De los cinco hijos nacidos de los amores entre don Manuel de Maeztu y doña Juana Whitney, el primero fue Ramiro. Después los siguieron Miguel, Ángela, María y Gustavo. Doña Juana, hija de un diplomático inglés, era una mujer de una gran cultura que hablaba a la perfección el francés y el inglés. Don Manuel fue un ingeniero y hacendado cubano. La familia estaba radicada en España y el ingeniero hacía frecuentes viajes a Cuba a atender su propiedad. Su muerte en 1894 impactó en la economía familiar. Viuda e hijos se trasladaron a Bilbao donde Juana se dedicó a la enseñanza actividad a la que se van integrando sus hijas Ángela y María. En 1911 funda la Academia Anglo-Francesa, una institución de «educación completa para señoritas».
No es de extrañar entonces que, de esos cinco hijos, tres resultaran personajes notorios: Ramiro; María, la maestra, pedagoga, feminista, integrante de la Asamblea Nacional durante la dictadura de Primo de Rivera; y Gustavo, el escritor y artista plástico. El más relevante es Ramiro, el escritor, periodista, corresponsal de guerra, embajador en Argentina, diputado en las Cortes, miembro de la Academia de Ciencias Políticas y Morales. Su obra más conocida, Defensa de la Hispanidad es fruto de sus artículos en el medio Acción Española, desde su aparición en 1931 hasta 1933. El surgimiento de la revista coincidió con la proclamación de la Segunda República Española.
La hispanidad
Sostiene de Maeztu que llamar «Día de la Raza» a la celebración del 12 de octubre es un error. Que correspondería el nombre de «Día de la Hispanidad», comprensivo de todas las razas y sus combinaciones que pertenecen a la cultura hispánica.
En ese mismo trabajo recuerda que en el Ariel, Rodó escribió que los americanos del sur tienen «una herencia de raza, una gran tradición étnica que mantener, un vínculo sagrado que nos une a inmortales páginas de la historia, confiando a nuestro honor su continuación en lo futuro. Solo que Rodó no dice los hispanos, sino los americanos latinos, porque, saturado de cultura francesa, no había aún encontrado el sentido de España». Inmediatamente se pregunta si la hispanidad debería considerar también a Portugal y al Brasil. Cree que sí y cita en su auxilio a ilustres portugueses como Camóens en Os Lusíadas –publicada en 1572– y a otro escritor y político como João Baptista de Almeida Garrett (1799-1854): «Somos Hispanos, e devemos chamar Hispanos a quantos habitamos a peninsula hispánica».
En suma, Maeztu rechaza la aplicación del concepto de raza por improcedente. Salvo que la expresión se interprete con el sentido de «luz del espíritu, como el habla y el credo». Una vez más el diccionario de la RAE nos aclara el punto. La palabra raza puede proceder de razza con el sentido de casta o linaje, o de radius, que significa rayo. Esta segunda acepción: «Rayo de luz que penetra por una abertura» sería la única explicación aceptable.
Además, Maeztu toma su inspiración de un periódico argentino. Si hubiera tenido a la vista el discurso de Juan Zorrilla de San Martín con ocasión de los 400 años del Descubrimiento habría podido agregar al poeta al nombre de Rodó. En efecto, cuando en ejercicio de su cargo diplomático Zorrilla pronuncia su discurso en La Rábida, habla de «la persona Hispania», una persona, dice, «que está aquí dentro de nuestras entrañas [y] que también está aquí, en nuestra lengua castellana, en nuestro verbo español». Maeztu dirá más de treinta años después –y así lo recoge Caras y caretas (Buenos Aires) el 24 de mayo de 1930 que: «la Hispanidad… es aquello que el lector y yo tenemos en común».
En 1936 la publicación bonaerense vuelve a registrar un juicio de Maeztu: «Argentina y Uruguay, fueron los que volvieron primeramente sus ojos hacia España… José Enrique Rodó y Rubén Darío se hispanizan porque estaban demasiado saturados de literatura extranjera…».
