Las epidemias políticas. Peter Sloterdijk. EDICIONES GODOT. 106 págs., 2020, $540.
Un filósofo alemán surgido del campo de la estética y el diseño, con fuentes tan opuestas (inicialmente) como la Escuela de Frankfurt y el misticismo oriental, logra textos lacónicos y punzantes que alumbran desde perspectivas insospechadas nuestro tiempo.
En esta antología de ensayos nos presenta un sistema de conceptos entrelazados: populismo, democracia, política, medios de comunicación y lenguaje. Sloterdijk arremete con una escritura que por momentos recuerda a su colega coreano Byung-Chul Han: “Según su modo funcional primario, los medios de comunicación modernos son menos informativos que portadores de infecciones… Las aberraciones morales y políticas empiezan casi siempre con descuidos lingüísticos”.
Analizando las raíces del cinismo moderno explicita: “La ideología en decadencia, que desde fines del s. XVII no oculta sus síntomas, libera, en ese declive, al cinismo; se pudo demostrar, a su debido tiempo, cómo – más allá del error, de la mentira y de la ideología- el cinismo forma la cuarta figura, apenas tenida en cuenta por la filosofía tradicional, en la serie de formas de la conciencia que se equivoca, que se engaña y engaña…..En sus cinismos, los gobernantes muestran que están cansados de llevar las máscaras de la hipocresía. Brillan con la ironía de los que salen airosos de la situación…En nuestros días, Warren Buffet pertenece a aquellos grupos que ya no necesitan máscara: ‘hay una guerra de clases, de acuerdo, pero es la mía, la de los ricos, la que está haciendo esa guerra y vamos ganando’”.
Páginas más adelante continúa: “El cinismo soviético fue, desde el principio, trágico. Sus protagonistas fueron idealistas que hicieron su doctorado en Realpolitik. Lenin y los suyos no poseían la decadencia suficiente para ser cínicos subjetivos. Creían -si es que creían en algo- en el cinismo objetivo de la historia, por así decirlo, la revisión materialista de la “astucia de la razón”, la cual algún día les daría la razón a sus perversiones. Hasta entonces, se vieron obligados a disimular sus motivos ocultos. Por consiguiente, le dieron preferencia a la mentira organizada ante la franqueza desvergonzada. Se apegaron a la convicción de que el gran fin justifica los malos medios”,
Un texto que logra el mejor objetivo de todos: leer y pensar.
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