Llega una nueva edición de la tradicional Exposición Ganadera del Prado organizada por la Asociación Rural del Uruguay (ARU), y desde aquel lejano año de 1913 en el que se concretó la primera muestra ganadera en las instalaciones del Prado, hasta la fecha, diferentes historias y anécdotas se han ido generando entorno a esta justa ganadera.
La raza El Canelón
La raza equina “El Canelón”, si bien ya no existe, fue de las primeras razas equinas que participaron de las exposiciones, mucho antes que los Criollos o los Árabes, a la vez de tener el privilegio de ser la primera raza equina de América del Sur creada en Uruguay. La misma se formó a mediados del siglo XIX en la estancia “La Uruguaya”, de Don Enrique Artagaveytia, en Soriano. Su creador, analizando las características del país, buscaba formar caballos con patas y trotes más largos, pero manteniendo la rusticidad del criollo. Para ello partió de yeguas Criollas –originadas de una histórica manada adquirida en 1855 a los hermanos Ruíz– y padrillos europeos importados. Dio origen a un caballo que reunía condiciones tales como la belleza, la sobriedad, la mansedumbre, la resistencia, la fuerza y la elegancia. Estuvo en el Prado desde la inauguración del predio en 1913, inicialmente como una raza en formación. En 1943 la raza fue reconocida y los ejemplares que concurren ese mismo año al Prado fueron los últimos en marcar la presencia de la raza, dado que nunca más se presentó hasta desaparecer por causas difíciles de comprender. La raza debía su nombre al árbol indígena Canelón (myrsine Floribunda).
La exposición adquiere carácter internacional
El 25 de agosto de 1917 se inaugura la 12° Exposición Nacional de Campeonatos de Ganadería y la 1° Exposición Internacional, algo que se venía programando desde un par de años atrás. En la ocasión se hicieron presentes selectos reproductores de cabañas argentinas e inglesas, que le dieron un especial realce a la muestra, resultando Campeón de la Raza Hereford un toro inglés “Newton Marcus”, importado y expuesto por Guillermo Young.
La primera visita real
En la tarde del 14 de agosto de 1925, la 20° Exposición Nacional recibió la vista del entonces príncipe de Gales, Eduardo de Windsor, heredero de la corona británica. El visitante real – luciendo un impecable traje gris oscuro con un ramo de violetas en su ojal y un sombrero borsalino– llegó acompañado del presidente de la República, José Serrato, y el presidente del Consejo Nacional de Administración, Dr. Luis Alberto de Herrera. En el palco fueron recibidos por el presidente de ARU, el Dr. Domingo Bordaberry y el ministro de Industria, César Mayo Gutiérrez, que le dieron la bienvenida y lo invitaron a presenciar un desfile de los reproductores que resultaron ganadores en cada una de las razas expuestas. En la pista se le presentaron también cuatro caballos Criollos, de los cuales uno se le obsequió al príncipe. Como anécdota de esta visita, ocurrió un hecho contrastante con la puntualidad inglesa, al no aparecer el coche oficial que debía trasladar al visitante a otros compromisos agendados. Luego de un tiempo prudente de espera Eduardo de Windsor debió abordar otro vehículo. Once años después y convertido en el Rey Eduardo VIII, este abdicó a la corona inglesa para poder casarse con una estadounidense plebeya y divorciada. Otros tiempos. Otros valores.
Criollos para Brasil
En 1935, en ocasión de la 30° Exposición Nacional de Campeonatos de Ganadería, se expusieron dos ejemplares de la raza equina Criolla, “Gaucho Florido” y “Gaucho Hermoso”, del Dr. Alejandro Gallinal Conlazo. Tras competir en la tradicional pista del Prado, no salieron a la venta y tampoco retornaron al establecimiento de su titular, por cuanto al registrarse la visita oficial a la exposición del ministro de Ganadería y Agricultura de Brasil, el Dr. Odilón Braga –declarado “Huésped de Honor de la República”–, Gallinal resolvió obsequiar los dos caballos, el primero con destino al presidente de Brasil, Getulio Vargas, y el segundo al mismo ministro Braga.
