Los profetas del odio: y la yapa (La colonización pedagógica). Arturo Jauretche. PEÑA LILLO EDITOR. 1967, Buenos Aires.
Arturo Jauretche (1901-1974) fue un más que lúcido pensador, escritor y político argentino que, proveniente de las filas del Partido Radical de la línea de Hipólito Irigoyen, integró el núcleo primigenio de FORJA. Dicha agrupación tuvo un rol ideológico clave vertebrando un pensamiento antiimperialista y por constituir un apoyo crítico, pero de sistemática lealtad al Peronismo.
Jauretche dedicó sus mayores esfuerzos a desnudar las falacias que hacían posible el saqueo sistematizado de estas tierras y el obnubilamiento de grandes sectores de la ciudadanía, especialmente de clase media. Su prédica emancipadora incluye El Plan Prebisch: retorno al coloniaje, pero es Los profetas del odio donde alcanza una síntesis fermental para comprender el proceso de los prejuicios de la clase media, crecientemente exasperada por la irrupción de nuevos actores sociales de la mano del peronismo en un ambiente político que había sido exclusivo para determinados sectores. Esa reticencia frente al pueblo llano que bordeaba casi con el racismo es lo que marca la obra de intelectuales tan renombrados como Martínez Estrada, Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, entre otros. Y esos intelectuales que veían a los peronistas como unos “resentidos” frente a la “gente bien” son los destinatarios de esta carta (dirigida a su amigo Sábato) de la cual este párrafo es esclarecedor: “Lo que movilizó las masas hacia Perón no fue el resentimiento, fue la esperanza. Recuerde usted aquellas multitudes de octubre del 45, dueñas de la ciudad durante dos días, que no rompieron una vidriera y cuyo mayor crimen fue lavarse los pies en la Plaza de Mayo, provocando la indignación de la Sra. De Oyuela…. No eran resentidos. Eran criollos alegres porque podían tirar las alpargatas para comprar zapatos y hasta libros, discos, veranear, concurrir a restaurantes, tener seguro el pan y el techo y asomar siquiera a formas de vida ‘occidentales’ que hasta entonces les habían sido negadas”.
Un texto ineludible para sopesar una vez más la responsabilidad de los intelectuales en los destinos de la Patria Grande.
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