Bruno Cabrera es licenciado en letras por la Facultad de Humanidades, tiene estudios en lingüística y en el 2017 hizo un Master de Culturas Medievales en Barcelona, es colaborador de nuestro medio y acaba de ganar un concurso literario con un cuento muy uruguayo.
Bruno actualmente reside en Rocha, pero también vivió en Paysandú, Barcelona y Berlín, dialogó con La Mañana sobre su formación, su pasaje por Europa y su conexión con el medio rural uruguayo. Sobre su faceta de escritor y columnista, aseguróque “todo es un aprendizaje, cada artículo representa un desafío de escritura. A mí me pasa un poco con los géneros literarios, está el artículo, y también dentro de los artículos tenes distintas variedades como el artículo académico, pero después también están los cuentos, la poesía, al final siempre hay distintos matices y formatos que de alguna manera te enriquecen, y ejercen un desafío sobre uno mismo”.
¿Siempre te gustó escribir?
Desde que empecé a estudiar en el liceo siempre estuve vinculado a la escritura, siempre me gustó escribir y leer, que es la otra cara de la moneda, yo creo que básicamente es el mismo acto leer y escribir, solamente que uno es más pasivo, y otro es más participativo, pero es más o menos la misma función con dos caras. Siempre me gusto leer distintas variedades y distintas cosas, me gusta desde lo antiguo hasta lo contemporáneo, de todas las culturas encuentro cosas que me parecen muy valiosas a nivel literario.
Y eso también lo he llevado a mi vida, en el sentido de que cuando terminé la Facultad en el 2006 me fui a Europa. De vuelta a Uruguay me voy a vivir al medio rural, en Paysandú en un principio y después en Rocha, donde vivo en la actualidad, en La Pedrera, y toda esa experiencia me llevó a ver ciertas realidades diferentes, y a reflexionar sobre esas realidades que de alguna manera me intrigaban. Y eso me compone un poco como persona, esa diversidad tanto cultural como también la experiencia de vida, que si bien siempre ha habido un hilo conductor que ha sido la escritura y la lectura, ha sido una vida muy variada.
¿Esa conexión con la historia siempre la tuviste?
Eso viene desde niño, cuando iba a la escuela me acuerdo que teníamos un libro de texto para tercero y cuarto, un libro azul, y yo a los pocos meses de empezado cuarto ya lo había leído todo, hasta el día de hoy lo recuerdo. Desde siempre me apasionaron los mapas, la cartografía me gusta mucho también, siempre que tenga materiales adecuados. Me encanta la historia, me fascina, soy un gran lector de libros de historia hechos por historiadores y libros que son obras literarias donde está el historiador implícito, como el Heródoto, supuestamente el padre de la historia, el primer historiador, es bastante mitológico lo que va contando.
Hay libros que están por ahí dispersos en el mundo antiguo que son libros de historia y que me apasionan, porque hay detalles que citan muchas veces los historiadores donde uno ahí encuentra un pedacito de ese mundo, de poder imaginarlo desde la perspectiva de esa persona que vivió en ese tiempo.
Pero además ese vínculo que tenes con la historia, tiene la particularidad de estar enfocado en la Edad Media.
Bueno, es que la Edad Media siempre me intrigó mucho, y me di cuenta que la ignoraba bastante, si bien tenía algunos conocimientos al respecto. Por ejemplo en Barcelona todavía tienen los santos y cada pueblo tiene su fiesta donde confluye lo religioso con lo popular, y está súper vigente, el calendario medieval de alguna manera sigue vivo allí, y aparte tienen los edificios. A nosotros esa parte de la historia nos queda un poco como entre paréntesis, se pasa de lo griego al Renacimiento, a veces se pasa un poco por la escolástica pero no mucho más.
Y realmente es una etapa riquísima, y además importantísima en lo que es la transición del conocimiento antiguo al conocimiento moderno. Por ejemplo, Carlomagno hizo una escuela y tenía un centro de copia donde se copiaron un montón de textos de la antigüedad, que si no fuera por la labor enciclopédica que tenían allí de guardarlos, del valor que le daban a la cultura, no los tendríamos hoy, es increíble.
¿Qué otras características destacan de la cultura de ese período?
