Mientras que el mundo aún sufría los últimos meses de la “Gran Guerra”, iniciaba en Kansas, Estados Unidos, lo que se mal llamaría la “gripe española”, un brote de gripe H1N1 que entre 1918 y 1920 dejaría a más de 50 millones de muertos en el mundo.
Su origen estuvo en los campamentos militares que hospedaban a los reclutas que serían enviados a combatir en Europa. A nuestro país llegó en octubre de 1918 y para diciembre del mismo año ya estaba dominada, aunque al año siguiente ocurrieron más casos que se denominaron “la segunda ola” de la pandemia. Ya el 29 de setiembre de 1918, La Mañana en su edición dominical publicaba una columna titulado “La gripe española: por qué no se toman medidas profilácticas”, en donde el Consejo Nacional de Higiene respondía al pedido de los diarios, estando este mismo entre otros, de extender mayores medidas preventivas. “Se asegura por la prensa que la ‘grippe’ española es diferente a la nuestra porque ha determinado defunciones. Esto es ignorar que nuestra influencia también mata”, sentenciaba el espacio escrito por funcionarios de sanidad del Estado, algo que en meses siguientes se comprobaría que efectivamente eran distintas la gripe local y la pandemia.
Según el artículo “La pandemia de gripe en Uruguay (1918-1919)” de la Doctora y docente de la Facultad de Medicina de la UDELAR, Sandra Burgues, los departamentos más afectados fueron Montevideo, Rivera, Salto y Paysandú. “Las investigaciones sobre cuál fue el primer buque infectado que llegó al puerto de Montevideo concluyen que fue el vapor inglés “Demerara”, procedente de Liverpool, que llegó el 23 de setiembre. Declaró veinte y dos enfermos de los que murieron seis, en un total de 289 viajeros”. En el período 1918-1919, se contabilizaron 2000 muertos por la gripe a nivel nacional, número bajo gracias a las disposiciones de salud que las autoridades llevaron a cabo. “Ante las noticias aterradoras de la alta mortalidad de la gripe en Europa y Brasil, las autoridades del Consejo Nacional de Higiene decidieron tomar medidas de control sanitario a todas las personas que llegaban al país por vía marítima o terrestre. Se visitaban los buques detenidamente y después de hacer la desinfección de los equipajes se permitía bajar al pasajero. Si venían enfermos se los trasladaba al Hospital Fermín Ferreira para ser asistidos en riguroso aislamiento, o de lo contrario quedaban en aislamiento en el Lazareto de la Isla de Flores. A su vez, los pasajeros sanos eran observados por dos días. En la frontera con Brasil se pusieron Puestos Sanitarios de desinfección y observación de las personas que ingresaban a Uruguay”, indica Burgues en su investigación.
El primer buque infectado que llegó al puerto de Montevideo fue el vapor inglés “Demerara”, procedente de Liverpool, que llegó el 23 de setiembre
También, a nivel gubernamental, se evitó fomentar las reuniones masivas y por lo tanto todos los centros educativos (Universidad, liceos y escuelas) fueron cerrados. En el artículo titulado “Los estudiantes y la grippe” del 6 de noviembre, La Mañana apoya el pedido de los estudiantes de una prórroga para sus exámenes afirmando que es una razón justa debido a las dificultades generadas por la pandemia. También cerraron sus puertas teatros y cines a partir del 1 de diciembre de 1918, mientras que el deporte ya se paralizaba meses antes. El 31 de octubre de ese año La Mañana titulaba: “Nacional no jugará. Causa: la gripe que ha atacado a su primer team íntegro”, afectando así al deporte rey en nuestro país. Este mismo diario también alertaba el 12 de noviembre del mismo año que el presidente de la República, Feliciano Viera, tuvo que suspender sus actividades a causa de la pandemia. “Gripe presidencial. El doctor Viera guarda cama atacado por el mal reinante”. Por otra parte, (menciona Burgues en su artículo) se tomaron medidas para el transporte: “La Dirección de Salubridad inspeccionó e higienizó los locales públicos. Escuelas y calles fueron desinfectadas con soluciones antisépticas, los autos y taxis eran desinfectados diariamente con formol en la Casa de Desinfección y se aplicaban multas de $10 a los propietarios que no cumplían con estas normas sanitarias”.
Luego de controlada la gripe gracias a un intenso trabajo en todas las esferas que incluía prevención, tratamiento y rehabilitación, lo cual prosiguió hasta 1921 con campañas de higiene en la población, se logró que Uruguay no fuera parte central de una pandemia tan grande y nunca antes vista como la iniciada en Estados Unidos en 1918.
En situaciones de gran adversidad, es lamentablemente usual que el caos sea utilizado para generar mayor pánico en la población, algo que La Mañana en la columna “La epidemia reinante, las medidas tomadas y su racionalidad” del 6 de noviembre trataba de contrarrestar al defender la difusión responsable de noticias por parte de los medios de comunicación. Las cosas deben “ser repetidas al pueblo, desde el Consejo de Higiene y desde las columnas de la prensa, no en tono alarmista, sino como simple advertencia”, afirmaba el diario.
Brasil fue uno de los países que más sufrió la pandemia en América del Sur y su entonces capital, Río de Janeiro, llegó a tener miles de muertos. Incluso el entonces presidente de Brasil, Francisco de Paula Rodrigues Alves, no pudo llegar a ejercer su reelección como jefe de Estado debido a que contrajo la gripe española en 1918 y falleció el 16 de enero de 1919 a causa de la enfermedad. A nivel deportivo obligó a suspender los campeonatos paulista y carioca e incluso la Copa América, la cual iba a ser disputada ese año en Río de Janeiro y se realizó en 1919, ganándole Brasil 1 a 0 la final a Uruguay. El escritor brasilero Valencio Xavier relata en su libro “O Mez da Grippe”, la situación caótica sufrida por la pandemia en Curitiba mediante fragmentos de diarios de esa época. Perú fue otro país gravemente afectado y en su sección de noticias internacionales, La Mañana destacaba el 30 de setiembre de 1918 la mortalidad que causaba en tierras incaicas: “El promedio de defunciones por la gripe en la última semana ha descendido a ocho casos”. Luego unos días después, la cuarentena decretada en ese país afectó el viaje del Dr Baltasar Brum, que como diplomático tuvo que acatar las disposiciones que Perú aplicó a todos los buques provenientes de otros países y según el telegrama que La Mañana publicaba el 6 de octubre de 1918, “La embajada de Uruguay retardará su llegada hasta el martes por la cuarentena obligada a los buques procedentes del Ecuador”.
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