Jorge Abbondanza. Después del estreno. Una selección de textos críticos publicados entre 1965 y 2014. Oscar Larroca (compilador) Tres tomos: Cine, Artes Visuales; Crítica et al., Política, Medioambiente; Artes, Cultura, Patrimonio, Historia, Teatro. EDICIONES DE LA PLAZA. Abril 2021, 1282 págs., $2000.
Felicidad plena. Esa es la sensación que inunda el espíritu del que se acerca a esta más que necesaria recopilación de la parte medular de la obra periodística de Jorge Abbondanza.
Durante medio siglo apostó a comunicar y a enseñar. Su espíritu renacentista se tradujo en notas claras y amenas que, en la perspectiva, constituyen un enorme friso en el cual podemos leer nuestro pasado reciente.
Aquí podemos vislumbrar las tensiones de los 60, debatir la vida cultural más que fermental de los años duros, percibir las luces y las sombras de la restauración democrática. Y también replicar dicho viaje en la comarca y en el mundo.
Pero la experiencia intelectual de compartir este viaje por las más diversas artes y por el quehacer humano se multiplica con la experiencia estética de leer un texto con un nivel de diseño poco frecuente. Un arte de edición que honra a la industria gráfica uruguaya y una muestra más del profesionalismo de Rodolfo Fuentes y de la mano certera de Oscar Larroca.
Abbondanza no solo era cine y teatro, también fue un lúcido testigo del espíritu de nuestro tiempo. Un espíritu libre que sostuvo con sensato ardor opiniones heterodoxas; que quizás hoy quede más claro cuán pertinentes eran.
“Uno de los peores rasgos de la sociedad organizada es la tendencia antropofágica a devorar a los débiles, olvidando que en el linaje de la debilidad militó gente tan variada como Jesucristo, San Francisco, Gandhi, hasta Mandela. Si la sociedad que conocemos practicara el culto a los débiles tendríamos una escala de valores a salvo. Pero sucede lo contrario. La sociedad contemporánea prefiere defender a los fuertes. Así desembocamos no solo en el fascismo, sino también en la brutalidad individual, en la rudeza de las comunicaciones y en la estupidez del razonamiento. Admirar a los débiles significa reconocer las menos visibles de las virtudes humanas: la humildad, el culto a la belleza, la sensibilidad, la dulzura y la alegría. Desconocer ese cuadro de principios significa nada más que la ruina cultural en la que está el mundo de hoy, regido por energúmenos que piensan que la batalla se gana o se pierde en un forcejeo de aranceles. Hoy Estados Unidos es el pasado y la decrepitud cultural, y China es el futuro. Les guste o no. La ignorancia es la mejor arma de las bestias para combatir la cultura”.
En el prólogo de Oscar Larroca se recupera un aspecto del pasado nacional de debate en estos días: “A propósito de la dictadura, los artistas que sufrieron el exilio hablan del ‘apagón cultural’ en Uruguay. Sin embargo, no ocurrió nada parecido. Se producían obras y emergían nuevos maestros, como el debut en dramaturgia de Héctor Manuel Vidal, en 1974; o la actividad del teatro El Circular, con su versión de Esperando la carroza, que estuvo siete años en cartel. El film El árbol de los zuecos se mantuvo 27 semanas en el cine ABC. Nelson Ramos fundaba el Centro de Expresión artística (CEA) y pintores como Manuel Espínola Gómez, Clever Lara, Nelbia Romero Gustavo Alamón o Hilda López trabajaban sin pausa y exhibían sus obras… En esos años duros, Abbondanza defendió un hecho oficial como era la Comedia Nacional: “Alguna gente se sorprendía porque ciertas figuras colaboraron con la Comedia Nacional, como la actriz Nelly Goitiño o el escenógrafo Osvaldo Reyno. Pero la explicación era muy simple: no había más remedio que apoyarla, porque ese bien que sobrevivía y continuaba a pesar de la dictadura era un bien de todos, que había que defender como fuere”.
Pero Abbondanza no solo fue un crítico insigne. Junto a Enrique Silveira plasmó una línea de creación la cual, al decir de Julio María Sanguinetti, “llevó el barro cerámico a la categoría del mármol, en una escultura hecha siempre a la medida del hombre”.
“Después del estreno” permite acercarnos al humanista pleno en su rol de enseñar a ver, a comprender y a pensar.
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