Son las cuatro de la tarde. Suena el timbre y allí está él, con su guitarra y una sonrisa que anuncia lo que pronto pasará…
La ciencia tiene sus explicaciones, pero alcanza con ver cómo las caras se iluminan y los recuerdos se agolpan como vivencias. Las palabras, hasta ese momento ausentes, aparecen poco a poco mientras las risas tímidamente afloran al escuchar el primer acorde de la guitarra del músico.
Probablemente hay muchos músicos que se dedican de forma profesional (o no) a esta tarea. Lo que sí es seguro es que para realizar este trabajo se necesita mucha convicción y además ganas de dar. Esta vocación excede lo artístico y es más una necesidad altruista de orden humano y social que exige además una gran cuota de empatía y sensibilidad.
Para saber más de este trabajo específico y de cómo lo recibe el público residente entrevistamos a un músico que se dedica justamente a hacer música en vivo en residenciales.
A continuación, la entrevista que mantuvimos con Marcelo Pérez, que como todos los sábados a las 16 horas comienza repartiendo a cada residente la carpeta con las canciones para que la magia de la música tenga lugar una vez más.
Empecemos por saber algo de ti, de tu formación, desde cuándo te dedicas a esta actividad, etc.
Me inicié desde que tengo uso de razón en la música. Siempre fue mi motor de vida, mi fuente de creatividad e ingenio personal para afrontar cada instancia de la misma. En mi hogar y familia siempre hubo un muy buen y variado gusto por la música. Con mi padre aprendí el gusto por el rock (Beatles, Stones, Pink Floyd) con mi madre más lo melódico, sobre todo José Luis Perales y la música “popera” que cruzaba el charco hacia nuestro Montevideo.
Con mis abuelos se escuchaba mucho tango. Gustaba mucho compartir tardes con esa música de fondo, y sobre todo con mi abuelo paterno, con el cual se me identificó mucho por compartir formas de ser y pensar… además era guitarrero como yo. Con éste aprendí desde temprana edad algunas teorías básicas del instrumento y la armónica, con la que solía acompañarse también en canciones de su tierra natal argentina, zambas, milongas, chacareras y tangos. Incorporé mucho de su impronta y buena onda cuando de tardes de conversa y música se trataba dos por tres.
Más tarde aprendí más en profundidad con profesores ya de música clásica y Rock and Roll, pero siempre fui más fiel a mi iniciativa autodidacta. A los veinte y largos años, durante los fines de semana que iba a visitar a un tío abuelo a un residencial de mi viejo barrio Jacinto Vera, se me pidió que llevase mi guitarra para animar a los abuelos en una pequeña fiesta sorpresa para ellos. Fue tan enorme la felicidad que sintieron todos al cantar y escuchar viejos clásicos de nuestra música popular, que sin pensar se convirtió en un clásico de todos los fines de semanas. Y así fue como empezó todo con respecto a esta maravillosa vocación de compartir música en vivo con nuestros queridos abuelos. El boca a boca hizo que visitara después otros residenciales en donde siempre fui muy bien recibido y esperado con ansias, pues las canciones que elijo tocar son la mayoría de ellas grandes clásicos populares de su época joven.
¿Con qué frecuencia concurres a esta labor, cuántas horas en cada lugar? ¿Compones? ¿Actúas? ¿Eres docente?
Mi estilo es siempre solitario, me gusta trabajar solo acompañado de mis guitarras y armónicas y sin amplificación dado que prefiero talleres en donde todos participen a la par y nadie quede tapado por parlantes. Todos somos como un gran coro en el que trato de que canten conmigo y se les oiga al mismo nivel de voz. Además, les llevo a cada uno de los abuelos distintos cancioneros para que puedan cantar, aunque no sepan la letra de las canciones. No hay excusas. Las visitas suelen durar una hora y no solo cantamos, sino que se dan buenas charlas, como el análisis de temas e historias que hay detrás de cada canción. Se trata de aprender en cada momento lo que allí se expresa, su contenido, su porqué. Te digo que sigo aprendiendo de esos abuelos que siempre te aportan interesantísima data de los artistas y canciones en cuestión. De esta manera les convido a rememorar viejas anécdotas y buenísimas historias de su hermoso y valioso pasado que está allí latente de ser escuchado. Ellos también aprenden conmigo puesto que soy un estudioso de lo que interpreto. Aunque me falta mucho, también mucho aprendí. He sido docente en alguna oportunidad, pero me gustan más las tablas, el actuar, soy actor cuando debo romper el hielo en algunas circunstancias y me ha ido bastante bien (se ríe). Sí compongo en mis ratos libres, pero solo por mero placer personal. He salido en carnaval en dos oportunidades para cumplir un sueño de mi infancia.
