La Alemania de Weimar. Presagio y tragedia. Eric D. Weitz. TURNER NOEMA. 526 págs., 2019.
“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos. La edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero nada teníamos, íbamos directamente al cielo y nos perdíamos en sentido opuesto”. Charles Dickens daba inicio a “Historia de dos ciudades” con estas míticas palabras. Podría ser un lógico inicio para este deslumbrante ensayo de Eric Weitz, profesor de Historia y decano de Humanidades y Artes en el City College of New York, considerado uno de los grandes especialistas en la historia alemana.
El horror de la Primera Guerra Mundial se acerca a un final, de nada valió el brillante operativo alemán para anular el frente oriental al financiar a Vladimir Lenin, las potencias centrales están derrotadas. El káiser Guillermo, luego del amotinamiento de marinos de la Armada alemana en Kiel, abdica. Mientras Philipp Scheidemann, exministro imperial, proclama la República desde el Reichstag, dos horas más tarde Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo (Liga Espartaquista, comunistas) proclamaban una República Socialista Alemana desde el Palacio Real. Socialdemócratas aliados a los sectores conservadores aplastan los diversos levantamientos inspirados en la Revolución Soviética. Con ese contexto se elabora una reforma constitucional en la ciudad de Weimar, que recoge los principios liberales en forma exhaustiva. Poco tiempo más tarde comienzan a aplicarse las duras cláusulas del Tratado de Versalles. La economía alemana cruje, con el impacto de la Depresión del 29 se derrumbará. Bandas armadas de diverso signo se disputan las calles en cada ciudad. A medida que asciende la tasa de desempleo, el marco alemán se evapora y caen ministros y gobiernos; un partido minoritario liderado por Adolf Hitler se encamina inexorablemente hacia el poder. Para ello utiliza la violencia, la mentira, la demagogia y todas las divisiones y luchas internas del sistema político alemán.
¿Cómo un dechado de virtudes jurídicas como la Constitución de Weimar no pudo evitar el creciente predominio de las opciones totalitarias? Ese período, 1919-1933, que define a la llamada República de Weimar ¿tan sólo fue el tobogán hacia el abismo?
“La Alemania de Weimar” implica una invitación a caminar por las calles de dicha sociedad, redescubrir el expresionismo alemán, el dadaísmo, la Bahaus, el contexto filosófico de Husserl, Hanna Arendt y Heidegger. Pero también su música, una explosión de creatividad literaria (desde Thomas Mann a Bertolt Brecht, desde Stefan Zweig hasta Herman Hesse) hasta la teorización profunda de las nuevas fronteras de la física (Einstein, Max Planck, Niels Bohr) fueron también campos de la actividad cultural que muestra una sociedad que “nunca se basó exclusivamente en el miedo, el desastre y la destrucción, sino que también pretendía crear un mundo mejor, quizás utópico”.
“Es posible que la república hubiera podido sobrevivir, pero no en medio de una depresión que dejó sin empleo a una tercera parte de la mano de obra y de un sistema político que se encontraba paralizado por seis partidos principales y alrededor de una docena de partidos menores, todos ellos dando palos de ciego, a excepción de los nazis y los comunistas, que sí disponían de una visión clara de futuro”.
Al siglo de esta experiencia política y social, es clave recuperar la memoria de cómo una sociedad culta e informada pero humillada y confundida, pudo caer en el horror nazi.
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