FOURIER. I. Armand y R. Maublanc. Versión española de Enrique Jiménez Domínguez. FCE. 470 págs. México, 1940.
“En el año de 1817… había en la Academia de Ciencias un cierto Fourier célebre, que la posteridad ha olvidado, y en no sé qué granero un Fourier oscuro, que el futuro recordará”. Víctor Hugo: Los Miserables. Primera Parte, Libro III.
Charles Fourier fue un economista, socialista utópico francés de la primera parte del siglo XIX (1772-1837) y principal teórico del cooperativismo. Su nivel de criticismo a la sociedad de su tiempo implicó debatir tanto el capitalismo en sí como el modelo liberal. Asimismo, fue un escéptico del modelo industrial y la institución familiar tampoco escapó a sus sátiras.
Propulsor de la institución del falansterio, su vida ameritó una jugosa biografía que conllevó la disección de una sociedad salvajemente individualista. Los autores incluyeron como apéndice textos claves del pensamiento de un individuo, que más allá de la utopía y radicalismo de algunas de sus propuestas, tienen la virtud de mostrar lo absurdo, cruel e injusto de un mundo en el que el dinero había pasado a ser la divinidad real.
En El reinado de los banqueros expresa: “Si una oportunidad política pone los impuestos a disposición de una clase de prestamistas, esta clase, por ese hecho, se convierte en rival y competidora de los gobiernos; esto es lo que acontece hoy a los agiotistas, que ven el ministerio a sus pies. Estos diezmadores del porvenir dirigen todo el garito de la perfectibilidad, y reinan sobre el gobierno mismo, a tal punto que fracasa por completo todo ministerio que quiere contrarrestar el agio…”.
“Los banqueros y los comerciantes ricos no tienen patria alguna, como pueden realizar y transportar en unos cuantos días sus capitales no están interesados en el Estado, y siempre están dispuestos a abandonarlo si este corre algún peligro. Semejantes a una tropa de bandoleros que desvalija alternativamente las diversas comarcas y no se detiene más que donde hay algo que tomar, los comerciantes están dispuestos a explotar en cualquier país, a cambiar de nación de un día a otro, quebrar en París para ir a desplegar después de unos cuantos días un gran fasto en Londres o Berlín. He aquí lo que es fácil a los comerciantes y a los banqueros, y lo que es imposible al clero, a la nobleza, a los manufactureros y a los propietarios. Estos no pueden, ni quieren ser ciudadanos más que de una sola patria a cuya suerte están ligadas su fortuna o su existencia política”.
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