Con la participación de Lourdes Repetto junto a Ana Paula Segurola y Lucía Castellanos, se realizó el 11 de mayo pasado el concierto en celebración la restauración del órgano electrónico Ahlborn de la Iglesia Metodista Central de Montevideo.
La restauración estuvo a cargo del técnico uruguayo Jaime Camps y del organero argentino Luciano Ponticelli, quien asesoró vía telefónica en el diagnóstico, estando la gestión y coordinación a cargo de la propia organista Lourdes Repetto y del afinador Sebastián Gossio.
A raíz de estos acontecimientos, entrevistamos a la organista Lourdes Repetto, al afinador Sebastián Gossio y al organero sanducero radicado en Suiza Mario D’Amico, quien nos cuanta de su participación en la restauración del órgano de Notre Dame y de una grata primicia para nuestro país.
Lourdes Repetto (organista)
A manera introductoria, háblanos del órgano y danos una síntesis de sus componentes.
El órgano es un instrumento de viento y teclado. Recibe el aire a presión constante de un fuelle. Cuando el intérprete oprime una tecla, una válvula deja pasar el aire a uno o varios tubos y se produce el sonido.
Teclados. Los órganos históricos presentan un solo teclado, se fueron agregando dos, tres, hasta el órgano actual en la ciudad de Atlantic City que consta de siete, más el teclado pedalero. Con el aumento de los teclados se enriquecieron las posibilidades tímbricas de los instrumentos. Es interesante saber que Johann Sebastian Bach (1685-1750) llegó a conocer un órgano de cuatro teclados.
Registros. Manipulados por los organistas, revisten la forma de placas o tirantes. Son responsables de las variantes tímbricas. Algunos de ellos son solo propios del instrumento, otros imitan instrumentos de la orquesta, por ejemplo, el oboe, la trompeta.
Pedalera. Es el teclado de forma similar al teclado manual, aunque más corto en su extensión. Se acciona con los pies. El organista deberá leer tres pentagramas: mano izquierda, mano derecha y pedalera.
Tubos. Los tubos son de diferentes tamaños, formas y material (madera, aleación de metales como estaño, latón, accesorios de cobre.) Los instrumentos más grandes pueden tener más de 10.000 tubos. La afinación del instrumento es complicada e inestable, sensible a los cambios de temperatura.
Fuelles. Los fuelles son los pulmones del instrumento. Los más antiguos portátiles eran accionados por el mismo ejecutante. Más adelante, cuando aparecen los instrumentos de mayor tamaño se necesitaba de los “fuelleros”, quienes se encargaban de accionar un sistema de palancas. En los archivos de nuestra Iglesia Matriz se encuentran recibos de pago. En general el trabajo se asignaba a negros libertos. Con el advenimiento de la electricidad, un motor sustituyó el suministro de aire al instrumento.
¿Nos podrías hacer una síntesis de su evolución?
4000 años a. de C. aparece un órgano manual en China (tcheng) que se ejecuta mediante el soplo.
Hacia la Edad Media se construye un órgano hidráulico en el que el aire es proporcionado mediante la presión del agua. Al comienzo era un instrumento que pertenecía a la música profana. Recién en el siglo VII es autorizado por la Iglesia, convirtiéndose en el preferido de las comunidades religiosas reunidas en los templos. Respecto al teclado pedalero, ya existía en el siglo XIII, aunque adquiere una forma similar a la actual en el siglo XVII aproximadamente.
En el período barroco, la presencia brillante del compositor alemán Bach, organista y pedagogo de este instrumento, se convierte en su principal referente. Dentro de su vastísima obra no olvida a los alumnos, escribiendo seis sonatas que presentan las mayores dificultades que se le pueden presentar al futuro organista. También obras para principiantes como los ocho pequeños preludios y fugas.
¿Qué le recomiendas a un joven organista?
La dificultad que presenta el instrumento consiste en la coordinación de manos y pies. Por consiguiente, el alumno deberá abordarlo habiendo superado la lectura musical y teniendo un dominio adecuado del teclado manual. Debido a esta razón, deberá rendir una prueba para acceder al ámbito académico delInstituto Musical de la Facultad de Artes. El docente de la cátedra es el maestro Damián Weisz.El Instituto cuenta con un instrumento digital de tres teclados y pedal traído de Holanda.
Sebastián Gossio (afinador)
¿Cómo apareció tu vocación por esta especialización tan particular y poco frecuente en nuestro medio?
