Los siete libros de la sabiduría. Séneca. ED. FONTANA, 160 págs.
En la Grecia clásica, en el 300 A.C., Zenón de Citio desarrolló los principios cardinales de una escuela filosófica que siglos más tarde continúa marcando caminos: el estoicismo.
Habitualmente signada por interpretaciones y adjetivaciones poco apropiadas (al igual que otras grandes corrientes del pensamiento), el estoicismo es una vía para alcanzar la felicidad y la sabiduría. Y más que negando los bienes materiales, privilegiando una ética que permite el control de las pasiones y las circunstancias de la vida por medio la razón y la valentía de asumir los desafíos y los sinsabores de la vida misma con una actitud serena.
Quizás fueron las élites romanas, en ese momento crítico del pasaje de la República a la construcción del Imperio, las que mejor aquilataron las profundas implicancias de dicho modelo filosófico. Es así que Séneca, Cicerón y Marco Aurelio se constituyeron en exponentes claves y fervorosos divulgadores.
Séneca, un originario de la Hispania y más específicamente de Corduba (la actual Córdoba) fue un filósofo, político, orador y escritor que detentó puestos claves en la administración del Imperio bajo los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, siendo, asimismo, el tutor y consejero del emperador Nerón en su juventud. Como es más que obvio, no fueron épocas fáciles. Otra forma de decirlo es que Séneca tuvo el raro privilegio de ser condenado a muerte por tres emperadores, las dos primeras ejecuciones pudieron ser “renegociadas”, la tercera, por parte de Nerón, fue implementada por desangramiento y envenenamiento.
Y también es autor de esta pequeña gran obra que marcó desde Erasmo de Rotterdam hasta Montesquieu en el cual desarrolla siete temas; “De la Divina Providencia”, “De la vida bienaventurada” “De la tranquilidad del ánimo”, “De la constancia del sabio” “De consolación” “De la pobreza” y para finalizar una joya que perdura indeleble a través de los siglos: “De la brevedad de la vida”
El estoicismo es ante todo un sistema ético, el hombre es una parte del universo y todo su destino y actitud en la vida están condicionados por esta circunstancia: la razón humana, reflejo de las leyes del universo, ha de ajustar a ellas su conducta.
En épocas oscuras, un rayo de luz recuperar el eterno mensaje estoico.
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