Decía Miguel de Unamuno que nuestro deber como ciudadanos consiste más que nada en ser padres de nuestro futuro, y no tanto descendientes de nuestro pasado. Esto, que es una verdad indubitable como mandato de la acción, conoce un matiz: en algo importante somos agradecidos descendientes de nuestro pasado, en algo que tiene que ver con el valor del legado, con el sentido de mandato, con la fuerza vivificante de las ideas que han sido sembradas para este porvenir que estábamos poblando y que tenemos el deber, a su vez, de transmitir, de remozar, de volver a legar.
Para La Mañana es un honor cumplir con el alto deber de rendir tributo al pensamiento y a la fecunda obra de un grande exponente del pensamiento nacional y americano a los 150 años del nacimiento de José Enrique Rodó.
Las razones que tenemos para este homenaje son, ante todo, las más justas y usuales que tiene el mundo de la reflexión cultural y el fermento de la conciencia cívica, que no puede sino sentirse solicitado por esta fecha, como lo muestran los destacados intelectuales locales y de los distintos países que se aprestaron a participar con su talento en esta publicación, y a quienes agradecemos de todo corazón.
Pero en nuestro caso hay un motivo todavía mayor y bien específico: Rodó pertenece al espíritu de La Mañana, publicación que pretendemos con orgullo haber reconquistado.
Y con esto no queremos caer en la fatua vanidad de creer que, por disponer de un logo tipográfico, y usar como epígrafe “Renovarse es vivir”, frase que resume lo más profundo de la filosofía rodoniana, nos hemos ganado el título de ser los continuadores de aquellas insignes figuras que participaron con enorme valentía en la gesta consolidadora de las libertades públicas en las elecciones del 30 de julio de 1916.
Un año después nacía La Mañana, con los mismos principios por los que con tanto denuedo luchó Rodó en aquella combativa campaña: voto secreto y universal, representación proporcional, y punto final al dirigismo electoral, ya se le denomine “influencia directriz” o “influencia moral”.
Pero ya sin la ilusión de que Rodó fuera su director, como se lo habían propuesto Pedro Manini Ríos y Héctor R. Gómez (el insigne escritor detentaba el cargo de vicepresidente del Partido Colorado Riverista) en la despedida que le organizó el Círculo de la Prensa pocos días antes de su partida a Europa, de donde no regresaría…
Es razonable que con estos íntimos antecedentes intelectuales, ideológicos y personales, desde La Mañana celebremos esta efemérides como una fecha propia, como una ocasión para ratificarnos en nuestras definiciones y en los valores que abrazamos, no sin costo y sin renuncio a lo largo de estos 104 años de existencia en el campo del periodismo serio y del respetuoso debate nacional.
Rodó nos ha marcado el camino de lo que debe ser, en todo tiempo y lugar, afrontar dignamente la tarea de comprender, clarificar, comunicar y hacer patente con sentido de obediencia ciudadana la función de la prensa; nos mostró que no se trata solamente de informar, sino también de formar, que la palabra no está para ganar una discusión sino para buscar una verdad, que la decencia y el cuidado del estilo es el tributo que le debemos a quienes nos leen, que los principios y las nociones sobre los que se funda la convivencia civilizada no son negociables ni consideran otro límite que su propia observancia y realización.
En fin, nos dejó como mandato asumir sin reservas que el periodismo tiene como misión superior ser el reflejo de la realidad que vivimos y a la vez, y principalmente, diseñar con colores bien nítidos el horizonte sobre el que se le proyecte la realidad sin engaño a los jóvenes. Puesto que son ellos los que tienen la obligación de llevar enhiesto el lábaro con el mensaje de las nuevas generaciones que deben asumir, sin vacilar, el compromiso de luchar por un mundo mejor.
“Lo que a la humanidad importa salvar, dice Próspero, contra toda negación pesimista es, no tanto la idea de la relativa bondad de lo presente, sino la de la posibilidad de llegar a un término mejor por el desenvolvimiento de la vida…”.
Agradecemos vivamente los calificados aportes que hicieron posible esta publicación.
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