Desde la infancia siempre me interesó la música clásica y en especial el piano. Tanto la parte artística como lo técnico. Estudié piano desde muy chico con la pianista Raquel Fort y en el caso del órgano siempre me llamó la atención ver los instrumentos en nuestras iglesias y mi interés, siendo aún muy niño, surgió al ver un programa del antiguo Canal 5 que mostraba a un organista tocar. En dicho programa se veía al artista ejecutar con las manos y los pies. Un familiar que estaba conmigo me comentó que en estos instrumentos “al organista no le alcanzaba la vida para conocer todos los sonidos que se podían obtener de un gran órgano de tubos”. Esa fue la semilla.
¿Cómo fue tu preparación para llegar a tener un conocimiento tan profundo de los órganos?
Comencé aprendiendo la afinación de pianos, y al tiempo, cuando ya contaba con trabajos de importancia y clientes, trabajé junto al antiguo afinador del Sodre, el maestro Duilio Bentancor. Él fue un gran referente en la materia en nuestro medio durante décadas, y de quien aprendí mucho. La afinación moderna de un órgano es como la de los pianos, por cuanto fue necesario seguir aprendiendo otros aspectos técnicos, ya que un órgano de tubos es mucho más complejo que los pianos en general.
Realicé la Licenciatura en Órgano de la Escuela Universitaria de Música (me resta solo el concierto final para egresar) y gracias a la organista en aquel momento, maestra Cristina García Banegas, y sus contactos en Europa, pude realizar una pasantía de perfeccionamiento en el taller Orgebau Waltershausen, en Alemania, ocasión en la cual aprendí la construcción de tubos de metal. Agradezco también al Fonam, que me apoyó con parte de los gastos de pasajes. Actualmente trabajo junto a mi socio, Jaime Camps.
¿Cuáles fueron tus primeros trabajos?
Mi primer trabajo importante fue la recuperación del órgano del Instituto Juan XXIII, de donde fui alumno. En ese momento hice las reparaciones básicas para dejar el instrumento en condiciones aceptables para estudiar.
Al tiempo de esto fue nombrado director el actual cardenal Daniel Sturla, quien desde la dirección del colegio encargó la restauración de la iglesia del instituto. En esa ocasión nos conocimos (él ya sabía de mí como estudiante) y me solicitó presentar un proyecto de restauración del instrumento para poner ese órgano a nivel de uno de concierto. Paralelamente, nunca abandoné la afinación de pianos. De hecho, al jubilarse el maestro Bentancor, fue él junto a la ya fallecida concertista Nibya Mariño quienes me recomendaron para trabajar para el Sodre. De esta manera fui el afinador del Sodre desde 2012 hasta fines de 2017, ocasión en la cual cambiaron las autoridades.
¿Cómo se reparan, afinan y mantienen órganos de gran antigüedad cuyas piezas, por ejemplo, ya no tienen repuestos?
En realidad, siguen existiendo materiales y repuestos para todos los instrumentos. Puede ser que algunas piezas sean más difíciles de conseguir que otras, pero en general no es imposible y lo que se dificulta conseguir se puede construir. Mi criterio siempre ha sido el de respetar lo que hizo la fábrica originalmente. Cuando hay que cambiar una pieza antigua por una nueva, siempre hay que pensar en imitar lo mejor posible lo original. Está el dicho de que “la mejor restauración es la que no se nota”.
¿Qué cuidados exige el mantener en todo su potencial un órgano? ¿Cuáles son los diagnósticos más comunes? ¿Puedes detectarlo con solo oírlo?
Tener el oído educado y saber afinar por oído sin contar con aparatos electrónicos es fundamental para la carrera de un afinador. Hay afinadores electrónicos muy buenos, pero nada suplanta las sutilezas en el sonido que puede captar el oído humano. El trabajo más usual es el mantenimiento de la afinación, seguido de la parte mecánica. Todos los órganos tienen, por poner un ejemplo, partes de cuero. Es común tener que reponer estas piezas cuando están ya añejas.
¿Cuántas clases de órganos hay?
Básicamente hay tres clases de órganos de tubos: los mecánicos, los neumáticos y los eléctricos. En los mecánicos se transmite el movimiento de las teclas hacia la entrada del aire a los tubos a través de varillas de madera. Este sistema es el más antiguo y el más fiel al momento de tocar, ya que la intención del músico se transmite directamente a los tubos al producir el sonido. En el caso de los neumáticos, existe un sistema de fuellecitos de cuero que intermedian entre la pulsación de las teclas y la entrada del aire a los tubos. En este sistema la ventaja es que los teclados son livianos al tocar, ya que toda la resistencia es vencida por el aire a presión en los mencionados fuellecitos. En el caso de los eléctricos, en vez de fuellecitos, hay electroimanes que abren paso al aire hacia los tubos una vez pulsadas las teclas. En este caso los teclados también son livianos de tocar, pero se pierde un poco de fidelidad en la intención del músico.
¿Y en nuestro medio?