En 1909, con ocasión del tratado de rectificación de límites en el río Yaguarón y la Laguna Merín, Rodó –entonces diputado– bosquejó un discurso con la intención de pronunciarlo en Río como integrante de una delegación oficial a la capital del Brasil. La misión no se concretó, pero parte del discurso fue contenido en El Mirador de Próspero (1913). Allí, dice Rodó: «que el mismo nombre de hispanoamericanos conviene también a los nativos del Brasil… porque siendo el nombre de España, en un sentido original y propio, un nombre geográfico… y no un nombre político o de nacionalidad, el Portugal de hoy tiene, en rigor, tan cumplido derecho a participar de ese nombre geográfico de España como las partes de la península que constituyen la actual nacionalidad española…». Ergo: hispanoamericanos somos todos, Brasil incluido. Lo mismo que proclama Maeztu en su Defensa… pero veinte años antes.
Por cierto que el argumento ya había sido esgrimido. Y tampoco debe olvidarse que el escrito rodoniano apuntaba a un interés diplomático. Pero no debe ser motivo para dudar de la sinceridad del pensador uruguayo.
Decíamos más arriba que Maeztu fue embajador en la Argentina entre 1928 y 1930, por lo que no es raro que Caras y caretas le dedicara más de una nota. Curiosamente, no hay –por lo menos no encontré– una referencia a su asesinato ocurrido en 1936. Maeztu fue una de las primeras víctimas de la guerra de España. Arrestado sin garantía alguna, fue sacado de prisión por un grupo paramilitar de izquierdistas y cobardemente fusilado.
La defensa
Pero la Defensa de la Hispanidad no solamente se refiere al cambio de denominación del Día de la Raza. He aquí algunos conceptos: «una buena educación debe enseñar, sobre todo, a sufrir… La educación actual… es radicalmente mala, porque no enseña a sufrir, sino a gozar. La ventaja que tienen nuestros emigrantes campesinos sobre los urbanos y educados, consiste principalmente en no haberla recibido». Son los menos contaminados «de los falsos valores de la modernidad [y ostentan] por eso mismo, con mayor pureza, los principios de vida de la España tradicional histórica».
Y sobre la oposición EE.UU.-URSS: «al mismo tiempo que “la diplomacia del dólar” ha surgido en Sudamérica la influencia de Moscú». «Méjico, revolucionado desde la caída de D. Porfirio Díaz, en 1911, se convierte en uno de los centros de la nueva agitación. El otro se establece en Montevideo, al amparo del jacobinismo del señor Batlle y Ordóñez. De entonces acá, la agitación no cesa».
«El comunismo, al fin y al cabo, no es sino la última consecuencia del espíritu revolucionario que desde hace dos siglos está difundiéndose por los países hispánicos».
«El aumento constante de los gastos públicos se ha convertido, para todos los pueblos, en una ley histórica. Y así los Estados no son ya escudos, sino cánceres que la devoran».
«No hay quien custodie a los custodios; no hay quien nos proteja contra el Estado…». Y eso solo será posible cuando «el Estado-botín haya cedido el puesto al Estado-servicio».
«La crisis de la Hispanidad es la de sus principios religiosos».
De a poco se fue haciendo conciencia de que el Día de la Raza tenía que cambiar de denominación. Algunos creyeron que era el camino para que pasara a «Día de la Hispanidad», como seguramente hubieran querido Zorrilla de San Martín y Rodó para el Uruguay. Cada país encontró una fórmula diferente. La Argentina de la expresidenta Fernández de Kirchner adoptó el nombre de Día del Respeto a la Diversidad Cultural en 2010. Uruguay, por probables razones de economía, resolvió adjudicarle el de Día de la Diversidad Cultural.
Las resoluciones de ambas naciones del Plata fueron redactadas en perfecto español.
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