Un gran campeón y un vino
En 1946, la Estancia y Cabaña Los Cerros de San Juan conquista por segunda vez en la historia del establecimiento el máximo lauro de la raza Hereford en las pistas de Palermo y el Prado, con un mismo toro. La primera vez había sido en 1928 y ahora lo hacía con el toro “Fiesta” (San Juan´s Quoit 28), marcando así un nuevo hito histórico en la ganadería uruguaya.
Esta doble coronación de 1946 fue celebrada con el tiempo por la Bodega de los Cerros de San Juan, ingresando al mercado tres vinos de corte con el nombre “San Juan Fiesta”. Uno blanco que respondió a las variedades riesling y Sauvignon blanc; el rosado a cabernet Sauvignon y tannat, y el tinto, que respondió al tannat y merlot.
Un tricampeón inmortalizado en el bronce
En la década de 1950 un Criollo tostado requemado overo pampa llamado “Guazubirá” –nacido 1944– y presentado por el Dr. Alberto Gallinal Heber, supo conquistar en el Prado los títulos de “Reservado Gran Campeón” y tres veces “Gran Campeón”. En homenaje a ese caballo el Dr. Gallinal contrató los servicios del escultor José L. Belloni (1882-1965) y lo hizo esculpir en bronce. Para su realización Belloni se instaló por unos días en “San Pedro de Timote” y allí con el caballo como modelo concretó su obra a la sombra de unos viejos ombúes. La obra reposó durante un par de años sobre una piedra emplazada junto al pórtico que da paso al llamado “patio de las palmeras” de la estancia. Hoy el bronce de Guazubirá es propiedad de una de las hijas del Dr. Gallinal.
Llega SARU con su oferta gastronómica
En 1955 un grupo de señoras vinculadas a la actividad agropecuaria se reunió en la Ciudad Vieja –en el escritorio del Ing. Juan José Arteaga–, convocadas por Enriqueta Arteaga de Soneira, para crear una organización civil de carácter privado destinada a atender los problemas sociales en la campaña, a partir fundamentalmente del apoyo a niños y jóvenes del medio, a través de hogares estudiantiles, becas para estudio, pensionados, etc. Así nació SARU (Servicio de Ayuda Rural del Uruguay) que fue generando diferentes eventos con el fin de recaudar fondos para llevar adelante los objetivos establecidos.
Al celebrase la 57° edición de la Exposición en 1962, SARU se hace presente por primera vez en el Prado con su oferta gastronómica, como otra forma de poder recaudar fondos para sus obras. Se inició con un kiosco –instalado entonces en una estructura de chapa donada por Coca Cola– y en los stands de Cervecerías del Uruguay y de Aberdeen Angus, cedidos para la organización. Desde entonces en las ediciones siguientes, al kiosco fundacional fue evolucionando para ser hoy todo un emblema de la Expo Prado y se fueron creando otros espacios gastronómicos, como ocurrió en la década de 1970 cuando se instaló la ya tradicional “Parrilla de SARU”.
Un toro “proscripto”
En ocasión de la 74° Exposición Nacional y 23° Internacional, celebrada del 2 al 15 de agosto de1979, el protagonismo lo tuvo un toro de la raza Fleckvie de la cabaña rochense de Wilson Ferreira Aldunate. Líder del Partido Nacional exiliado entonces por estar requerido por el régimen de facto que gobernaba el país desde 1973. La sola presencia del toro con su cartel de presentación, en el que aparecía el nombre del criador y expositor, generó el encono de los gobernantes de facto quienes lograron, a través de diferentes gestiones y mecanismos, que se retirara el ejemplar de la muestra. Este estuvo bajo custodia hasta la definición de la situación y de esta manera impidieron que competiera tras una absurda “proscripción”, en alusión a las proscripciones políticas impuestas por el régimen dictatorial de la época.
Nace Plaza Prado
En setiembre de 2003, la nueva edición de la Expo Prado deja habilitada por parte de ARU una serie de obras dentro del predio, entre ellas las realizadas sobre el sector de la calle Atilio Pelossi, donde se creó un espacio para esparcimiento y espectáculos denominado Plaza Prado.
* Ingeniero agrónomo
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