Torres García nació en Montevideo en 1874 y emigró con sus padres a Barcelona en 1891. Inició sus estudios en 1894 en la Academia de Bellas Artes de Llotja y frecuentó el Cercle Artistic de San Lluc, donde recibió una formación neoclásica, se impregnó de la filosofía platónica, de religión y misticismo. Fue figura destacada del Noucentisme Catalan, a la sazón dominante con una ideología alegórica y realista. En 1913 fundó la Escola de Decoració, que puso de manifiesto un constante devenir de su personalidad, su vocación pedagógica.
Fue autor de numerosos textos sobre la enseñanza de la pintura y del dibujo, por ejemplo: Notes sobre art (1913), Dialegs (1915), en lengua catalana que conoció a la perfección. Estos escritos revelaban ya un cambio de su concepción artística, que el ambiente barcelonés no comprendió y que lo llevaría a emigrar para conocer otras culturas1. Publicó Un ensayo de clasicismo (1916) y El descubrimiento de sí mismo (1917). En este año se produjo el encuentro con el uruguayo Rafael Barradas, que fructificaría en una amistad profunda que, aunque separados físicamente por los continuos viajes, duraría hasta la temprana la muerte de este joven artista. Años más tarde, Torres García, en un texto que le dedicaría en su Universalismo Constructivo, expondría la importancia que tuvo para él esa amistad y la profunda complicidad que les unió, reflejada en la correspondencia epistolar entre 1918 a 1928.
Convencido de la necesidad de dotar a los niños de elementos con los que jugar y que, a su vez, desarrollaran su imaginación y su gusto por el color y la forma, creó los juguetes de madera, verdaderas obras escultóricas desde la simplicidad que el niño pudiera comprender. Los presentó por primera vez en Barcelona en 1918, en la Galería Dalmau. Estos objetos de arte, como los denominó, subrayan la importancia de las ideas educativas progresistas de Torres-García.
Su primer destino sería Nueva York, en donde vivió dos años y se lo reconoció como artista… y donde instaló una fábrica de juguetes, Aladdin Toys, fabricados y comercializados por Torres García y que más tarde destruyó un incendio. La ciudad moderna y trepidante, con sus calles y tranvías, impactó en el universo del artista, se convirtió en protagonista de su obra y al representarla, descompuso el espacio real en fragmentos que ordenó en plásticamente. Regresó a Europa, pasó por Italia y Villafranche-sur-mer, pero eligió París de 1926 a 1932. Allí entró en contacto la abstracción geométrica: Arp, Van Doesburg, Mondrian, Hélion y Domela. Con Michel Seuphor. Torres García fundó el grupo Cercle et Carré, que rechazó la figuración y tuvo como norma el uso de la forma geométrica, y la estructura como credo. A sus cuadros y construcciones de madera de los años 1929-30, de colores primarios, les añadió tintes más oscuros, los ocres, las tierras. El arte deviene para el artista un medio para comprender el mundo, de descifrarlo y de parecer inteligible.
En 1932, abandonó París por Madrid, a cuyo ambiente artístico no se acabó de integrar y dos años más tarde, en 1934, decidió regresar a Uruguay. En Montevideo creó en 1935 la Asociación de Arte Constructivo (AAC), y después el Taller (TTG) en 1943, centro de convivencia y verdadero órgano de difusión de sus ideas, en un ambiente activo, donde la acción creadora sería la norma, continuando la tradición de los talleres medievales y renacentistas que habían servido de inspiración a otros grupos de vanguardia de los años veinte y treinta, en los que la interacción de las enseñanzas del maestro y las influencias mutuas entre los discípulos y la acumulación de técnicas y conocimientos, desarrollaron las pautas de revolución en el arte del siglo XX2. Los jóvenes artistas descubrieron, gracias a él, el arte concreto, el constructivismo ruso, el neoplasticismo, Mondrian y Kandinsky. Siguió impartiendo conferencias sobre las vanguardias europeas, escribiendo textos sobre arte, ejerciendo una gran influencia tanto en América Latina como en América del Norte. De este año es la obra América invertida, un pequeño dibujo a pluma y tinta que ilustra una de las reivindicaciones que el artista esgrimió en el TTG. Una América Latina que tuviese como base para su creación artística e intelectual a sus propias culturas indígenas, proponiendo un movimiento artístico latinoamericano autónomo. Famosa es su afirmación “Nuestro norte es el sur”. El dibujo se exhibe en la muestra del MNAV.
