“Mujeres que escriben, mujeres que hablan en la Edad Media acerca de lo que les sucede en un espacio invisible: el de la interioridad. Escriben y hablan de una experiencia interior. Mujeres, escritura, experiencia interior: la conjunción de estos tres elementos es explosiva por lo insólita en la cultura medieval. Es tan insólita que no parece verdad. Y, sin embargo, lo es. En la Edad Media, las mujeres se apropiaron de los instrumentos de escritura para hablar de sí mismas y de Dios”
La mirada interior, V. Cirlot y B. Garí.
El siglo XIII es concebido por determinados aspectos sociales e históricos como un siglo de renovación dentro de la Edad Media que ya iniciaba este proceso desde el siglo XII, cuando florecieron nuevamente las ciudades y se reanudaba el comercio a mayor escala, estamos hablando del período de las cruzadas y del nacimiento de las ordenes religioso-guerreras, es el tiempo propiamente de los caballeros y los trovadores.
Dentro del ámbito religioso florecen singulares movimientos religiosos, místicos que tenían como fundamento volver a las raíces primitivas del cristianismo, volcándose exclusivamente al servicio y la asistencia de los más necesitados. Para decirlo en otras palabras, el siglo XIII había una valoración religiosa de la pobreza. Recordemos la influencia que tuvo Francisco de Asís con sus votos de pobreza y de asistencia a los enfermos. De este período nacen dos órdenes cristianas que tendrán un papel esencial en la historia, como franciscanos y dominicos.
A partir del siglo XII se comenzó a venerar la figura de María como nunca antes, y por efecto, la mujer comenzó a desarrollar un papel activo y fundamental dentro de la sociedad medieval en torno a las labores de la caridad. Así en el norte de Europa emerge un movimiento el de las Beguinas constituido mayoritariamente por mujeres, aunque también hubo alguna hermandad de begardos, y este movimiento tuvo gran difusión y popularidad. Las beguinas configuraban un grupo que trataba de rescatar la memoria y el trabajo del cristianismo primitivo, aquel que provenía de los primeros padres del desierto.
Auxilio de los más necesitados
En aquellos primeros años el cristianismo era no sólo una religión sino también una forma de con-vivir y re-formar la sociedad, los cristianos durante el siglo II y III se dedicaban verdaderamente al auxilio de los más necesitados, realizando una tarea esencial, aunque la Iglesia fuera perseguida. Es el tiempo de los Santos y de los milagros, y por ende el del inicio del culto de las reliquias. Todo esto es importante para comprender a los místicos y místicas cristianos del siglo XIII, los cuales buscaban esa relación inmediata con la divinidad, como lo habían hecho antes los padres del desierto.
Así, durante el siglo XIII, estas mujeres agrupadas en comunidades se dedicaban al servicio, a la lectura y al estudio de las Escrituras. Sin embargo el leit motiv de este movimiento se integraba a una experiencia mística de comunión con Dios en todos los aspectos de la vida (para citar a un autor más conocido: San Juan de la Cruz, siglos después en su poesía sería un continuador de esta tendencia). Es por eso que estas comunidades tuvieron referentes intelectuales, escritoras que en su momento sus obras fueron muy leídas y copiadas, como Hadewijch de Amberes, Beatriz de Nazaret, Margarita Porete, entre otras.
Los factores que propiciaron a las beguinas fueron varias. Primero que con el crecimiento de las ciudades había aumentado la cantidad de mujeres solas y desprotegidas. Segundo que los monasterios del Cister ya no podían acoger a más mujeres a menos que tuvieran su propia dote para mantenerse. El fervor religioso en las mujeres en ese momento era muy grande y así estas mujeres religiosas optaron fundar hospitales donde cuidaban y asistían a los enfermos y a los pobres, su actividad no estaba regulada por el orden eclesiástico aunque eran auspiciadas por el mismo.
El siglo XXI ha devuelto su atención sobre estas autoras, recuperado sus obras, reeditándolas, releyéndolas y sobre todo, incluyéndolas nuevamente dentro del canon literario occidental.
