Maoismo. Una historia global. Julia Lovell. DEBATE. Marzo 2021, 746 págs., $1490.
Día tras día el interés sobre China y su rol geopolítico crece. Es claro, en primera instancia, que la China de Xi Jinping y la de su predecesor Deng Xiaoping ha devenido en una realidad política, tecnológica y social muy distinta a la del modelo maoísta. Vale decir que el modelo capitalista autoritario sui generis chino habría implicado un discreto entierro de los postulados maoístas.
Bien, estas aseveraciones son las puestas en duda y problematizadas en el presente ensayo. No solo se conmemora la centuria del Partido Comunista chino, el ideario de Mao Zedong sigue absolutamente presente.
Y para demostrar dicho aserto, la catedrática de Historia y Literatura china contemporánea en la Universidad de Londres, Julia Lovell, opta por narrar qué es el maoísmo, ya no en China, sino en el mundo. Autora, asimismo, de La Gran Muralla y The Opium War, asume que un fenómeno tan contradictorio y fascinante no se puede describir solo desde la perspectiva generada por la Revolución China y sus puntos dramáticos como la gran hambruna o la Revolución Cultural.
“Las historias sobre la Guerra Fría a menudo subestiman la importancia de la China maoísta como una alternativa genuina al comunismo soviético, al brindar apoyo intelectual y práctico a rebeldes en todo el mundo. (…) Representaba un ejemplo de un país pobre y de base agraria acosado por el expansionismo occidental o japonés y que se erguía por sí mismo ante el mundo”.
“Una vez que reinsertamos la historia global del maoísmo en la historia del siglo XX, se empieza a tener una narrativa muy distinta del relato estándar en que la Unión Soviética pierde la Guerra Fría contra el neoliberalismo. Un cuarto de siglo después de que el comunismo colapsara en Europa y luego en la Unión Soviética, el Partido Comunista chino sigue –en apariencia– floreciendo. Bajo su dirección, China se ha convertido en una fuerza económica y política mundial. El Partido Comunista chino –cuya práctica y legitimidad está aún bajo el dominio de Mao– se ha reinventado a sí mismo con un éxito considerable como adalid de la economía de mercado, a la vez que continúa siendo una organización esencialmente secreta y leninista. Si la organización sigue aún a cargo del país en 2024, la Revolución Comunista china habrá superado los setenta y cuatro que duró la vida de su hermano mayor soviético. Los líderes de China experimentan un nervioso orgullo ante esta perspectiva; las causas del colapso soviético de 1991 fascinan a los miembros pretéritos y actuales del Politburó chino. Si el Partido Comunista Chino sobrevive mucho más allá de ese punto, quizás los historiadores comiencen a ver el octubre de 1949, en vez del octubre de 1917 como la fecha de la revolución que cambió las reglas del juego en el siglo pasado”.
Entender el maoísmo global es vital para comprender no sólo la historia china, sino también las políticas extremas en muchas partes del mundo; políticas de privación de derechos, propiciatorias del descontento y el empobrecimiento. El maoísmo se transformó en una fuerza internacional en la era de la descolonización. En el mundo en vías de desarrollo, su mensaje de confrontación antiimperialista fascinó a pueblos que habían sido reprimidos económica, política y culturalmente, que aspiraban a los estándares de vida del Occidente industrializado y la dignidad internacional.
“Motor decisivo en la Guerra de Vietnam, talismán de la resistencia anticolonialista en África, en ocasiones germen del terrorismo en Alemania e Italia y de las guerrillas en Perú, India y Nepal, el poder y el atractivo del movimiento maoísta rebasó las fronteras de China y suscitó un fervor extraordinario en amplias zonas geográficas”.
Un texto imprescindible.
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