El pasado domingo 3 se realizó por convocatoria y organización del Municipio Ch la Feria de las Colectividades, una vez más con gran éxito de presencia de puestos de más de 25 países o regiones autónomas, ocupando la pintoresca y agradable avenida Dr. Luis Morquio desde el Obelisco hasta la fuente de la avenida Américo Ricaldoni, en pleno Parque Batlle de nuestra ciudad.
Un día de sol radiante y temperatura cálida para la época dio excelente marco a una verdadera multitud de variadísimo tipo de gente: familias enteras, jóvenes –felizmente muchos–, mayores, variedad de nacionalidades en el público, a juzgar por los distintos acentos o tonadas de nuestro castellano “rioplatense” que se oían al pasar entre el mar de gente, en una magnífica actividad que se extendió desde el mediodía hasta entrada la noche.
La organización merece una felicitación aparte, ya que la distribución de los stands, el escenario para los músicos y danzas, las placitas de juegos para los chiquitos, los espacios para sentarse a comer, obviamente los servicios sanitarios y de asistencia médica, los guardias y la información fueron óptimas.
El entorno a ambos lados del gran corredor de la Av. Morquio, con la belleza del parque con su sombra natural, que gigantes sombrillas de tipas, palmeras, cipreses y algún canelón brindaban al que quería hacer una pausa o comer tipo pícnic con familia o amigos.
Gastronomía regional: variada y exquisita
Haremos un paneo gastronómico, porque nos llevaría todo el espacio describir todas las ofertas culinarias típicas de los países representados. En la recorrida por los stands que agruparemos por zonas geográficas para evitar tanto detalle, pudimos ver la oferta de arepas, bollo pelón, fritanga, ropa vieja, tacos, quesadillas, y tortilla de maíz en los puestos de Venezuela, Cuba, México, Ecuador y por supuesto pan de queso, feijoada y picaña, en el stand de Brasil, con una genuina caipirinha.
Otro grupo lo componían las mesas de los países de Europa mediterránea: Italia, Francia, Grecia, Portugal y las autonomías de País Vasco, Cataluña, Islas Canarias y Galicia, así como del resto de Europa estaban presentes Alemania, Suiza, República Checa y Gran Bretaña.
No faltaban en estas ofertas la cocina típica italiana acompañada de vinos regional y grapas, ricos platos franceses y variedades catalanas, canarias, vascas y gallegas que hacían las delicias de los que soportaban largas colas para comerse una ensaimada junto a una queimada u otros platos regionales.
Como un ejemplo grato de demostración de confraternidad, recorrimos los stands del Líbano e Israel, en los que no se advertía nada parecido a la tragedia que hoy viven sus respectivos países en Medio Oriente.
No faltó a la cita lo oriental, sea de Japón, China o Corea del Sur y además de saborear un sushi con un sake, también se podía observar artistas que maravillaban con su pintura y arte ancestral.
Se destacaban en muchos puestos de exhibición y venta variadísimos recuerdos, artesanías, libros, bandejas de delicatesen y botellas de licores y bebidas típicas, en un marco ambientado por banderas, escudos regionales, mapas, afiches y datos de cada país o región representada con colaboradores vestidos, muchos con sus trajes típicos, que tan colorido y alegre marco le daban al conjunto de asistentes, con atuendos vistosos que ya es muy difícil ver hoy en Montevideo y tantos otros lugares del país.
También danzas regionales
Un espectáculo aparte, maravillosamente organizado y realizado con esa bella mezcla de amateurismo y profesionalidad por grupos de descendientes de esas naciones, que tantos inmigrantes trajeron a Uruguay, se pudo apreciar en el estrado de danzas típicas de Alemania, Reino Unido con sus danzas escocesas al compás de tambores y gaitas, danzas árabes, israelitas, ecuatorianas, rusas y vascas, cada cual disputando la preferencia de los presentes.
Colectividades de inmigrantes antiguos y nuevos
El pueblo uruguayo debe ir asimilando, tal vez más que nunca en otro periodo, la diversidad de nacionalidades que hoy habitan nuestro país y en particular Montevideo. Es una realidad tangible y sin vuelta atrás ya que los inmigrantes se radican, forman familia y tienen descendientes criollos. El domingo, en esas caminatas de ida y vuelta por la feria entre la multitud y observando a las personas en los stands pude constatar la sana con fraternidad que ya existe entre los pobladores nuevos y antiguos y aquellos que ya tienen años de radicación en el país. No faltará seguramente alguna excepción a la regla, producto de la falta de adaptación de unos u otros en absoluta minoría, como las hay tantas veces entre coterráneos.
Uruguay fue una cuna receptiva de inmensas olas de inmigrantes que eran tanto o más distintos que los actuales. Solo pensar en los europeos centrales, judíos, turcos, armenios u otras nacionalidades con distintos idiomas, costumbres y etnias. Y, sin embargo, todos ellos fueron recibidos con afecto, generosidad y bonhomía, constituyendo barrios en las ciudades y pueblos en el interior con una convivencia en paz y armonía. Basta citar como ejemplos el Cerro, Bella Italia, La Comercial y tantos otros en Montevideo, como San Javier, Colonia Valdense, Colonia Suiza, Santa Kilda, Nuevo Berlín y decenas más en todo el territorio nacional.
Fue como cuando españoles, vascos, italianos y rusos se integraron a la población criolla del fin de siglo XIX e inicios del XX; ahora venezolanos, cubanos, dominicanos, europeos, asiáticos y africanos, comienzan a integrarse en este inicio de siglo XXI a nuestra demografía tradicional. Esta nueva oleada del momento no es rara en el mundo global actual. La situación de muchos países se hace poco o nada amigable para permanecer viviendo en ellos, con carencias básicas para la gente y sus proles.
Por otro lado, y sin problema de ese tipo, vienen extranjeros a buscar una inversión que les dé tranquilidad o un retiro, lejos de una zona del mundo hoy amenazada por la guerra, el desempleo y la inestabilidad política. Uruguay, refugio y solar de acogimiento del mundo, como alguna vez el mundo también recibió orientales, mantiene su tradición receptiva, pacífica y afectuosa.
Esta Feria de las Colectividades en una nueva edición dio un cabal y demostrativo ejemplo de unidad en la diversidad de hábitos y costumbres multirregionales. Quiera Dios que se repitan cada vez más seguido y más numerosas estas manifestaciones de trabajo, tradición, alegría y confraternidad internacional.
* Ing. Agr. Roberto Mezzera Raggi
Consejero del COM.IT.ES italiano de Montevideo
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