LA NOVEDAD
Esteban Perroni. Amazonas 1440. 50 años después, 14 de abril de 1972, Edita Radio Malvín. Diciembre 2019. 255 pags. $890.
Los trágicos insucesos acaecidos en los años 60 y 70 han ameritado una miríada de publicaciones, difícil entonces esperar información o enfoques sustancialmente distintos. Bien, la presente investigación claramente es un aporte esclarecedor. Esteban Perroni, malvinense es además sociólogo y desde ese campo es que se pregunta cómo y por qué su barriada, casi un balneario montevideano en aquellos tiempos, se transformó en un campo de batalla. Preguntas incómodas porque atravesaron y definen hasta el día de hoy las vidas de parientes, amigos y vecinos.
El 14 de abril de 1972, Montevideo todo estalló desde el amanecer en una vorágine nunca vista de atentados, asesinatos a sangre fría y la respuesta de operativos policiales. Uno de los emblemáticos es el acaecido en Amazonas 1440. Una pareja, los Martirena, muere en el enfrentamiento con fuerzas policiales. Hay dos integrantes del MLN que sobreviven y son capturados en un “berretín” oculto en dicha dirección. Uno, Eleuterio Fernández Huidobro, el otro, el contador de la organización sediciosa, David Cámpora. Fue un golpe demoledor al MLN por el rango en la organización de los capturados, por el dinero incautado, pero mucho más por la documentación hallada.
Este evento ha sido narrado de diversos modos e incluso ha sido parte medular de proyectos cinematográficos. Perroni logra una investigación en el que se escucha por primera vez decenas de testimonios de “tirios y troyanos”, más una extensa entrevista al propio Cámpora, enmarcando esa historia en el espíritu del tiempo. Y lo primero que queda meridianamente claro es que toda esa violencia aconteció en democracia. No es una mera palabra. Era un estado de derecho atacado pero que enviaba a un juez al epicentro de la violencia. Y algo no menor, en las propias palabras de un protagonista, refiriéndose a su propio hijo de 4 años: “íbamos a hacer los contactos juntos. Una compañera… le dice: ‘Ay, qué rico, ¿cómo te llamas?’, y él le responde: ‘¿no sabés que no se pregunta?’”
Hay diversos testimonios desgarradores de hasta dónde llegó la locura y la violencia. Si este trabajo, con una espléndida edición, se pudiese resumir en una línea, diría, nunca más orientales contra orientales.
EL HALLAZGO
Alcides Cruz. Incursión del General Fructuoso Rivera a las Misiones. Traducido y anotado por Doroteo Márquez Valdés. Montevideo. Claudio García Editor, 116 págs. 1916.
El interregno entre la Cruzada Libertadora y la ratificación de la Convención Preliminar de Paz de 1828 es poco estudiado habitualmente, a excepción de los momentos estelares del Congreso de la Florida y las Batallas de Sarandí y Rincón. Cómo luego del Abrazo de Monzón se fue deteriorando la relación entre Lavalleja y Rivera es un proceso en la bruma. El hecho concreto es luego de crecientes enfrentamientos entre ambos caudillos, Rivera debe cruzar hacia Santa Fe, en un momento en el que cae el gobierno de Rivadavia luego de conocerse el cariz de las negociaciones con Brasil y el arbitraje no tan inocente de los británicos. Rivera es directamente acusado de trabajar a dos puntas, tanto para la causa patriota como para el bando brasileño. Es en dicho contexto en el cual surge la posibilidad de una auténtica “blitzkrieg” sobre las Misiones Orientales, las que pasarían a ser un elemento clave para la definición de las negociaciones. La brillantez militar del caudillo prevalece. Definida la paz, la retirada de las tropas de Rivera, con miles de guaraníes acompañando al caudillo, permite la fundación de Bella Unión y asimismo genera parte de leyenda que envuelve al fundador del Partido Colorado con sus luces y sombras: mientras Oribe, despachado por Lavalleja para interceptarlo, manda a ejecutar a los cinco emisarios riveristas, Don Frutos comienza a repartir el botín en forma peculiar entre aliados y allegados.
Este resumen básico es el tema de un texto realmente insólito pues fue la ponencia de un historiador riograndense para acceder al título de miembro de la Sociedad de Historia de Río de Janeiro. Pero el editor uruguayo se sintió en la necesidad de presentar una traducción con numerosísimas notas, debatiendo gran parte de las aseveraciones del autor.
Un texto claramente excepcional que un siglo más tarde sigue alimentando la polémica.