En Uruguay la mayoría de los órganos son neumáticos, de la firma alemana Walcker, todos de la primera mitad del siglo XX, cuando este sistema estuvo de moda. Mecánicos hay muy pocos, solo en la iglesia del Cordón, la iglesia San Francisco en la Ciudad Vieja, la Catedral de Canelones y Catedral de Maldonado. Hay algunos eléctricos también, por ejemplo, el de la Catedral de Montevideo, el de Nuestra Señora de Fátima en el Cerro, el mencionado en Juan XXIII, también en Montevideo, el de la iglesia de Punta Carretas y en el interior en Colonia Valdense. El resto son neumáticos.
¿Qué ejemplares en nuestro país has tenido ocasión de conocer? ¿Cuáles son los más antiguos? ¿Y los de mejor sonoridad?
Con excepción del de los Salesianos en Mercedes, conozco todos los demás, ya sea por haber trabajado en ellos o por haber ido a conocerlos especialmente. El más antiguo del país es el de la iglesia San Francisco mencionada, que data de 1884, seguido por el órgano italiano de la catedral de Canelones del 1900, el de Nuestra Señora de Lourdes, frente al Banco Central, que es de 1904, y luego el gran órgano de la Basílica de Paysandú de 1906. Como músico me gustan todos los instrumentos, pero en lo particular tengo predilección por aquellos de gran potencia sonora y claridad del sonido, como el de Paysandú o el de Punta Carretas, por mencionar algunos.
¿Cómo se da la evolución a los órganos electrónicos? ¿Se usan en la música profana?
Los órganos electrónicos son útiles porque son fáciles de transportar, pero no dejan de ser electrodomésticos, y nada suplanta el sonido emitido por un órgano de tubos de verdad.
Existen más de 600 años de música escrita para órgano y me animo a decir que la mayoría de la música de órgano no es eclesiástica.
¿Algunos ejemplares detentan alguna protección patrimonial?
En Uruguay los órganos de tubos aún no son patrimonio cultural reconocido por el Estado. Se espera que en un futuro eso cambie, ya que la mayoría de nuestros instrumentos son considerados históricos, y la fábrica que los construyó ya no existe.
¿Prefieres afinar “a la antigua”? ¿Utilizas diapasón?
Sí, utilizo diapasón o, en tal caso, algún afinador electrónico que me dé la referencia de frecuencia sonora en la nota de partida (que suele ser el La central). Ese La, que en el piano es de 440 vib/seg, en los órganos puede variar según la época y el lugar. En nuestro país ronda las 438, mientras que en Europa llega a 465. El resto lo realizo enteramente a oído.
Para finalizar: ¿prefieres repararlos, disfrutarlos como oyente, o ejecutarlos?
Me apasiona tanto repararlos como ejecutarlos o escuchar a un buen organista en un concierto. La ventaja de haber sido uno quien reparó el instrumento es que permite captar detalles sonoros que para la mayoría van a pasar desapercibidos.
En mi opinión, es fundamental saber ejecutar tanto el piano como el órgano por lo menos a un nivel medio o superior para poder repararlos o afinarlos, ya que una vez finalizada una restauración o afinación solamente tocando el instrumento uno mismo puede darse cuenta si falta algo por retocar, o poder entender mano a mano a otro ejecutante si tiene algún pedido en especial. Pongo el ejemplo de un mecánico de autos: sería imposible realizar el mantenimiento sin saber manejar una vez terminado el trabajo.
Mario D’Amico (organero)
Tu nombre trascendió últimamente por ser el organero uruguayo que tuvo a cargo la restauración del órgano de la semidestruida Notre Dame a raíz del incendio del 15 de abril de 2019. ¿Cómo se dio esta participación tuya y en qué estás hoy?
Esto se dio porque yo estaba al frente de una de las últimas empresas encargadas de dicho órgano antes del incendio. Fue una tarea muy dura, muy complicada por el plomo volátil que se adhirió a todas las superficies y hubo que trabajar con medidas de seguridad como si fuera una central nuclear. La complejidad es exponencial al tamaño del instrumento. Cuando restauramos un órgano de 20 registros no es como uno de 115 y 8000 tubos, como el de Notre Dame: es otro tipo de complejidad. Por mi parte ya terminé, ya se está terminando la restauración de la catedral y restan trabajos de afinación antes de abrir la catedral al público.
En tu Paysandú natal, ¿qué acercamiento al órgano tuviste y cómo se afianzó esta motivación?