¿Cuál es tu equipo de trabajo como instrumentos, accesorios, cables, partituras, etc.?
Suelo manejarme con dos guitarras y dos o tres armónicas, unas partituras y un atril como apoyo ya que son muchas canciones de todos los estilos posibles y tengo un repertorio actual de aproximadamente seiscientas canciones entre tangos, milongas, boleros, folclore, melódicas, pop, candombes, murgas, baladas, pasodobles, etc.; músicas populares en varios estilos.
¿Cómo buscas trabajo? ¿te ofreces en la web? ¿Te contactan de alguna forma? ¿Te piden referencias? ¿Te da para vivir?
En la web me pueden encontrar como LA VIDA ES MÚSICA MARCE PÉREZ, pero prefiero proponer mi actividad personalmente dejando mi tarjeta a la vieja usanza. No sé si da para vivir, lo que sí te puedo decir es que amo lo que hago y no hay dinero que lo valide ya que esto va por otro lado, es algo que se siente en otro nivel. Para mi es casi una catarsis y es como reencontrarme con mis amados abuelos que ya no están conmigo en esta vida.
El trabajar en residenciales a alguna gente le parece “un bajón”. ¿Tú qué opinas?
Si, la mayoría de la gente cercana y no tan cercana admiran mi labor dado que ellos dicen que no podrían hacerlo, que es como un bajón lidiar con esas situaciones, pero considero que son parte de nuestro camino, el personal y el de todos. En verdad entiendo su punto de vista, pero yo no me centro en ese aspecto, sino en la otra cara de esa misma moneda. Para mí el ir a pasar un rato de diversión con los abuelos es como estar con mis propios abuelos. Ellos me dan esa oportunidad y yo les entrego en esa hora todo mi cariño y amor mediante la música que en este caso es solo un instrumento para compartir un espacio de gratitud y de buenas emociones que es lo que hace falta en este mundo. En ello es en lo que me enfoco y sé que ellos también, porque continuamente siento el cariño inmenso que me retribuyen en cada sonrisa, mirada, cada canción, cada charla. Se dan momentos muy mágicos. Siempre tuve muy buena conexión con la gente mayor. También es una forma de honrar la vejez como una etapa de la vida valiosa, sabia e importante. En otras culturas las personas de mayor edad son consideradas guías por su experiencia, sin embargo, en nuestra sociedad moderna y vertiginosa ya no se les da ese lugar.
¿Cómo es tu rutina?, ¿les hablas, les cantas, les das letras, ellos eligen?
La rutina en los llamados talleres es de una hora en cada casa residencial y por lo general por semana, ya que también hay otras actividades. Me gusta siempre llegar con tiempo como para acomodarnos de a poco y poder saludar a cada uno que va llegando como corresponde, sin apuros, mientras voy armando mi espacio y les voy entregando los cancioneros donde ellos pueden elegir las canciones o yo les voy guiando de acuerdo a lo que me gustaría cantarles para cada ocasión. También suelo observar el ánimo de los abuelos en cada encuentro para así elegir qué canciones interpretar, o les pregunto directamente de qué tienen ganas y para allí vamos. Muchas veces termino no tocando ni una canción de las que tenía en mente (se ríe).
Desde tu visión ¿qué reflexión harías con respecto a los residenciales? ¿Alguna sugerencia? ¿Algo para mejorar o empezar a hacer?
En general los residenciales son lugares donde uno pasará sus últimos años de esta vida y deben de ser lugares donde reine la felicidad a pesar de todo, con actividades placenteras y divertidas donde uno pueda expresar todo lo que quede por expresar. En lo que me atañe, la música toma un lugar muy importante en ello, dado como te decía, que toca mucha fibra íntima y acompaña mucho en ese proceso. No es fácil estar allí, ni vivir allí. La convivencia siempre es un tema y son muchos los que allí residen con diferentes circunstancias, pero siempre es bueno el estar acompañado y es muy importante para ellos que su clan esté con ellos compartiendo momentos… muchos más momentos. Siempre disfruto mucho cuando coincido con algún familiar que justo está de visita, porque se van muy contentos de haber vivido esa experiencia, de compartir ese momento mágico.
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