Lecturas contemporáneas de José Enrique Rodó. SOCIEDAD RODONIANA. 2021. 452 págs., $680.
Un espléndido esfuerzo implica la reunión de diversos trabajos de estudiosos de la obra de Rodó que enseñan actualmente en universidades o centros de investigación en Alemania, Brasil, Chile, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Italia, México, Perú, Reino Unido y Uruguay.
La obra del “Maestro de América” continúa su “perpetuo devenir”, sigue “abierta”, mal que les pese a todos aquellos que apostaron por su olvido o su tergiversación.
De la presente antología es todo un desafío seleccionar algún trabajo específico. Creo que es casi ineludible el referido a “La identidad religiosa de José Enrique Rodó” del Prof. Romeo Pérez Antón. En forma metódica desglosa la temática desde las más diversas perspectivas.
“…E igualmente ocioso sería prevenir que, por lo que respecta a la personalidad y la doctrina de Cristo –sobre las que he de hablar para poner esta cuestión en el terreno en que deseo– mi posición es, ahora como antes, en absoluto independiente, no estando unido a ellas por más vínculos que los de la admiración puramente humana, aunque altísima y la adhesión racional a los fundamentos de una doctrina que tengo por la más verdadera y excelsa concepción del espíritu del hombre”. (…) “Nos encontramos en el camino, usted me habla de su fe y del amor que le tiene, con sinceridad y entusiasmo, yo, le escucho con interés. Cuando me llegue el turno, yo le hablaré con igual íntima verdad, de la manera como a mi alma se impone la atracción del formidable enigma, y de lo que yo creo, y de lo que dudo, y usted me escuchará también, y así ambos saldremos ganando” (Liberalismo y Jacobinismo).
Rodó se había alejado de la Iglesia a partir de sus contactos con los círculos positivistas. Pero su excelsa cultura grecolatina y su tolerancia forjada en las situaciones más difíciles apuntó a un camino muy propio. “El credo, la confesión religiosa de José Enrique es, entonces, no católica. Liberal, fuera de toda duda, y agnóstica, aunque puede discutirse la pertinencia de esta última filiación”, escribe Pérez Antón para recuperar, páginas más adelante, la categorización dada por Dardo Regules: José Enrique Rodó era cristita, sin llegar a cristiano.
Otro artículo que se destaca por su pertinencia es “Rodó en Nueva York” de Shawn McDaniel, el cual ilustra la peculiar recepción del idealismo rodoniano en el mundo anglosajón y en especial las diversas lecturas que ameritó en la diáspora latinoamericana en “las entrañas del monstruo”. Entre otros aspectos desarrollados está Ariel como hipotético manifiesto antiestadounidense. Entre los hallazgos figura el texto publicado en El Día con la firma del Maestro: “No es cierto que el tema principal de la nueva obra sea, como se ha dicho, la influencia de la civilización anglosajona en los pueblos latinos. Solo de una manera accidental se hará en el libro un juicio de la civilización norteamericana, tratándose de caracterizar en ella lo que puede y debe servir de modelo y lo que no debe ser objeto de imitación” (23 de enero 1900).
Y de un cronista modernista cubano, Francisco García Cisneros, recupera una misiva dirigida a Rodó: “Yo soy espectador de este politeama y estudio la vida del individuo. No crea V. apasionado mi juicio, lejos de estar sajonizado, me conservo más latino -pero no debo exponer falsas mis ideas. V. los admira; pero no los ama. Yo no los admiro; pero no los odio”.
La presente antología es una obra de referencia ineludible para todos los rodonianos.
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