La extraña no-muerte del neoliberalismo. Colin Crouch. CAPITAL INTELECTUAL. 2012. Bs. As. 298 págs.
A partir de la crisis del 2008 se popularizó una metáfora poderosamente llamativa: “economía zombie”. Esto es, el sistema estaba muerto pero no asumía el fin de su ciclo vital. Frente a dicha presunción, Colin Crouch, un economista y docente emérito de Gobierno y Gestión Pública en la Warwic Business School (Coventry, Gran Bretaña), plantea el tema desde una perspectiva diametralmente opuesta. Estalló el sistema financiero, sus secuelas son más que visibles en procesos de concentración de la riqueza inéditos a nivel global, los sectores excluidos aumentan exponencialmente. Pero asimismo asistimos a un peculiar fenómeno: el neoliberalismo globalizante goza de una espléndida salud en términos políticos.
Crouch plantea el siguiente escenario: “Hay muchas ramas y tipos de neoliberalismo, pero detrás de todas se encuentra un tema dominante: que el libre mercado, donde los individuos maximizan sus intereses materiales, provee los mejores medios para satisfacer las aspiraciones materiales, provee los mejores medios para satisfacer las aspiraciones humanas y particularmente que los mercados son preferibles a los Estados y a la política –en el mejor de los caos, ineficientes; en el peor, amenazas a la libertad-.
El colapso financiero puso en jaque esas ideas porque afectó a los principales bancos del mundo. Ellos, maximizadores de beneficios, actuando en el más puro de los mercados, ¿cómo fue que no contribuyeron a la suma de bienestar humano en todo lo que hicieron? ¿Cómo pudo ser que los mercados financieros actuales, probablemente la forma más sofisticada de mercado de la historia humana, se encontraran en problemas de una índole tan masiva cuando la más avanzada teoría económica había demostrado que los mercados desregulados se autocorregían? Si hasta los propios gobiernos nos han dicho que el Estado es mucho menos eficiente que las empresas en el mercado y que cuanto menos se meta el Estado con los mercados, es mejor, ¿por qué los bancos acuden a los gobiernos en busca de enormes sumas de dinero para que los rescaten de sus dificultades? ¿Y por qué los gobiernos aceptan sus argumentos? ¿Es realmente cierto que los grandes bancos son “demasiados grandes para quebrar” y que los gobiernos y los contribuyentes deben correr en su ayuda si se meten en problemas? Pero, si esto es así, ¿no se está admitiendo que hay severos límites a lo que el mercado puede lograr y que el neoliberalismo no ha estado a la altura de sus postulados centrales?”.
Pero el neoliberalismo no muere con la crisis. Está saliendo del colapso financiero más fuerte que nunca. La clave radica en el hecho por el cual el neoliberalismo realmente existente –por oposición al puramente ideológico-, no está para nada consagrado al mercado libre, como se pretende, sino más bien está dedicado al dominio de la vida pública por parte de grandes corporaciones. La confrontación entre el mercado y el Estado que parece dominar el conflicto político en muchas sociedades oculta la existencia de esta tercera fuerza, que es mucho más potente que cualquiera de ellos, y transforma el funcionamiento de ambos.
Colin Crouch, autor también de “Posdemocracia” y “Estado y economía en el capitalismo contemporáneo”, plantea develar el activo rol que tienen las corporaciones multinacionales en redefinir las políticas estatales a través de sus subterfugios de “lobby”. Algo que el propio Pte. Eisenhower había reconocido al final de su mandato, él no gobernaba EE.UU., era el conjunto de corporaciones que definía el conglomerado militar industrial el que determinaba las políticas reales de dicha potencia. Un aporte clave para clarificar algunos debates más que pertinentes en el escenario político actual.
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