1º de julio de 1917, 1947, 1987 y 2019
Primera página
Del “esbozo de un programa” y el destaque de la “militancia democrática” a la escritura del futuro. En torno a estos tres términos se puede sintetizar la transición que ha supuesto La Mañana, que en este 2019 retomó su circulación. Su renacimiento se produce como semanario en versión impresa y con un sitio web en total consonancia con el contexto de auge tecnológico en el que nos encontramos.
En la “modernidad líquida” del siglo XXI una de las tentaciones más corrientes es renunciar a los valores y a las referencias estables y subirse a la barca de la moda y de los fenómenos del establishment. No obstante, el periódico tiene muy en claro la necesidad de poner en relieve su tradición y defenderla como un sello distintivo de calidad y trayectoria. Los impulsos “modernizadores” no le desvían de este objetivo.
En 1917 el “esbozo de un programa” establecía los pilares de la acción periodística del medio. También esclarecía un punto muy importante de su línea editorial: “El hecho de que esta hoja de publicidad haya de llevar en su propaganda política la palabra oficial del Partido Colorado Riverista, cuyos intereses están hondamente vinculados a los más grandes y respetables intereses nacionales, no impedirá a sus redactores prestar completa dedicación a todas las informaciones que contribuyan a dar a La Mañana el carácter de un diario moderno, útil y agradable a la vez”.
En 1947, cuando se celebraba el treinta aniversario de La Mañana, el realce de la “militancia democrática” respondía a retomar sus raíces, ya que, desde el principio, estuvo la convicción de hacer de ese atributo una lucha firme y sostenida. “Así se fijaron los rumbos de nuestras directivas iniciales, que luego se reafirmaron y precisaron por la gravitación poderosa y constante de la influencia y apoyo de nuestros lectores”, indicaba el editorial de ese 1º de julio.
“La Mañana… Un futuro que se escribe día a día”, se lee en uno de los anuncios del número especial por los 70 años, en 1987. El soporte cambió (pasamos de las máquinas de escribir a los teclados y a las pantallas), pero la esencia se mantiene: el arte de contar buenas historias.