Por ejemplo la evolución de la lectura. En el mundo antiguo, la escritura era continua, se escribía sin espacios ni signos de puntuación, y todo en mayúscula, entonces la gente leía en voz alta, era la manera de que al llevarla a la voz podías entender la frase, y de esa manera poner las pausas pertinentes, era la única forma de hacerlo. Y en la medida de que se fueron separando las palabras, se empieza a hacer lo que es la lectura silenciosa. Y eso es muy interesante también en el sentido de que la enseñanza en la Edad Media en un principio se hacía alrededor de un taller, había pocos libros, entonces la lectura en voz alta también involucraba que otros escucharan, hay una interacción muy interesante que evoluciona dentro de la misma Edad Media, porque estamos hablando de mil años, hasta lo que es la lectura silenciosa y moderna, la lectura de novelas, que un principio capaz era para una clase, pero después con la imprenta se fue popularizando.
Antes se leía en rollo, entonces en la Edad Media se pasa al codex (códice) que es el formato libro actual, pero las páginas las hacían con piel de cordero, la tinta era muy difícil de hacer, habían complejidades que hacía que fueran artículos de lujo, pero eso no eximia de que si alguien tenía interés pudiera acceder a ellos, muy diferente a lo que se muestra a veces desde otras perspectivas que son anacrónicas y posteriores, por ejemplo en una construcción que se da en el siglo XVIII y XIX sobre Edad Media a nivel intelectual que la pone como un lugar totalmente oscuro, a excepción de los románticos que valoraban mucho el medioevo.
Yo creo que en la Edad Media había más diversidad que hoy en día, me refiero a todo el mundo medieval, a todo lo que abarcaba el mundo en aquella época, de leyendas, cultos, pequeños rituales, por más que estuviera el cristianismo y fuera la religión predominante, en la Edad Media convive lo popular con lo religioso de una manera increíble, había una actividad muy ebullente de la cual a veces no se tiene una recta visión.
Esa pasión la has volcado en tu faceta como columnista…
Sí, es que justo cuando vuelvo en 2018 tenía todo eso que había estado estudiando, y cuando me propusieron escribir en La Mañana, pensé que era un espacio ideal para volcar ese aprendizaje, me pareció importante ese proyecto que se da en La Mañana de mostrar distintos aspectos de la cultura que a veces se ven, o se promueven algunos nomás y hay una multiplicidad muy grande de cosas para valorar.
Es un espacio donde se permite esa clase de reflexiones, porque a veces hay muchas visiones tendenciosas de la información donde la Edad Media queda un poco discriminada.
En tu último trabajo escrito te alejaste de la Edad Media para acercarte a un relato del medio rural uruguayo, ¿cómo fue ese proceso?
Si, gané un concurso literario ahora en diciembre, que fue organizado por la Editorial El Viento. Ellos organizan un taller literario en el Centro Cultural Elida Marquizo en Rocha, y a partir de ese taller organizaron un concurso donde participaron más o menos cien obras de todo el departamento, porque la editorial nació en 2019 y la voluntad de ellos es hacer un catálogo de autores de Rocha. Hicieron ese concurso, y un cuento mío titulado La revolución rural salió premiado con el primer premio.
Yo había publicado poesía antes, y algo de filosofía, y esta es la primera obra narrativa, es un cuento, porque la extensión era justo como para un cuento. Sin embargo, este cuento pertenece a una serie de relatos que escribí entre esa primera vuelta de Europa y mis experiencias nuevamente en el interior del Uruguay. El título es en tono un poco irónico, puesto que el protagonista es un tipo que se va con su familia al campo a vivir y tiene la creencia de que puede cambiar su vida y cambiar la sociedad viviendo él en el campo, y narra las dificultades que tuvo entre ese romanticismo inicial y la realidad rural uruguaya.
Cuando vuelvo de Europa, donde estuve cerca de cuatro años, vuelvo a Paysandú, donde viven mis padres en el medio rural, y luego me mudé a Rocha al medio rural también, y ahí fue ese contraste entre Berlín, Barcelona, lo que yo había visto del Uruguay anterior, porque cuando yo era chico pasaba el lechero en el carro, los pescadores iban con los pescados colgando por la calle… Y me mudo cerca del Polonio, iba a Castillos y en pleno 2010 seguía pasando el lechero, estaba inmerso en ese mundo rural nuevamente, que es algo que parece que está en toda mi vida. Este retorno me llevó a escribir al respecto y salieron una serie de relatos que la idea es que se publiquen este año. Uno de estos relatos es La revolución rural, que va a salir publicado ahora.
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