Empecé a fascinarme por el órgano a raíz de un concierto que dio Cristina García Banegas en el año 91, aproximadamente. Ella vino y estuvo dando un concierto y poco a poco se fueron dando las cosas. Yo estaba buscando para irme a Europa a aprender a restaurarlos y se dio que desde Alemania nos regalaron el 75% de la restauración del órgano de Paysandú, que salió 200.000 dólares en el año 97. Alemania pagó 150.000 y Paysandú juntó 50.000. Fue ahí donde pude empezar. Me fui a Alemania con la empresa y tuve la suerte de ir a formarme con Gerhard Grenzing en Barcelona, donde me quedé 20 años.
¿Cómo siguió esta especialización? ¿Dónde y cómo se aprende a ser organero?
Estuve radicado durante 20 años en España trabajando para Gerhard Grenzing, donde tuve la suerte de trabajar en la construcción del órgano de la catedral de Bruselas, restauración de los órganos de la catedral de México, de Bogotá, de Sevilla, del Palacio Real de Madrid. El trabajo abarcó desde Japón al Norte de Suecia, New York, Bogotá. También estuve en Francia 4 años.
¿Qué órganos son patrimoniales por su calidad, antigüedad y por ser únicos (o casi)?
En Francia tienen 16.000 instrumentos, por lo cual el Estado se ocupa de su mantenimiento por considerarlos bien patrimonial francés. Todos los órganos de parroquia son las intendencias las que se ocupan de mantenerlos. Y los de las catedrales el Estado francés es quien los mantiene. En Uruguay tenemos alrededor de 35 instrumentos en todo el país. Para la cantidad y calidad que tenemos todos deberían ser protegidos. En Ecilda Paullier había un armonio francés: ese armonio es como un órgano para un parisino. Debemos proteger lo que tenemos en casa. Hay órganos que corren peligro de desaparecer, como el órgano de La Aguada, que se desmontó y nunca se volvió a montar. El de la Metodista Central corre peligro, también es recuperable.
¿Cuáles fueron los trabajos que recuerdas por su importancia o dificultad?
El más impactante fue la instalación del nuevo órgano de la catedral de Bruselas, que es muy respetuoso con la tradición, pero contiene todas las técnicas actuales. Es una obra de arte que no va a sufrir el paso del tiempo ni de las modas en gustos. La de los órganos de la catedral de México: uno construido en Madrid en el siglo XVII y luego transportado y otro construido en copia a principios del XVIII. Sufrieron el fuego de la catedral, pero pudieron salvarse. El de Mallorca con un diseño rococó y Notre Dame por su universalidad.
¿Sigues pensando en Uruguay? ¿Dónde estás radicado ahora?
Estoy muy pendiente de Uruguay ya que a veces no contamos con organeros y por eso trabajamos “teleorganería” con los técnicos que están cerca. Como trabajaba mi padre que era dentista y hacía lo mismo con el órgano de Paysandú.
Estoy radicado en Suiza. Veo las montañas desde casa. Estoy muy contento. Además, estoy trabajando para el taller Kuhn, una de las empresas más prestigiosas, con más de 150 años y con instrumentos en todo el mundo.
¿Qué sorpresas tienes? ¿Qué nuevos proyectos?
El año pasado pudimos enviar desde Montpellier un órgano que tenía que ser desmontado y ese instrumento quedaba disponible y pudo salir de Francia. Ahora está en Colonia, esperando la autorización por parte de la basílica para ser puesto al servicio de los feligreses y de toda la ciudad de Colonia. Esta ha sido una iniciativa de los vecinos, que en tiempo récord lograron traer el que pasa a ser el órgano más antiguo, 1870, y único en Latinoamérica, convirtiéndose en algo muy importante para el patrimonio organístico uruguayo.
Aquí va una sorpresa: está por viajar, el 28 de este mes, desde Suiza, el órgano más grande de Uruguay. Es un Khun. Tiene 3 teclados manuales, uno de pedal 37 registros. Este instrumento fue donado por una iglesia de Suiza para una de Uruguay. Es una excelente noticia porque es una iglesia que lo trae, no solo para el uso en el culto, sino también para eventos culturales de la ciudad (pedagogía y conciertos).
Nota de redacción:
Hoy sabemos que nuestro entrevistado Mario D’Amico participó en la mediación para que la parroquia del Sagrado Corazón de la ciudad de Lenzburg (Suiza) done a la diócesis de Salto para su instalación en la Catedral un órgano realizado por el prestigioso taller suizo Orgebau Kuhn. El órgano donado a Salto fue construido en 1950, consta de 37 registros y casi 2.500 tubos o flautas. Es importante destacar que este órgano, una vez instalado, será el más grande de nuestro país. El instrumento cumplirá una función religiosa durante la liturgia, pero será puesto al servicio de la comunidad para la actividad concertística y muy especialmente al servicio de la Escuela Universitaria de Música, dependiente de la Facultad de Artes de la Universidad de la República, y que justamente tiene en Salto su única filial en el interior del país.
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