Para realizar aún mejor la tarea se van a crear “beguinatos”, apoyados y financiados por los dominicos en muchos casos, llamados también, patios de beguinas, el cual era un patio a modo de claustro, cerrado, que tenían su propia iglesia, y hasta en algunas ocasiones tenía cementerio, con aposentos donde llegaban a vivir más de cien mujeres. Así a partir de 1240 comenzaron fundarse beguinatos en las ciudades de industria textil de los países bajos, extendiéndose luego a otras urbes del llamado Sacro Imperio Romano Germánico, como Colonia o Estrasburgo.
Los beguinatos estaban bajo la supervisión de una Maestra, un consejo de beguinas, y la tutela de las órdenes mendicantes. De hecho según la orden que las tutelaba, los beguinatos tenían una u otra tendencia, los dominicos alentaban el estudio y el trabajo manual, y los franciscanos idealizaban la pobreza e instaban a las beguinas a aceptar donativos por el desarrollo de servicios fúnebres, por lo que se dedicaban a ésta actividad. Sin embargo en mayor o menor medida como en los monasterios había una variedad de tareas que iban desde la enseñanza hasta las labores artesanales.
Camino para hallar el Amor divino
Una autora interesante, beguina, que nombramos más arriba, fue Hadewijch de Amberes de la que no tenemos casi datos biográficos, aunque se presume que nació sobre el final del siglo XII en los países bajos y falleció por el 1260, por fortuna quedó su obra, compuesta por sus Visiones, poemas y epístolas. En su Libro de las Visiones la narradora visionaria es una maestra rodeada de sus alumnas que forman parte de un grupo de mujeres organizadas, y explica el camino que debe realizar el individuo para hallar el Amor divino, el cual es el vínculo y el vehículo fundamental de la experiencia mística, ya que éste permitía una conexión directa con Dios, a través de un “itinerario de perfección” (B. Garí).
Sin embargo, aunque las beguinas estaban bajo la protección de la iglesia, el siglo XIV tuvo otro rumbo, pues este fue el siglo de la peste negra, el siglo de las crisis agrarias y económicas que hundieron a toda Europa. Así el poder eclesiástico, como también el poder real, buscaron tener mayor predominancia y hegemonía dentro de sus respectivos ámbitos, y producto de esto fue que sucedió casi que simultáneamente la condena de Margarita Porete (reconocida beguina francesa) y de la Orden Templaria.
Cuando Felipe IV, el hermoso, consolidó el dominio francés sobre la Iglesia eligiendo él mismo al papa, y ubicando la sede pontificia en Aviñón, tuvo lo que deseaba, la condena de la Orden, por un tema de competencias militares y económicas dentro de su propio territorio, y la Iglesia solicitó al rey la entrega de Margarita Porete para ser quemada en Paris en la plaza de Gréve, en 1310, ya que su obra de “El espejo de las almas simples” fue considerada herética, aunque el motivo de fondo probablemente fuera la competencia que comenzaba a desarrollarse dentro del culto cristiano entre la iglesia y otras organizaciones religiosas como las beguinas.
Así el siglo XIV será el crepúsculo de estas escritoras místicas, un proceso creativo que duró más de 200 años, y que se mantuvo aunque soterrado en toda la poesía y escritos místicos que vendrían después. El siglo XXI ha devuelto su atención sobre estas autoras, recuperado sus obras, reeditándolas, releyéndolas, y sobre todo, incluyéndolas nuevamente dentro del canon literario occidental.
Recuperado sus obras
Victoria Cirlot y Blanca Garí, ambas catedráticas y escritoras muy reconocidas, la primera de la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona), la segunda, fue mi profesora en la Universitat de Barcelona en la cátedra de Mística Medieval, se han especializado en las mujeres místicas de la Edad Media, su obra más trascendental en cuanto al tema ha sido “La mirada interior: escritoras, místicas, visionarias en la Edad Media”, Editorial Siruela, Madrid, 2008. Sin embargo la Editorial Siruela ha publicado en los últimos años muchos libros medievales en esta tendencia, como “Hildegarda von Bingen y la tradición visionaria de occidente”, 2005, “Visión en Rojo”, 2019, sobre Juliana de Norwich, etc., generando mayor difusión de esta línea de investigación que cada vez se hace más accesible al público.
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