Meditaciones. Marco Aurelio. EDAF. Tercera ed. 168 págs.
¿Qué sentido tiene en el siglo XXI rememorar los escritos de un emperador romano pagano en los albores del cristianismo? Puede sonar trivial la pregunta, pero tiene una intencionalidad: en épocas de ansiedad construida socialmente y de relativismos que han arrasado con cualquier visión de trascendencia, ataviados con ropajes postmodernos, es más que necesario abrevar en aguas límpidas y seguras.
Marco Aurelio Antonino Augusto, apodado el Sabio o el Filósofo (Roma, 26 de abril de 121 – vindonbona o Sirmio, 17 de marzo de 180) y educado por su abuelo paterno, M. Anio Vero, fue emperador desde el año 161 hasta su fallecimiento. Fue el último de los llamados “Cinco Buenos Emperadores”, tercero de los emperadores de origen hispano y es considerado como una de las figuras más representativas de la filosofía estoica. Marco Aurelio y Lucio Vero fueron hijos adoptivos de Antonino Pío por mandato de Adfriano y los dos primeros que imperaron conjuntamente en la historia de Roma.
Su gobierno estuvo marcado por los conflictos militares en Asia, en la Galia y a lo largo del Danubio. Durante el período de su imperio tuvo que hacer frente a una revuelta en las provincias del este liderada por Avidio Casio, de la que salió vencedor.
En sus escritos no busquemos la ruptura o la transgresión, hallaremos un nuevo escalón en una construcción de sus antecesores en la línea estoica. “Marco Aurelio encarna la paradoja estoica; un gran actor en una gran escena, pero el actor no mira al público, es como si no existiera, mejor aún, el actor y el escenario. Pero ha de estar ahí; si no hay riesgo ni implicación, no puede haber virtud, pues virtud es ejercicio (askesis), no un estado de gracia no de revelación; parece que resuena aún la ética homérica, o acaso algo específicamente griego”.
La ascética griega es deferente de la cristiana, no busca el renunciamiento a sí mismo que los paganos identificaban con la negación de la vida. La askesis va dirigida al logro de un arte de vivir en el que lo importante es el establecimiento de una relación con uno mismo. Si el ascetismo cristiano pretende un alejamiento del mundo, la askesis implica un entrenamiento moral que suministre al individuo herramientas para afrontar su tarea en el mundo de una manera ética y racional. “Frente a las promesas de una recompensa ultramundana que el filósofo desdeña como ilusorias, al estoico no le quedaba otra satisfacción que la de cumplir con su ética autónoma, en armonía con el cosmos y su divinidad inmanente. Frente a la confiada actitud de los mártires cristianos en una recompensa ultraterrena –en la que se compensarían con creces las injusticias de este mundo y dónde se patentizaría la justicia divina–, el estoicismo no tenía nada que ofrecer, salvo su ideal de sabio, feliz en su autarquía, inquebrantable ante los golpes de la Fortuna” (Carlos Gual).
Meditaciones es una obra que Marco Aurelio escribió a y para sí mismo, como ejercicio y práctica para recordar y tener a mano los principios de la filosofía que adoptó y cultivó, rasgo que lo convierten en un texto eminentemente moderno de ética, uno de los mejores manuales o tratados que ha dado la historia.
Párrafos cortos, ideas de gran profundidad, lenguaje cercano que alumbran los principios e ideas que guiaron su vida como político y lo convirtieron en uno de los mejores gobernantes de todos los tiempos.
Un texto atemporal, aplicable en cualquier sociedad y que ante todo se constituye en un antídoto y en un bálsamo en nuestros tiempos globalizados y tan antihumanos.
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