En la paradisíaca isla caribeña La Española, donde conviven -frontera terrestre mediante- las Repúblicas Dominicana y la de Haití, florecen los encantos naturales. Hermosas playas de arenas impalpables, aguas de azules intensos, bosques nativos de vegetación lujuriosa con todos los adjetivos que queramos agregarle.
No es de extrañar, entonces, que la República Dominicana tenga énclaves turísticos de fama internacional como el hotel Bávaro, y otros tantos resorts all inclusive a lo largo de sus playas, los que representan uno de los pilares más importantes de su economía.
Pero en los últimos años el turismo se ha vuelto un poco más exigente. No se conforma con solo vacacionar, sino que muchas veces pretende, y hasta exige, que el viaje sea también una experiencia de vida y de conocimiento del lugar. No alcanza con el sol y playa acompañado de bebidas tropicales, sino que los nuevos turistas desean conocer un poco más del país, de sus costumbres, tradiciones y formas de vida. No solo de la historia grande -la independencia y héroes nacionales- sino también de la historia chica, de los problemas sociales y políticos, de cómo se vivía en tiempos pasados y cómo se llegó al desarrollo actual.
En este sentido, en el entorno de aguas transparentes del Caribe también aparece la contracara: la furia de los temporales que la asolan durante determinadas épocas del año, llenando de zozobra y desgracias materiales a las islas de Caribe y hasta el suelo continental de México y el sureste de los Estados Unidos.
Y estos terribles huracanes, sumados a los piratas y bucaneros en busca de riquezas y tesoros españoles, provocaron centenares de naufragios, especialmente en las inmediaciones de la isla.
Programa de Arqueología Submarina
Las historias del pasado marítimo y los barcos hundidos han empezado a interesar a los dominicanos y a los turistas que visitan el país. Recuerdo que durante un viaje que realicé en el año 2008 adquirí tres libros referentes a los episodios más famosos.
En base a ello, el gobierno resolvió abrir un Museo de Naufragiosen las Reales Atarazanas para exhibir una selección de 1200 piezas recuperadas del fondo del mar. Las piezas pertenecen a los 12 galeones españoles y otras naves de los siglos XV y XIX, que se consideran más representativas de la historia de la isla.
Para apreciar la importancia y antigüedad de los siniestros, nada más que retrotraernos al día de Navidad del año 1492, cuando la Santa María, la propia nave capitana de la expedición descubridora de Cristóbal Colón, naufragó cerca de sus costas. Dicho sea de paso, la búsqueda de este pecio ha desvelado desde hace varias décadas a los buscadores de naufragios más famosos del mundo, que se han lanzado en su búsqueda. Y muchas veces con anuncios de haberlo encontrado.
En 1976, el gobierno dio un primer paso en la revalorización del pasado marítimo y patrimonio arqueológico de la isla al poner en marcha el Programa de Arqueología Submarina. La finalidad directa era la de poner fin a la actividad de los pescadores y cazatesoros que estaban destruyendo el riquísimo “sitio arqueológico” con sus búsquedas indiscriminadas. Este fue el comienzo del Laboratorio de Patrimonio Cultural Subacuático que custodia más de 100 mil objetos de valor histórico.
Para el armado del Museo de Naufragios se buscó el asesoramiento del arqueólogo subacuático español Carlos León y de los expertos dominicanos Francis Soto e Isabel Brito. Quienes estuvieron varios meses estudiando más de 50 mil objetos para seleccionar los 1200 más adecuados para exponer en el museo. En el folleto que acompañó la muestra, Carlos León señaló que: “se trata de uno de los pocos dedicados a los naufragios. La colección expuesta comienza con los restos de dos piezas artilleras de la flota de Ovando y una selección de joyas, monedas, piezas de cerámica y pesos hallados en un naufragio español descubierto en Punta Cana, también del siglo XVI. Y continúa con una muestra espectacular de objetos del galeón Ntra. Sra. de la Limpia y Pura Concepción, compuesto por joyas, piedras preciosas y hasta de cerámica Ming”.
El naufragio más famoso
El naufragio más famoso, cuyas piezas representan la muestra es el galeón Nuestra Señora de la Limpia y Pura Concepción, llamada simplemente la Concepción, que tiene una historia tan apasionante como su cargamento. En 1641 partió desde Veracruz con más de 600 toneladas de lingotes de oro y barras de plata y productos traídos de China, que en las cercanías de La Española lo acometió un terrible temporal que lo incrustó contra los arrecifes. La mitad de los tripulantes fallecieron y todo el cargamento desapareció a unos 15 metros de profundidad. Fue una de las mayores tragedias, desde el punto de vista económico, sufridas por el reino de España.
La búsqueda del tesoro pasó por varias vicisitudes hasta que fue encontrado por el inglés William Phips, quien extrajo 74 toneladas de monedas y barras de oro, recibiendo después el título de caballero en su reino.
A partir de entonces, fue olvidado hasta el año 1968, en que Jacques Cousteau organizó una expedición de búsqueda, con resultado de recuperar cuatro de sus cañones y dos anclas. En 1978, la compañía Seaquest Internacional Inc. desenterró, a su vez, miles de monedas, lingotes, bandejas, cucharas, espadas, cadenas de oro, además de un baúl con 1440 monedas. Hasta que, en 1981, la firma Caribe Salvage, con permiso del gobierno, extrajo 3000 monedas más, joyas y parte del cargamento de porcelana china. Lo interesante del museo no es solo su contenido, sino la elección del edificio, el de Reales Atarazanas, astilleros para la construcción y conservación de material marítimo, que data del año 1543, durante el reinado de Carlos V.
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