Los pasados meses de agosto y setiembre se presentó una interesante exposición de obras recientes del artista uruguayo Juan de Andrés, en la Galería 6280 de Carrasco. Parte de esta exposición viajará próximamente a Barcelona para exhibirse, a partir del 9 de noviembre, en la histórica galería Sala Dalmau.
De Andrés nació en el año 1941, en Arévalo, en el departamento de Cerro Largo. Inició sus estudios artísticos con Carlos Llanos en 1958 y al siguiente año con Day Man Antúnez, ambos pertenecientes al Taller Torres García. Desarrolló diferentes murales en espacios públicos, destacándose sus producciones en el departamento de Treinta y Tres. En 1977 decide radicarse en España, residiendo en Zamora y posteriormente en Barcelona –donde ha dejado su huella en numerosos espacios públicos con esculturas de fuerte impacto, figurando también en colecciones privadas– hasta 2011, año en que regresó a Uruguay.
En su dilatada carrera jalonada de múltiples exhibiciones, destacan a su retorno, la realizada en 2013 en el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) y en el Museo Gurvich en 2019.
La actual exposición muy sutilmente planteada por su curadora María Eugenia Méndez, evoca a la dualidad y al diálogo entre las piezas presentadas, algo que el artista se cuestiona en su propia producción. Agrupadas en conjuntos, las piezas se responden estructuralmente unas a otras, por su estructura y por el color austero con las cuales las compone. Dentro del montaje, además, se conformó un lugar muy especial para las esculturas, que en conjunto también dialogan. En lo particular de cada una, además de las bellas pátinas de óxidos –en su amplia mayoría–, el espectador se puede imaginar la monumentalidad que cada pieza sugiere.
Según menciona la curadora respecto a la producción del artista en la pandemia: “En el caso de Juan de Andrés, este largo período se tornó muy fértil, permitiéndole crear y recrear sus obras. Surgieron así dibujos con gofrados, con relieves, con líneas sutiles a lápiz y con huecos que se conjugan con planos de color y sombras generadas sobre el papel. En sus collages, aparece la incorporación de fotografías que muestran texturas que el artista iba capturando de lo cotidiano con su cámara, y también de partes de piezas anteriores, en un reinventar y recrear donde la imagen de obras previas aparece en estas nuevas piezas. En sus relieves en madera, denominados por él ‘pinturas’ por la incorporación de esta técnica, los planos se simplifican en tensión con los huecos, las distintas texturas y formas menores, todas con una restricción de colores –en su mayoría terrosos–. En sus esculturas en acero cortan con pátina de óxido, con una austeridad mayor en la simplicidad del color. En todos estos casos las obras se presentan en pequeños formatos, que requieren una contemplación más intima, para conectar con la dialéctica estética por él planteada. Desde su concepción, cada obra se puede apreciar en lo individual –como es esperable en lo común-, pero también interactúan en un conjunto, como una instalación en diálogo, potenciándose unas a otras, como parte de una dialéctica en un todo indivisible”.
Es así que los conjuntos se aprecian como un todo, unificados en el silencio de la desnudez planteado por Juan de Andrés, que invita a acercarse para apreciar las sutilezas de la materia en cada una de ellas.
En palabras del crítico español Ramón Casalé Soler: “Este es el caso del artista uruguayo Juan de Andrés, que a través de la pintura, la escultura, el dibujo y el collage transmite la idea de silencio, calma y reflexión. Su obra refleja perfectamente la manera de construir su discurso creativo. Un discurso que se basa en el minimalismo constructivista, como se puede apreciar en cada una de sus obras, todas ellas impregnadas de un geometrismo cuya sensación de equilibrio es bien patente”.
Juan De Andrés expresa la filosofía de su pensamiento de esta manera: “La visión total, es en última instancia, el encuentro del espectador con mi mundo interior, que va a interrelacionarse con su mundo interior, en otro plano; no desde un elemento formal que posee íntima relación con la realidad en la cual vive la persona, sino con una realidad que está dentro de la abstracción, en el mundo del espíritu”.
El artista, expresa en sus obras diversas oposiciones dialécticas desde lo concreto de formas austeras, despojadas en apariencia, con una particular sensibilidad manifiesta mediante lo sensorial de los materiales. Desde la aparente simplicidad de su visión, aspira a armonizar sutilmente lo dual desde las relaciones intrínsecas inherentes a cada obra.
Se ha editado un catálogo sobre el artista, con fotografías de las obras expuestas, que se puede encontrar en la galería.
(*) Catedrática de Sociología – UB, Dra. Historia del Arte, Crítica de Arte, Miembro de AICA y ACCA.
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