismos y al poder. Cuando se inicia la lectura del presente ensayo, originado en una serie de conferencias, el recuerdo de Milan Kundera y su novela La insoportable levedad del ser es casi ineludible. Allí, Tomás, el protagonista central enfrentaba a las autoridades comunistas en Checoeslovaquia a través de un texto en el que increpaba a los intelectuales que habían sido serviles con una ideología a todas luces antihumana y que no asumían ninguna responsabilidad en el horror que habían ayudado a implantar. Recuperaba una lectura lúcida del mito de Edipo, centrándose en el aspecto heroico del ser humano que asume hasta sus últimas consecuencias el peso de sus actos, sean voluntarios o involuntarios. Muy alejado de todos aquellos individuos que, a medida que queda patente la consecuencia de sus acciones, van buscando excusas y subterfugios para esquivar la responsabilidad pero, que siguen impertérritos brindando consejos al resto de la humanidad.
Tony Judt, -autor polémico como pocos- y comprometido hasta las últimas consecuencias con sus convicciones, se embarca en una revisión de la historia intelectual del siglo XX en Francia a través de tres intelectuales que enfrentaron el oprobio pero que mantuvieron sus convicciones a pesar de no ser las mayoritarias en su momento.
El firme desafío de León Blum al gobierno de Vichy, la participación de Albert Camus en la Resistencia y su implacable compromiso con la ética del intelectual que lo lleva al enfrentamiento con Sartre y la radical oposición de Raymond Arona la superficial aceptación por gran parte de la intelectualidad de la utópica promesa del comunismo son los aspectos centrales de la presente obra.
«Si existiera un partido de los que no están seguros de tener la razón, yo estaría en él» declara Camus, en un momento que meramente plantear la existencia del Gulag implicaba el destierro de los cenáculos de la «Rive Gauche». Debieron pasar décadas para que la realidad se impusiera al ideologismo y a los intereses coyunturales de muchos.
«Nunca se trata de la lucha entre el bien y el mal, se trata de lo preferible contra lo detestable» expresaba con una lucidez implacable Raymond Aron.
De la mano de Judt podemos acercarnos a gran parte de los demonios del s. XX y no salir indemnes pero sí quizás más capacitados para entender que los demonios no fallecen, tan sólo duermen.
En síntesis: la crítica a políticos e intelectuales por su falta de integridad e independencia, por su servil complacencia ideológica y por su falta de valentía moral y responsabilidad pública son aspectos tan vigentes a lo largo del siglo pasado como hoy. Una lectura casi obligatoria…
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