El sentido de la historia. La historia como encadenamiento de historias. Gianluca Bocchi y Mauro Ceruti. DEBATE. Pensamiento. 1994. 362 págs.
Un escritor mexicano, Gabriel Zaid, hablaba de “los demasiados libros”, esto es, el lector promedio se siente abrumado frente a la tromba de obras editadas año tras año. Es imposible ya no leerlos, ya es imposible tener a ciencia cierta cuáles pueden ser las vertientes más interesantes. Aquí estamos frente a una opción luminosa. Un texto que nos invita a pensar desde lugares muy distintos.
Gianluca Bocchi ha sido catedrático en la Universidad de Ginebra. Mauro Ceruti colaboró con Edgar Morin en el centro de estudios interdisciplinarios de París, impartió clases en las universidades de Ginebra y Palermo, y en la actualidad está en la cátedra de Filosofía de Bérgamo. En un tiempo de especialización de la especialización, la apuesta vital de dichos autores es que la vastedad del conocimiento solo es abordable desde la conjunción de múltiples disciplinas.
Quizás este texto sea un gran antídoto frente a todas las corrientes que mecanizan la vida humana y de la vida misma a unas escasas variables. Que quizás sea más útil reunir preguntas inteligentes que respuestas apresuradas para darle una aplicación práctica en la lucha política, como tantas veces ha acontecido.
Nada ha habido que fuese inevitable en los orígenes en el desarrollo de las historias que han ocurrido. No hay una sola historia. A lo largo de los años se han sucedido mitos y religiones, lenguas y culturas, estirpes y civilizaciones, emigraciones y fusiones, apariciones y extinciones, historias diversas cuyas conexiones han dejado destellos en la vida presente, en la raíz de un vocablo, en la forma de un símbolo, en la metamorfosis de tradiciones y creencias. Dos siglos de investigaciones desde que afloraran los restos fósiles de organismos marinos y dinosaurios hasta la nueva cosmología: un lapso brevísimo respecto a los abismos temporales que tan solo hoy empezamos a percibir. En pocas décadas el escenario de las ciencias se ha modificado tan profundamente que a veces sentimos haber caído en un vértigo de caos y desconcierto.
“¿Por qué los seres humanos, los primates, los mamíferos y todos los vertebrados terrestres tienen cuatro extremidades? Un adaptacionista convencido podría decir que esta estructura deriva de un proyecto tendiente a lo óptimo que tiene en cuenta las condiciones físicas y ambientales de su locomoción. Pero esta explicación olvidaría el hecho de que las actuales extremidades de los vertebrados descienden de las cuatro aletas de un pez ancestral, que nada tenían que ver con la locomoción terrestre. Nuestro plan estructural es una herencia de la historia, no un proyecto constantemente mejorado mediante lentos e innumerables procesos de pruebas y errores. (…) Las formas concretas de los organismos dependen también de los vínculos de la historia pasada, y estos vínculos pueden entrar en dramático desacuerdo con las exigencias ambientales corrientes. Pero ésta no es una gran debilidad, sino una gran fuerza de la evolución; es la principal fuente de su flexibilidad. Precisamente porque ninguna especie está adaptada de una manera óptima cada especie posee, en el genoma de los organismos que la componen, una rica y discorde gama de potencialidades que pueden revelarse como vitales para la supervivencia y para el éxito futuros”.
Bocchi y Ceruti plantean, en definitiva, una síntesis que reconstruye en un dibujo unitario de conjunto, sin confundirlos, los múltiples itinerarios del saber contemporáneo, demasiado a menudo inaccesibles y mudos al estar separados por rígidas barreras disciplinarias.
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