Guerra. El origen de todo. Victor Davis Hanson. TURNER NOEMA. 328 págs. 2010.
Guerra. Un horror. Algo que la humanidad debería haber superado hace mucho tiempo. Bueno, de hecho, con las posibilidades tecnológicas planteadas a partir de las bombas nucleares y la “destrucción mutua asegurada”, ¿qué sentido tendría perder el tiempo en estudiar en algo tan desagradable y atroz? Aún más, si el tema que deberíamos plantear es la progresiva eliminación de los ejércitos, ¿qué sentido tendría este estéril esfuerzo?
Todo el párrafo previo lo demuele con rigurosidad y erudición Victor Davis Hanson, un historiador militar estadounidense, seguidor de la línea desarrollada por el británico John Keegan, defendiendo la idea de que existe un ethos occidental de la guerra, surgido en la Grecia de la antigüedad y aún presente en Occidente. Cabe acotar su marcada simpatía por la ideología neoconservadora que lo ha llevado, en su célebre obra Guerra del Peloponeso, a comparar la Atenas de Pericles con los Estados Unidos actuales. Y es categórico en la conceptualización por la cual para comprender la cultura occidental es necesario conocer la antigua Grecia y la antigua Roma. “La raíz de la occidentalización del mundo se encuentra en la antigua Grecia, razón más que suficiente para no abandonar el estudio de nuestro legado”. Esto implica una acerada crítica al mundo académico, impregnado por lo políticamente correcto y el pensamiento postmoderno, que habrían perdido de vista el verdadero significado de la cultura clásica.
Hanson señala, asimismo, que el pesimismo nuclear de la Guerra fría, que siguió al horror de las dos guerras mundiales, también enfrió el interés académico. “El obsceno concepto acuñado durante la postguerra de ‘destrucción mutua asegurada’ le daba a la guerra contemporánea un matiz apocalíptico. Tal y como advirtió el presidente John F. Kennedy; ‘La humanidad debe poner fin a la guerra o la guerra pondrá fin a la humanidad’”.
“Desde esta perspectiva, los conflictos armados modernos se habían vuelto tan destructivos que ya no guardaban relación alguna con las batallas del pasado. “Qué importaba que Alejandro Magno en el Indo o Stonewall Jackson en el Valle de Shenandoah hubieran ofrecido lecciones de pensamiento estratégico y táctico si una lluvia de misiles podría hacer que todos sus cálculos se volviesen obsoletos?”.
Y continúa analizando que la década de los ´60 implicó un cuestionamiento radical: quizás la educación, las buenas intenciones y, por qué no, el dinero, abrirían las puertas a un mundo que podía interrumpir el sangriento curso de la historia. ¿Qué sentido tendría la guerra?
En palabras de Mahatma Gandhi: “Qué diferencia hay para los muertos, los huérfanos y los sin hogar si la destrucción loca se inicia en el nombre del totalitarismo o en el sagrado nombre de la libertad y la democracia?”.
Hanson es radical; “Depende. La historia militar nos recuerda que aquellos que murieron en defensa de la libertad democrática para detener las matanzas del totalitarismo eran de una clase diferente a los totalitaristas que murieron luchando contra ellos. El sacrificio de los primeros significó que las generaciones por venir iban a tener más posibilidades, oportunidades, seguridad y libertad, los segundos, en cambio, combatieron por una causa que habría agravado el sufrimiento de las generaciones siguientes”.
TE PUEDE INTERESAR: