Jordan
B. Peterson. Doce reglas para vivir. Un antídoto al caos. PLANETA. 2018. $ 950.
Un psicólogo clínico canadiense que es muy activo en las redes sociales y deviene en gurú mediático al asumir posiciones con claras implicancias políticas. Odiado por la izquierda, defenestrado por todos los colectivos de línea LBTG y contendiente con el filósofo postmarxista Zizek en una célebre polémica, pasa a tener una presencia digna de un rock star en las redes. Con un estilo descontracturado, apela a una muy sólida formación intelectual en el cual las citas bíblicas se codean con debates biológicos y planteos en el campo de las ciencias políticas. Por momentos su escritura recuerda a Yuval Harari en la capacidad para pensar desde diversas disciplinas y logra generar un efecto casi hipnótico especialmente en los más jóvenes.
Autor de un centenar de obras, el más reciente es -en apariencia y desde el título propiamente dicho- un auténtico manual de autoayuda. Pero se constituye en un panfleto político en la mejor acepción del término, explicitando una visión muy acendrada de lo que podríamos definir como un liberalismo conservador de cuño muy anglosajón.
El primer capítulo arranca con una invocación a continuar las pautas del orden natural. Con un muy llamativo ejemplo sobre las langostas marinas y su feroz defensa del territorio, nos adentramos en el universo Peterson: individuos que se paran frente al mundo, dan la batalla, triunfan y no se ponen a evaluar desde la queja cuando les va mal. Y asumen claramente el vivir en un mundo jerarquizado donde dichas jerarquías no son producto de un modelo económico o político específico, sino de algo que está definido por la propia Naturaleza desde la noche de los tiempos. Y a los triunfadores no solo les va bien en la defensa de su “territorio”, también reciben recompensas del punto de vista sexual: las hembras de las más diversas especies prefieren triunfadores para asegurar la sobrevivencia de las crías. Si el amable lector ha seguido hasta aquí, ya puede ir sospechando por qué desde las más diversas posiciones de la llamada “izquierda” hasta los movimientos feministas lo odian. Si a lo previo sumamos que Peterson sostiene que la base de la ética debe residir en una recuperación de lo religioso, ya podemos imaginar el escalofrío que recorre a los seguidores de la Revolución Francesa en adelante de éticas sostenidas por la Razón y contratos sociales diversos.
Peterson, que ha dedicado gran parte de su obra al estudio de lo sacro en sus diversas manifestaciones y que define a Occidente antes que nada por su raíz bíblica, explicita una visión en el cual el Orden está definido por lo Masculino, el Caos por lo Femenino. Pero este nivel de abstracción rayano con la hermenéutica se conjuga luego con una docena de reglas absolutamente y meridianamente claras: defiéndete, cuídate, haz amigos, no te compares con los demás, cuida de tus niños, pon tu casa en orden, persigue el significado, di la verdad, escucha a las personas, sé preciso, dale libertad a los niños, disfruta de las mascotas. Y todo esto matizado con anécdotas vivenciales, cuentos de hadas, historias eternas de la Biblia. Pero Peterson es antes que nada un brillante comunicador. Mirar sus videos en Youtube pasa a ser una experiencia al ver cómo se dedica apasionadamente a atacar desde la ideología de género y el feminismo, hasta el marxismo y todo lo que se parezca a lo políticamente correcto.
Es claro que es una lectura apasionante y que apunta explícitamente a la polémica. Y por ende muy recomendable. Cabría acotar algunos aspectos que claramente no comparto. El primero es que las sociedades animales obviamente funcionan con sistemas jerárquicos despiadados. Las sociedades humanas tienen algo que algunos llaman civilización, otros prefieren ubicar en el sagrado principio del alma humana la diferencia. Pero por cualquier camino hay una construcción histórica de mantener la llama de la Justicia Social, que mitigue las diferencias dadas. Y también existe la Piedad, no solo como virtud teologal, sino como base de una convivencia más humana y plena. También acotaría que el cristianismo de Peterson es rayano con el calvinismo y a su individualismo de triunfadores egoístas que no les importa quién quedó atrás. Obviamente es un mensaje muy distinto al predicado por Jesús y practicado por alguien mucho más cercano en el tiempo a nosotros: Artigas. Clemencia para los vencidos, el Éxodo, el Reglamento de Tierras nos marca un camino certero de una sociedad más vivible para todos sin exclusiones.
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