En 1935 publicó Estructura. Entre 1936 y 1943, publicó Círculo y Cuadrado, revista inspirada en la anterior Cercle et Carré de París. A partir de 1937 se interesó por la religión, antropología e historia de la América prehispánica. En 1938 realizó el Monumento Cósmico, del Parque Rodó de Montevideo. Instauró una lengua universal llena de signos, esquemáticos espirales, siluetas femeninas y lunas inspirados en los primitivos. Publicó La tradición del hombre abstracto y en 1939 Historia de mi vida.
En 1944 el TTG realizó 27 murales para el Hospital Sant Bois de Montevideo. En 1945 se publicó la revista del Taller, Removedor, dirigida por Guido Castillo. Entre 1947-48 impartió conferencias en la Facultad de Humanidades y Ciencias de Montevideo, que un año más tarde se recopilarían en una publicación titulada Lo Aparente y lo Concreto en el Arte. A su vez, este año empezó la construcción de su casa en la calle Caramurú 5612, un ejemplo del constructivismo aplicado a la arquitectura.
En 1941, el gobierno uruguayo lo nombró profesor emérito de Arte. Murió el 8 de agosto de 1949 a los 75 años. Expuso en todos los países en que vivió y después de su muerte las exposiciones se han ido sucediendo a lo largo de todos estos años, complementadas con las de sus discípulos testimonio su labor de educación a través del arte. Fue un hombre con una voluntad de superación y de lucha constante ante las adversidades que ha sufrido en su afán por difundir sus ideas. El fuego ha supuesto para él, en vida, una ruina económica, al incendiarse en Nueva York la fábrica de Juguetes Aladdin Toys, lo que lo empujó hacia una decisión ya tomada: al retorno a Europa. Después de su muerte, en Río de Janeiro, Brasil, en 1978 en el nuevo Museo de Arte Moderno se exhibieron en una muestra 73 obras suyas. Se produjo un incendio en el museo que quemó obras de artistas internacionales del acervo del museo y la casi totalidad de la exposición. Se quemaron 11 obras de las 39 del MNAV, y los murales del Hospital Saint Bois de Montevideo y el resto fueron obras de prestadores particulares que se perdieron en el incendio.
El 150º aniversario del nacimiento de Torres García se está celebrando en muchos países y se está llevando a cabo una colaboración entre los diversos centros y estudiosos del artista. Este hecho es una muestra más de su legado y está suponiendo un reconocimiento universal a la ingente labor de un artista polifacético, pintor y escultor, pedagogo, conferenciante, escritor y editor.
En Uruguay, los actos conmemorativos comienzan a principios de año con una exposición en el Museo MACA de Manantiales. En el pasado mes de julio el MNAV y Museo Torres García presentaron exhibiciones de profundo estudio.
En el MNAV, El Universo como reto presenta una exposición en tres espacios. El jardín del museo cuenta con el Monumento Cósmico, declaración pétrea de sus principios filosóficos. En la Sala 2 una interesante exposición de obras de artistas del TTG: Manuel Aguiar, Julio Alpuy, Elsa Andrada, Gonzalo Fonseca, José Gurvich, Francisco Matto, Manuel Pailós, Alceu Ribeiro, Edgardo Ribeiro, Augusto Torres y Horacio Torres.
En la sala 5, la exposición se compone de la totalidad de las obras con las que cuenta el MNAV de Torres García, entre ellas se incluyen las 28 que sobrevivieron al incendio de Río de Janeiro.
La exposición podrá visitarse hasta el 13 de octubre.
El Museo Torres García, bajo la dirección de Alejandro Diez, biznieto de Torres García, articula una interesante exposición con obras que rotaran en dos etapas, ideada en tres espacios: Joaquín Torres García: Clásico-Moderno–Universal. Además, se presentó la nueva edición del libro Universalismo Constructivo y se estrenó la película Pax in lucem, con el título de uno de los murales que se incendiaron en Río de Janeiro y del cual quedaron tres fragmentos, dirigida por Emiliano Mazza de Luca. Este museo ha hecho una encomiable labor de restauración de las obras. La exposición podrá visitarse hasta el 30 de noviembre.
*Crítica de Arte. Miembro de AICA y ACCA.
(1) Carta de Joaquín Torres García a su discípulo Josep Obiols, publicada en mi artículo en La Mañana el 20 de abril de 2021, cuya copia fue entregada al Museo Torres García de Montevideo.
(2) JTG. “Lección I”. En La recuperación del objeto. Lecciones sobre plástica. 1-8.
Carta de Joaquín Torres García a su discípulo Josep Obiols, publicada en mi artículo en La Mañana el 20 de abril de 2021, cuya copia fue entregada al Museo Torres García de Montevideo.
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