LA NOVEDAD
La presentación del libro está glosada por alguien bastante célebre, Bill Gates, que no vacila en definirlo como “el mejor libro que he leído jamás”.
Steven Pinker es catedrático de Harvard en psicología experimental, científico cognitivo, autor de trabajos claves sobre el binomio lenguaje-mente y, antes que nada, un intelectual centrado en el debate ideológico contemporáneo. De origen canadiense, más específicamente nacido en Montreal, creció en el seno de una familia judía, rompiendo con la creencia en Dios a muy temprana edad y asumiendo a la ciencia como panacea.
“Los ideales de razón, ciencia y humanismo necesitan ser defendidos ahora más que nunca, porque sus logros pueden venirse abajo. El progreso no es una cuestión subjetiva. Y esto es sencillo de entender. La mayoría de la gente prefiere vivir a morir. La abundancia a la pobreza. La salud a la enfermedad. La seguridad al peligro. El conocimiento a la ignorancia. La libertad a la tiranía… Todo esto se puede medir y su incremento a lo largo del tiempo es lo que llamamos progreso. Eso es lo que hay que defender”.
El mal llamado “gurú del optimismo” (prefiere asumirse como un posibilista serio) no ha escatimado polémicas al arremeter contra populismos de diversa laya, “están en el lado oscuro de la Historia”, nacionalismos diversos, enfoques religiosos y ha devenido en filósofo cuasi oficial de Macron, Trudeau y Macri.
En la misma línea que otrora Alvin Toffler y más actualmente Gilles Lipovetsky y Yuval Harari, Pinker sostiene que la Humanidad ha ingresado en un ciclo positivo de prosperidad que se traduce entre otros aspectos en una larga paz, producto directo de la Ilustración en su vertiente anglosajona, las instituciones republicanas y el “dulce comercio”.
Todo este relato afín a los intereses de la élite globalizante cosmopolita liberal implica subyacentemente que todos los críticos serán, paradójicamente, barridos por la historia. En síntesis: una obra seductora, ideológicamente muy discutible y por eso claramente recomendable.
EL HALLAZGO
La presente obra es clave para acercarnos a las décadas quizás más fermentales de nuestra historia; las que pautaron el proceso de consolidación democrático pero también la imposición de determinado modelo capitalista a la sombra del declive progresivo del Imperio Británico y el auge norteamericano. Pero fue en el terreno de las ideas donde se desarrolló la batalla más crucial. El debate abarcó la organización social misma, el rol del Estado y el signo de las relaciones con la Iglesia.
El libro apunta entonces a analizar las diversas etapas de la conflictiva relación entre ambas instituciones y las profundas divergencias suscitadas en torno a la “cuestión social”, y explorar los diversos enfoques y bandos presentes en el propio seno de la Iglesia.
Zubillaga y Cayota realizaron un exhaustivo trabajo para despejar algunos errores producto de enfoques historiográficos signados por el laicismo, quizás el más pernicioso el que define al catolicismo como antinómico a la modernización. Mariano Soler argumentaba sobre la conveniencia de conciliar la Iglesia católica y el espíritu moderno, reivindicando el desarrollo de los conocimientos humanos, la ciencia, la libertad y la condición progresiva de las masas. Pero Soler, imbuido en el espíritu de la Rerum Novarum se opone radicalmente al capitalismo salvaje : “La civilización moderna lleva en su frente el signo fratricida del odio: en medio del brillo del progreso material, en medio de grandes capitalistas y millonarios, ha aparecido el pauperismo, que crea y conserva a verdaderos ejércitos de miserables, y el proletariado, que echa sobre la tierra millones de criaturas racionales sin hogar, sin tradiciones y sin pan para mañana, verdadera mercancía humana puesta a merced de las fluctuaciones del mercado”.
Es una difícil coyuntura para la Iglesia, denunciar a la vez a las doctrinas que propugnaban el lucro por el lucro y las que solo apostaban por la destrucción del orden social. Para comprender esa época con profundas consecuencias y paralelismos con nuestro tiempo, “Cristianos y cambio social” pasa a ser un texto prácticamente ineludible.