Lo que parece en primera instancia un ladrillo solo para fanáticos del género, es un auténtico paseo inteligente hacia nuestra identidad social y una brillante revisión de los prejuicios y errores que una y otra vez se propalan sobre nuestro deporte más popular.
“Cuando Uruguay realmente ganaba mundiales de fútbol, era un equipo proponedor, veloz, preciso, gambeteador y de cuidado toque de balón a ras del suelo. ¿Cómo puede afirmarse eso? Es muy fácil. Basta con ir y leer la abrumadora cantidad de testimonios y comentarios imparciales, generados por los especialistas europeos y por la abundante prensa regional”. Aquí están las pruebas.
Se construyó una mitología interesada, los uruguayos han olvidado que ganaron con excelencia y creen que ganaron con garra charrúa y, por qué no, con juego sucio.
Mazzucchelli explicita que la transmutación de ese fútbol científico y artístico, devenido en un juego desprolijo y crecientemente violento, fue una maniobra de revisionismo histórico impulsada en los años 60.
Coincidió con la crisis cultural del país, y resultó una simplificación tardía y empobrecedora. Y por ende, la obra apunta a demoler gran parte de los supuestos ya no sobre el fútbol sino sobre nuestra sociedad. Se abre así la posibilidad de rescatar otra historia acerca de lo que caracterizó tanto a Uruguay como nación en los 20, como al fútbol uruguayo en los tiempos en que ganó tres de las cuatro estrellas que aún luce en su casaca.
Parte del texto había sido trabajado en diversas columnas en el suplemento Insomnia de la legendaria revista Posdata en los años 90. Asimismo el autor es un docente y ensayista, pudiendo destacar la soberbia biografía sobre Julio Herrera y Reissig, La mejor de las fieras humanas.
Una vez más, obra documentada más que recomendable y especialmente para aquellos que no los atrae demasiado el “circo” que rodeada a nuestro fútbol.
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