Pedro Olegario Luro fue un típico representante de la Belle Époque bonaerense. Estanciero, fuerte saladerista, doctor en medicina, diputado provincial y luego nacional, comenzó a aparecer en Caras y caretas (Buenos Aires) en 1900. La primera mención lo señala como usuario de los Baños Termo-Minerales del Rosario de la Frontera con «restaurant de primer orden al cargo del eminente Chef Mr. Pascal». Asiduo asistente a banquetes y recepciones, donde concurrían «las personas de mayor significación social en Buenos Aires», se le menciona en los pies de fotos destacando, al menos, que había ofrecido un brindis.
Experto tirador, había introducido en Mar del Plata el tiro a la paloma, deporte consistente en derribar tantas palomas como fuere posible de una bandada previamente liberada.
El 12 de abril de 1902, en unas elecciones que la publicación afirma se produjo con «votos dobles y múltiples, el fraude, la inflación risueña de los cómputos y todo género de ilegalidades», más el asesinato de un comisario, integrando una coalición de la Unión Cívica y el Partido Nacional son electos diputados el Dr. Luro y el abogado y poeta Belisario Roldán (h), entre otros.
Para agasajar al duque de Montpensier, el barón Silvestre De Marchi –casado con la sobrina de Julio Argentino Roca– y Luro, viajan a la estancia de Ataliva Roca –cuñado de Luro y hermano del presidente Julio Argentino Roca– donde disfrutan de «una cacería, forma de diversión […] preferible para los hombres». Como resultado, «avestruces, martinetas, flamencos, palomas, cigüeñas, mirasoles, zorros, patos, teros, gavilanes y hasta un puma murieron honrosamente en la campaña».
En 1909 aparece en animada charla en francés con Anatole France de visita en la capital argentina.
Ese mismo año, su nombre figura como vocal del directorio de La Equitativa del Plata, empresa aseguradora. Contemporáneamente, funda el coto de caza San Huberto e importa ciervos axis y jabalíes que se transformarán en plaga nacional, una experiencia que otro magnate argentino, Aarón de Anchorena, repetirá en el Uruguay.
Además de sus múltiples funciones, actuará desde 1911 como tesorero de la S.A. de bienes raíces Mar del Plata Jockey Club, ofreciendo «quintas de 1250 varas cuadradas» en esa localidad.
En marzo de 1912, el mes anterior al hundimiento del Titanic, recibe en su casa marplatense de Bell-Retiro, al presidente argentino Roque Sáenz Peña, suceso cuidadosamente recogido por Caras y caretas.
En febrero de 1913 se ponen en venta terrenos en el Barrio de las Avenidas, «al pie del Golf Club y del gran Puerto del Atlántico, en construcción». Son propiedad del Dr. Luro, «personalidad descollante en la sociedad y en la política argentina». Por tanto, «los títulos son inmaculados y perfectos».
¿El precio? Una ganga: 60 mensualidades de $ 25, 35 y 45 m/n. por mes, según las dimensiones.
Empedrado de buenas intenciones
Con esos antecedentes a nadie sorprende que la presidencia de la Sociedad Anónima Ciudad de Invierno haya recaído en el Dr. Pedro Olegario Luro.
Esta sociedad llevaba varios acunando un proyecto fantástico, en el cabal sentido del término: construir una ciudad en torno a un hotel-casino en la correntina orilla del Paraná, vecina al poblado de Empedrado.
La presencia de Luro auspiciaba el éxito de la empresa. Claro que no se trataba de una inversión accesible como los terrenos de Mar del Plata, aunque fuera «el mejor balneario del mundo». Esto estaba dirigido a la élite y el producto ofrecido estaba a su altura. La filosofía del asunto era sencilla: ¿Qué es más elevado para el espíritu? ¿Sufrir «el frío húmedo y malsano de los centros urbanos»? ¿O irse a pasar la estación a un lugar de clima ideal, con todas las comodidades, con un paisaje de ensueño y dentro de la Argentina?
La inauguración del Hotel Continental se realizó el 29 de junio de 1913, con intensa publicidad en Caras y caretas durante varias ediciones de junio y julio.
La magnificencia del alojamiento –un hotel construido sobre una superficie de 12.000 m2– estaba a la altura del personal encargado.
Empezando por el director general, Mr. de Saint André, «cuya competencia y dirección durante varios años en el Regina Hotel de París, le han dado justo renombre».
Por un chef que ha sido durante 14 años el primer cocinero del Carlton Hotel, de Londres, «bajo la dirección de Escoffier, el Vatel moderno». En 1898 Auguste Escoffier y Charles Ritz abrieron el Hôtel Ritz en París. Siguió en 1899 el hotel Carlton de Londres, donde Escoffier introdujo por primera vez el menú «a la carta». La comparación con Vatel, es un poco exagerada. Tengamos en cuenta que François Vatel, que no solo era cocinero sino «contrôleur général de la Bouche» en el castillo de Chantilly, se suicidó cuando creyó que no le iban a proveer la cantidad suficiente de pescado para atender un banquete que estaba organizando. Claro que el invitado no era cualquiera, sino Luis XIV, el propio Roi-Soleil.
El Continental también contó con huéspedes importantes. Es fama que estuvieron el príncipe de Gales, la reina de Holanda y la laureada Sarah Bernhardt, quienes disfrutaron de lo que la publicidad entendía como la residencia invernal más agradable y bella de Sudamérica.
La propuesta incluía canchas de tenis y de fútbol, campo de golf, paseos en bote y en lanchas a nafta por el Paraná. Y, además, había muchos yacarés para cazar. Por otra parte, si querían tentar a la suerte podían hacerlo en el casino que ofrecía variadas posibilidades de perder dinero.
Un iceberg cálido
Esa inversión de tan alto costo financiero y humano fue un rotundo fracaso. Funcionó durante tres meses. Nadie volvió al prometido paraíso. En los terrenos adquiridos para lo que sería la ciudad nunca se hizo construcción alguna. Este desastroso resultado se atribuye a los efectos negativos de la Primera Guerra Mundial, que significó el fin de la Belle Époque y de los sueños de intentar construir en modo Nemrod. Algunos atribuyen el fallo a desinteligencias entre los directivos de la Sociedad Anónima.
El historiador argentino Jorge Enrique Deniri dice, advirtiendo que su opinión seguramente será revulsiva, que esa pretendida urbanización era para el jet set y que «el jet set no quiere ir a un lugar donde no hay quien lo vea, quien le saque fotos, quien lo mime. Fueron a la inauguración y no volvieron más».
La Sociedad Anónima hizo una suerte de mutis por el foro. Los lugareños conservan algunos elementos que se vendieron u obtuvieron de algún modo. Dicen que una de las arañas traídas de Londres o de París para iluminar tanto lujo, pasó a propiedad del Hotel Bristol, y que alguien la compró para donarla a la catedral de Mar del Plata.
Como si fuera poco, acusada la construcción de ser una base alemana desde donde se pasaba información a los submarinos para que hundiesen los buques ingleses, durante la Segunda Guerra Mundial fue dinamitada.
Durante los últimos cien años la naturaleza ha reclamado sus derechos y atrapado las ruinas entre sus brazos vegetales. Hoy esa zona es propiedad privada y el paso está rigurosamente prohibido.
Después del hundimiento de su proyecto, Luro volvió a las páginas de Caras y caretas hasta su fallecimiento en 1927, pero nunca se volvió a hablar del asunto.
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