Federación o muerte. ¿Orientales o uruguayos? Juan Carlos Espeche. 85 págs., 1974.
Un texto casi mítico que está llegando casi al medio siglo de publicado pero que nos interpela como en aquel momento. Con el hálito de Carlos Quijano, Tucho Methol, Vivian Trías, Carlos Real de Azua y tantos otros que soñaron y pusieron los mojones para la construcción de una Patria Grande, estas páginas nos desafían a repensar nuestra historia, pero mucho más, nuestro futuro.
Truncado el proyecto artiguista, ¿debemos asumir un rol de mero estado tapón? Abandonando la orientalidad e incorporando el “uruguayismo”, ¿estamos abjurando de un destino sustancialmente más trascendente y grandioso?
“El Proyecto Nacional Artiguista y de sus Pueblos Libres Federales, está confirmado por las declaraciones del Jefe, su conducta y la sangre de sus paisanos. Jamás soñó el general Artigas con una ‘República uruguaya’, ni con la desmembración de Entre Ríos, Cuyo o Córdoba, para convertirlas en ‘naciones’ ajenas a la Nación.
En su patriotismo y visión de caudillo rioplatense, ‘ni por asomo’, estas son sus palabras, estuvo la idea de disfrazar a la soberanía de los Pueblos con una falsa ‘independencia’, otorgada por el extranjero, maniobrada por el Brasil –al fracasar en su intento cisplatino– y por consecuencia “independencia” inaceptable para la Federación y para los orientales.
Artigas como oriental que era, condenó el separatismo, porque quería la Unión Federal de las provincias. Nunca avaló el hecho ‘uruguayo’, puesto que sabía que la Patria Oriental estaba inserta en la Patria original, la verdadera Nación, el amor de sus luchas federales, justificación de su vida, razón de su paso por el tiempo. Desde el exilio, no dudó en dar su respuesta al Estado tapón: ‘yo ya no tengo más patria’.
Artigas, padre del federalismo argentino, ciudadano oriental de las Provincias Unidas del Sur, no fue ‘uruguayo’ y nunca quiso serlo, ni dejó de ser oriental jamás”.
Espeche revisa nuestra historia patria y va marcando los eventos más dramáticos. La hipotética confrontación de civilización o barbarie tan solo difumina la imposición definitiva de los intereses librecambistas de la city londinense. La sangre derramada en Vuelta de Obligado no evita que Montevideo pase a ser un bastión de hegemonías ajenas a nuestros intereses. Y como certeramente puntualiza: “Muchos años después, otra vez el ‘Uruguay’, concretamente Montevideo (en confabulación con la oligarquía argentina), será instrumento voluntario y servil para sabotear a la Revolución Popular Justicialista de la Nación, que como siempre se negaba a ser colonia. Sin embargo, no todos en Montevideo, estaban dispuestos a cumplir con el rol establecido…”.
Espeche plantea una visión crítica del hipotético “país modelo”. “Batlle termina por dar consistencia al proyecto inglés, artificio en crecimiento, que ya es discutido a Inglaterra por los Estados Unidos, sin que por ello se modifique su naturaleza de tapón. Batlle es el Uruguay, y es tan fuerte su marca, que el batllismo y la ‘República Uruguay’ son una misma cosa, hoy en estado de agonía y descomposición por el agotamiento de su historia futura.
La Patria Chica es modelada para ser una copia de Suiza, aséptica y drástica política de desudamericanización es la que determina muchos años de existir oriental. Batlle desorientaliza a la vez que ‘uruguayiza’, tanto a blancos como colorados. Todos terminan hablando su idioma, a querer lo que él quiere, a sentir lo que él siente y ordena. Unos conscientes, otros inconsciente o vergonzosamente”
Un texto polémico, entrañable, motivante. Todo un hallazgo.
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