Rafael Courtoisie (Montevideo, Uruguay, 1958). Miembro correspondiente de la Real Academia Española, miembro de número de la Academia Nacional de Letras del Uruguay. Integra el International Writing Program de la Universidad de Iowa.
Su libro Manual de poesía para resolver problemas domésticos (Editorial Animal Sospechoso, Barcelona) acaba de ser presentado en diez ciudades de España. Se presentará en Buenos Aires, México y Nueva York en el transcurso de este año.
Su libro Es un decir (editorial Lilliputienses, Cáceres) acaba de ser presentado en Madrid, Badajoz y Salamanca.
El libro de la desobediencia (novela, Nana Vizcacha, Madrid, 2019) y Antología inventada (Fondo de Cultura Económica, México, 2020; traducido y editado en inglés, francés, italiano y portugués), son otros de sus títulos recientes.
Ha recibido, entre otros, el Premio Fundación Loewe de Poesía (España, Editorial Visor, jurado presidido por Octavio Paz), el Premio Internacional Casa de América (Madrid) de Poesía, el premio Jaime Gil de Biedma, el Premio Blas de Otero y fue finalista del Premio Lara de Novela (España); el Premio Plural (México, jurado presidido por Juan Gelman), el Premio Internacional Jaime Sabines (México); el Premio Internacional de Poesía José Lezama Lima (Cuba); el Premio Nacional de Poesía, el Premio Nacional de Narrativa, el Premio Bartolomé Hidalgo en poesía y en narrativa, el Premio Morosoli a la trayectoria (Uruguay), entre otros.
Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, portugués, rumano, uzbeco, bosnio y turco, entre otros idiomas.
¿Qué circunstancias o cualidades (además de tu talento obviamente) crees que coadyuvaron a tu reconocimiento a nivel internacional? En especial para los jóvenes escritores: ¿es trabajando, estudiando? ¿Saliendo al mundo? ¿Buscando apoyos? Y en ese caso, ¿de qué tipo?
Un poco de todo eso, y más… Podría decir que la paciencia, y la conciencia de que la escritura, en cualquiera de sus formas, implica un proyecto. Y ese proyecto de creación necesita trabajo constante, difusión y, sobre todo, consciencia de lo que se desea comunicar y brindar a través de la palabra.
¿Hay algún premio, homenaje o reconocimiento que quisieras tener? ¿Por qué?
No en particular. El premio que todo creador quiere es el de ser leído y, si es posible, ser comprendido. Pero ya es suficiente premio hacer nacer un poema, un cuento, una novela. Son como organismos vivos y autónomos que uno echa a andar en el mundo…
En 1977, a los 18 años publicaste Contrabando de auroras, tu primer libro de poemas. También estudiabas Química, eras docente de matemáticas e incluso hiciste 4 semestres de física cuántica. ¿Qué buscabas? ¿Te interesa la indagación científica?
Me interesaba y me interesa todo lo humano, con su belleza y con su complejidad, con su luz y sus muchas sombras.
La física, la química, la matemática no están tan distantes de la creación poética. Las ciencias emplean, profundamente, metáforas. Las metáforas construyen el conocimiento y ese proceso es sucesivo y constante, no termina nunca…
Ese primer libro que escribí entre los quince y diecisiete y publiqué a los dieciocho tiene que ver con la época, con la obstinada búsqueda de luz en un momento de oscuridad…
Los estudiantes llegan a un momento de elección: humanidades o ciencias. ¿Qué les dirías en base a tu experiencia? Explícanos por favor la abducción de saberes en ti.
Todas las ciencias son humanas, la matemática y la física también son “humanidades”. El divorcio entre ciencias humanas y exactas es algo artificioso. La convergencia de saberes es probablemente el mejor camino en la creación. Para crear mediante la palabra es conveniente conocer para conocerse.
El humor en todas sus formas está presente en tu obra (parodia, ironía, sarcasmo, burla, oxímoron, etcétera). ¿Lo buscas, es un recurso o simplemente está en tu naturaleza?
El humor es imprescindible para crear, en mi caso. Aunque no todo lo que escribo tiene comicidad: hay textos más amargos y textos muy dulces y gratos. Trato de evitar el sarcasmo, pero sí soy un fiel devoto de la ironía. Y procuro que el lector se haga cómplice, socio o al menos amigo de la sonrisa que procuro, a veces, como respuesta sensible.
En tu último libro publicado, Manual de poesía para resolver problemas domésticos, además del humor aparecen las metáforas. ¿No hay conocimiento sin metáforas? ¿Cómo reparas una grieta en un muro?
