INTERNACIONALES
15 de noviembre de 1945
“La poetisa chilena Gabriela Mistral, a quien se otorgó el Premio Nobel de Literatura para el año 1945, se enteró de la grata noticia por la radio y lloró porque no le era posible compartir su alegría con su sobrino”, comunicaba la Agencia AP para La Mañana, cuando se entregaba por segunda vez un Premio Nobel a una persona latinoamericana, y por primera vez a una mujer iberoamericana, recordando a su sobrino Yin Yin, a quien la poeta consideraba como su hijo, que se había suicidado dos años atras, a la edad de 17.
Y continuaba diciendo: “Poco después la poetisa recibió a los representantes de la prensa en su departamento y les pidió que transmitan el siguiente mensaje a sus amigos que la ayudaron a conquistar el valioso Premio Nobel y que elevó dicha idea al ex presidente Aguirre, de Chile: ‘Debo toda mi carrera al ex presidente Aguirre y a su esposa Juana y por él acometí el único sacrificio de mi vida: ir a la Patagonia a dirigir una escuela secundaria. Aguirre elogió la idea de mi amiga sin consultarme y presentó mi candidatura a Estocolmo. Yo no tuve intervención alguna en ella. Después de la iniciativa del ex presidente de mi país, todos los países latinoamericanos menos la Argentina apoyaron mi candidatura y a todos deseo expresar mi agradecimiento’”.
La motivación para entregarle esta distinción fue «su obra lírica que, inspirada en poderosas emociones, ha convertido su nombre en un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano». Recibió el premio que otorga la Academia Sueca, el 10 de diciembre de 1945, en un discurso en que manifestó: «Por una venturanza que me sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa. Ambas se alegran de haber sido invitadas al convivio de la vida nórdica, toda ella asistida por su folklore y su poesía milenarias».
“Gabriela Mistral tiene la universalidad del poeta y sus cantos siempre tocan temas fundamentales de la vida del espíritu”.
La noticia en Chile
La noticia de The Associated Press dando a conocer al mundo que Lucila Godoy Alcayaga, conocida en el ambiente literario por el seudónimo de Gabriela Mistral, fue agraciada con el Premio Nobel de Literatura para 1945, fue recibida en este país con grandes demostraciones de júbilo.
“Las instituciones de carácter cultural y la prensa han puesto de relieve la importancia de la distinción otorgada a la poetisa chilena. El crítico literario del “Diario Ilustrado” Carlos Rene Correa, escribió: En esta hora de justo regocijo de nuestra poetisa, llegamos en espíritu hasta su casa solariego de Petrópolis en donde ejerce sus tareas consulares. Ciertamente que Chile no tiene representante más digno en el extranjero porque esta mujer, de ancha sonrisa y de poderosa virtud, lleva en sus ojos y en su corazón a la tierra de Chile. Gabriela Mistral se convierte en la antena que recoge todos los llamados del mundo. Su poesía purifica en hondas meditaciones; no tiene apresuramiento por distinguirse en los círculos literarios. Gabriela Mistral tiene, a nuestro juicio, el mérito fundamental del canto contenido, de la voz llagada que se dulcifica por un ensalmo que viene de lo alto. Se ha dicho con certeza que ella toma de la Biblia los grandes anhelos de su poesía. Ha bebido en la fuente más profunda y ha sabido crear lo suyo en ese reino de la soledad, de su angustia y de su amor”.
“Tiene la universalidad del poeta y sus cantos siempre tocan temas fundamentales de la vida del espíritu. Las descripciones la subyugan, pero no se queda en ellas solamente, sino que va a la raíz de la emoción de la poesía, ofrece la ternura de la madre, el llanto de la mujer herida, la volcánica turbulencia del amor malherido. Para qué recordar en estos momentos que en su patria, durante cuatro años no se le ha dado el premio nacional. Pero eso qué importa cuando ahora es consagrada por el lauro mayor que puede enorgullecerse un artista. Su honra, su gloria, es de Chile y de todo el continente”. “Los vespertinos, a grandes titulares, se refieren a las distinción otorgada a la poetisa chilena, y la segunda edición de ‘Las Últimas Noticias’ expresa: ‘Quede a otros con más altura y sosiego el análisis de la obra grandiosa de Gabriela Mistral. Nosotros no queremos destacar sino el hecho de que mientras en el país se le negó, se le vejó espiritualmente, se le aisló y desterró del conocimiento y reconocimiento de su obra, mientras el Premio Nacional de Literatura se otorgó dudosamente a dudosos valores, Gabriela Mistral obtiene de una gran Academia el más alto reconocimiento para su obra’”.
