Una vez más, hay que señalar la trayectoria de este gran artista admirado que es Juan de Andrés.
El espacio Centro de Arte Tecla Sala, adquirido por el Ayuntamiento de L’Hospitalet, Barcelona, en 1988, es una importante institución con varias salas donde se desarrollan exhibiciones y otras actividades culturales de relevancia. El artista uruguayo Juan de Andrés (Arévalo, 1941) ha presentado una importante exposición en esta institución, logrando un nuevo éxito en Barcelona. Además de ocupar ocho salas del citado centro de arte, dada su relevancia, se le han concedido tres meses y medio a la duración de la muestra.
De Andrés comenzó su formación artística junto a Carlos Llanos (1930-2014) y Daymán Antúnez (1917-1992), ambos pertenecientes al Taller Torres García. Junto a este último profundizó en la pintura mural, realizando varias obras en el departamento de Treinta y Tres, donde también elaboró murales en hormigón y cerámica. Su formación constructivista lo llevó a indagar sobre elementos simbólicos que con el devenir de los años se depuraron en una obra muy austera, con grandes planos, poco color y líneas sutiles que generan una abstracción minimalista, fiel reflejo de un proceso de renovación espiritual. En palabras de Juan de Andrés, “el universo es dual, existe el día y la noche, el hombre y la mujer… Esta dualidad está presente en mi obra: ¿Por qué la geometría? Es un hecho racional, pero más allá, dentro de esta geometría, está el hecho emocional que se encuentra dentro de los colores. El color es esencialmente emocional”.
En 1977 se radicó en España, primeramente en Zamora y luego en Barcelona, donde se estableció hasta 2011, cuando retornó al Uruguay. Desde entonces, alterna residencia entre Barcelona y Montevideo, continuando su carrera artística en ambas ciudades, donde realiza destacadas exhibiciones, formando parte de los artistas uruguayos de la Sala Dalmau de Barcelona. Últimamente ha expuesto en esta sala en el 2016, 2020 y 2022.
En 2022 se le confirió el XXVI Premio Figari, distinción máxima a la trayectoria artística otorgada en Uruguay, y en consecuencia presentó una exposición retrospectiva en cuatro salas del Museo Figari. En aquel entonces, el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, mencionó: “Sostener una trayectoria a lo largo de muchas décadas, sin perder calidad ni fuerza creativa, es un desafío que no está al alcance de cualquiera. Premiar ese logro es reconocer que se ha vencido la más difícil de todas las pruebas, que es la prueba del tiempo. También es valorar la lenta construcción de una personalidad artística reconocible y duradera”.
El 14 de marzo pasado inauguró Límitobert-Límite abierto, una exposición en el Centro de Arte Tecla Sala, Hospitalet de Llobregat, bajo la curaduría del crítico, artista y poeta Juan Bufill, donde se muestran un total de 60 obras en diversas técnicas: pinturas, ensambles y esculturas en acero cortado, de pequeño, mediano y gran porte, armoniosamente presentadas en ocho salas de la institución, y cuya proveniencia es de colecciones privadas y del acervo del artista. Su curador explicó sobre el nombre de la muestra que avoca la infinidad en la obra de De Andrés: “Siempre que he visto su obra he tenido esa sensación de que, si bien las formas geométricas están muy delimitadas, siempre hay un tipo de libertad o de apertura hacia otra cosa. Es una pintura que está a punto de convertirse en escultura o que evoca formas de la arquitectura o de una especie de música”.
La selección de obras presta especial atención a las obras realizadas durante los últimos diez años y en palabras de Bufill, su curador: “De Andrés ha sabido componer toda su obra a partir de unos planteamientos en que la pintura parece estar siempre a punto de convertirse en otra cosa. Su pintura expandida establece y rompe límites, ofrece desarrollos, despliegues y valores que se suelen identificar como propios de la arquitectura, la música y la escultura. Sin necesidad de figuras, solo mediante las relaciones entre formas geométricas, tonos, colores y materiales, refleja valores vitales que expresan también valores espirituales: serenidad, libertad, calidez, sabiduría, apertura mental y sensorial”.
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