Toda construcción de conocimiento precisa de un lenguaje metafórico. El ser humano es un animal de metáforas. Las imágenes y metáforas del Manual de poesía para resolver problemas domésticos trata de brindar una lectura confortable pero también provocadora. Es una invitación a algo nuevo: en cada metáfora hay una síntesis de lo conocido, pero a la vez un paso hacia lo desconocido. Crecemos y comprendemos el mundo mediante metáforas.
Reparar una grieta en un muro, encontrar una aguja en un pajar, arreglar (o no) un grifo que gotea, son figuras, símbolos que procuran expandir la experiencia cotidiana, a veces tediosa. Uno vive rodeado de maravillas. Y muchas veces eso se ignora.
Además de haber dado clases magistrales en varias universidades internacionales, eres investigador, crítico de literatura iberoamericana. ¿Cómo valoras tu experiencia como docente?
Es, antes que nada, una experiencia de comunicación humana. El docente aprende el mundo junto con sus alumnos.
Dictar clases en diversas universidades del mundo me hizo comprobar que, en cualquier idioma, incluso en asignaturas muy disímiles, lo importante es la capacidad de asombro, la voluntad de descubrimiento.
Eres profesor de narrativa y de guion cinematográfico. Algunos estudiosos destacan la influencia de la tecnología y de la cultura audiovisual en tu producción. ¿Es así para ti?
Sin duda. La escritura es una tecnología. Netflix, internet, el uso constante de celulares y ordenadores han cambiado la forma de producir literatura. Los diversos medios se hibridan, se combinan.
Hay también un tema de aceleración y de cambio de los umbrales de percepción. Un lector del siglo XIX tenía más paciencia que uno del siglo XXI, adiestrado en hacer zapping y cambiar constantemente la frecuencia y el tipo de estímulos.
Háblanos de tus referentes. Los elegidos y de los otros.
En narrativa debo mencionar a Onetti, a García Márquez, a Rulfo. Son los parientes cercanos a los que debo añadir algunos “tíos”: Thomas Mann, Joyce, y esa “tía” sensible que es Virginia Woolf. En poesía muchos: Vallejo, Gelman… son muchos.
Eres académico numerario de la Academia Nacional de Letras y académico correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española. Explícanos si eres una especie de cruzado de la lengua (¿castellana?) ¿Qué pasa con las nuevas palabras? ¿Y el lenguaje inclusivo? ¿Neologismos out? (sic)
No soy un cruzado. Esa palabra es al menos problemática. Soy, más bien, un gozador de las palabras, alguien que disfruta con ellas. La condición de académico es mucho más dinámica y vital de lo que se piensa.
Sobre el lenguaje inclusivo, el tiempo y el uso dispondrán. Los dueños de una lengua son los hablantes. Ellos, en el tiempo, dispondrán qué se acepta y qué no.
Los neologismos, en una era tecnológica acelerada como la que vivimos, son imprescindibles. Pero eso no quiere decir que valga todo. Es necesario elegir.
Háblanos de la palabra. ¿Una imagen vale por 1000 palabras o una palabra vale 1000 imágenes? Citaste al lingüista y matemático (¿casualidad?) Ludwig Wittgenstein: “Los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje”.
Una palabra, a veces, vale lo que mil imágenes. Las palabras no describen al mundo: crean al mundo.
A Wittgenstein se lo puede leer y visitar para aprender a asomarnos a la realidad en el lenguaje. Es un referente para mí.
Háblanos de poesía. ¿La poesía está en la gente, en cómo habla la gente? ¿La poesía como única forma posible de aspirar a la revelación fugaz de sentido? ¿La poesía expande el lenguaje?
La poesía es un catalizador y una esencia, la médula del lenguaje. Poiesis y goce. Descubrimiento y nacimiento.
¿Consideras tener como un rasgo identitario la pluralidad estilística o la flexibilidad en la estructura genérica (cruce entre lo ensayístico, lo narrativo y lo poético)?
Trato de combinar y emplear diversos registros en cada obra, se clasifique como novela, poesía o ensayo.
Talleres de Literatura creativa. ¿Juegos, consignas? Versos cortados. Tú armas el que quieres. Versos cortos y contundentes seguidos de otros largos melódicos. Silencios. Juego de contrastes, decir lo que no se ha dicho, comunicar, etc.
Los talleres de creación son una modalidad necesaria en este tiempo. Pero también hay que proseguir con los cursos ordenados acerca de una época, de las condiciones de creación en una época determinada.
Comunicar es lo esencial. Si, además, se dice algo nuevo, algo que no había sido pronunciado, aparecerá, paulatinamente, una nueva experiencia, una nueva realidad en el mundo.
Si pudieras vivir en cualquier lugar y tiempo, ¿cuál elegirías?
Este. En otra época hubiera elegido un pasado cercano. Pero mi tiempo es ahora.
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