Emir Rodríguez Monegal, crítico y ensayista
NACIONALES
14 de noviembre de 1985
“Falleció en New Haven, Estados Unidos, Emir Rodríguez Monegal. Víctima de un mal incurable, estuvo en Montevideo recientemente dictando conferencias, siendo galardonado por el Presidente Julio María Sanguinetti. Con él, se extingue la vida de uno de los críticos literarios más lúcidos y respetados de su generación, cuya fama mereció un justo reconocimiento internacional”, informaba La Mañana sobre la muerte del docente, crítico literario, articulista y ensayista uruguayo.
Rodríguez Monegal, nacido en 1921 en Melo, fue el creador de la expresión «generación del 45» para referir al movimiento literario integrado por los escritores uruguayos de su generación. Se desempeñó como profesor de literatura en el Instituto de Profesores Artigas de Montevideo y, desde 1969, impartió clases de literatura latinoamericana en la Universidad de Yale, donde estuvo hasta el final de sus días. “Se recuerda que dictó cursos durante mucho tiempo en Estados Unidos y Europa, sobre todo en España, destacando su profunda especialización en la obra de Borges”. Fue director de la página literaria del semanario Marcha, y redactó artículos para El País y las revistas Número, Anales de Ateneo, y Escritura. Durante esta época, entre 1943 y 1959 conoció a Jorge Luis Borges, cuya obra defendió de los continuos ataques que recibía por parte de la crítica especializada. Además, Rodríguez Monegal entabló contacto con otros importantes escritores e intelectuales, como Juan Carlos Onetti, Nicolás Guillén, Carlos Real de Azúa, Mario Benedetti, entre otros.
Murió Haedo, y con él también un estilo
NACIONALES
15 de noviembre de 1970
“La muerte encontró ayer a Eduardo Víctor Haedo en el gesto final de presidir la extensa y cordial rueda de amigos que todos los fines de semana se daban cita en ‘La Azotea’, convocados por un espíritu que hizo del diálogo y de la comunicación uno de sus distintivos”, así despedía La Mañana al periodista, pintor y político uruguayo, presidente del Consejo
Nacional de Gobierno entre 1961 y 1962, perteneciente al Partido Nacional, y que inició su carrera en este medio de prensa.
Cuenta su hija Beatriz en su libro Recuerdos de una Vida, actuando como verdadera albacea del rico legado político y cultural de Eduardo Victor Haedo, la premonición de su padre un antes de su muerte: “En octubre de 1970 fue a ofrecer una conferencia en Mercedes sobre Figari, en la apertura de una muestra de sus pinturas. Yo crucé para acompañarlo y, naturalmente, antes del evento hicimos la ritual visita al cementerio.
Cuando íbamos saliendo, me dijo “Beatriz, quiero que me entierres acá”. Nunca habíamos hablado de eso, y mi primera respuesta fue negarme al tema. No tenía sentido hablar de su muerte, cuando estaba perfectamente: “¿Qué decís? ¿Por qué vamos a hablar de eso ahora?” Pero él insistió, “Quiero descansar acá, quiero quedarme en Mercedes, quiero estar junto a mi madre”. Extrañada, pero con mis reflejos habituales, se me ocurrió decirle que era preferible que estuviera en Montevideo, porque nadie iba a venir a Mercedes a la hora de los homenajes… Él insistió hasta lograr lo que quería: mi compromiso de enterrarlo en Mercedes. La conversación terminó afuera del cementerio. Todo no hubiera pasado de una conversación razonable entre padre e hija, más allá de mi sorpresa inicial. Nunca hubiera podido imaginar, sin embargo, que solo dos semanas después volvería a trasponer esa puerta del cementerio de Mercedes acompañando su ataúd”.
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