José Enrique Rodó. Marco A. Montero. CLARIDAD. Buenos Aires, junio de 1939. 156 págs. Número Por la Libertad de Puerto Rico.
Quizás el mayor obsequio que Uruguay, el “Benjamín de España”, ha brindado a Hispanoamérica sea el pensamiento fecundo de José Enrique Rodó. Pero tan magno obsequio ha sido prácticamente ignorado por los connacionales. En el extranjero su suerte ha sido diversa, considerado el “Maestro de América” y el filósofo por antonomasia de una comprensión profunda de lo latino, pero también fue blanco del ataque frontal y lo que es peor, de la tergiversación lisa y llanamente.
En Argentina surgió la Editorial Claridad, consustanciada con la prédica del Partido Socialista argentino y afín a la corriente literaria del “Grupo Boedo”. En su proyecto editorial y político se privilegió, supuestamente, un enfoque antiimperialista y un muy abanico de posiciones de izquierda. Por ende, pasa a ser relevante un artículo redactado por el mexicano Marco A. Montero sobre Rodó.
Quizás no sorprenda que la diatriba frente a alguien definido como portador de una “mentalidad símbolo del liberalismo burgués”.
“Aún es ícono de la burguesía liberal del continente. Rodó concreta a las mil maravillas las aspiraciones de la mentalidad bonachona de los buenos padres de familia, de los comerciantes honrados, de los nacionalistas quijotescos y chauvinistas enmascarados, de los beatíficos campeones de la belleza del estilo, no importa que éste sirva de esplendorosa diadema en la consagración de las mentiras convencionales”.
“Rodó, ante los ojos ansiosos de la juventud de América, ha sido elevado como emblema combativo de una mentalidad burguesa, y contra ese emblema, contra esa sociedad, han de levantarse los puños de esa misma juventud, si quiere seguir por el sendero de la verdad, sin ser desorientada por una falsa mojonera erigida a nombre de una tolerancia inaceptable, por suicida. … Hallaréis al paladín del orden burgués, al exhumador del cristianismo, al abanderado del pequeño burgués, al predicador de los lugares comunes sobre la Revolución Francesa, al enamorado de la belleza en sí, del arte por el arte, del conservatismo liberal”.
Las tergiversaciones continúan, y las traemos a colación para recuperar, para reconquistar al Rodó real: alguien comprometido con su tiempo, con los frágiles de su tiempo, que no vacila en respetar las tradiciones de otros, aunque no sean estrictamente las suyas.
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