Tampoco Bradbury: Aleksandr Solzhenitsyn en Harvard el 8 de junio de 1978. Resumen de la segunda parte de su memorable discurso.
“El sesgo de la libertad hacia el mal se ha producido en forma gradual, pero evidentemente emana de un concepto humanista y benevolente según el cual el ser humano –el rey de la creación– no es portador de ningún mal intrínseco y todos los defectos de la vida resultan causados por sistemas sociales descarriados que, por consiguiente, deben ser corregidos.
La prensa [los medios de difusión masiva] goza de la más amplia libertad. Pero ¿cómo utiliza esta libertad? La suprema preocupación es no infringir el marco legal. No existe una auténtica responsabilidad moral por la distorsión o la desproporción… Cuando se ha llevado a la opinión pública hacia carriles equivocados mediante información inexacta o conclusiones erradas, ¿conocemos algún caso en que el mismo periodista o el mismo diario lo hayan reconocido pidiendo disculpas públicamente? No. Eso perjudicaría las ventas […].
Dado que se exige una información instantánea y creíble, se hace necesario recurrir a presunciones, rumores y suposiciones para rellenar los huecos; y ninguno de ellos será desmentido. La prensa puede, o bien asumir el papel de la opinión pública, o bien puede pervertirla. De este modo podemos tener a terroristas glorificados como héroes; o bien ver cómo asuntos secretos pertenecientes a la defensa nacional resultan públicamente revelados; o podemos ser testigos de la desvergonzada violación de la privacidad de personas famosas bajo el eslogan de ‘todo el mundo tiene derecho a saberlo todo’[…].
De un valor muy superior es el desacreditado derecho de las personas a que no se abarroten sus divinas almas con chismes, estupideces y habladurías vanas… la prensa se ha convertido en el mayor poder dentro de los países occidentales, excediendo el de las legislaturas, los ejecutivos y los judiciales […]. ¿Quién ha elegido a los periodistas occidentales que ocupan esta posición de poder, y por cuanto tiempo, y con qué prerrogativas?
Las ideas resultan fastidiosamente separadas de aquellas que no están de moda y estas últimas, sin llegar a ser jamás prohibidas, tienen muy escasas posibilidades de verse reflejadas en periódicos y libros, o de ser escuchadas en universidades. Vuestros académicos […] están acorralados por la moda del capricho predominante […]. Hay una peligrosa tendencia a formar una manada.
¿Un modelo?
Está casi universalmente aceptado que Occidente le muestra al resto del mundo el camino hacia el desarrollo económico exitoso […]. Con todo, muchas personas que viven en Occidente están insatisfechas con su propia sociedad. La desprecian o la acusan de no estar ya al nivel de lo que requiere la madurez de la humanidad. Y esto empuja a muchos a inclinarse por el socialismo, lo cual es una falsa y peligrosa tendencia. El socialismo, de cualquier tipo o matiz, conduce a la destrucción total del espíritu humano y a la nivelación de la humanidad en la muerte.
¿Si yo propusiera a Occidente, tal como es en la actualidad, como modelo para mi país?, francamente respondería en forma negativa. Si nuestra sociedad hubiese de ser transformada en la vuestra, ello significaría una mejora en determinados aspectos, pero también un empeoramiento en algunos puntos particularmente significativos […]. Después de décadas de sufrimiento, violencia y opresión, el alma humana anhela cosas más altas, más cálidas y más puras que las ofrecidas por los hábitos de convivencia masiva introducidos por la invasión repugnante de la publicidad, el aturdimiento televisivo y la música insoportable.
Hay otras advertencias abiertas y evidentes, también. El centro de su democracia y de su cultura se lesiona tan solo por la ausencia de energía eléctrica por algunas horas, pues repentinamente muchedumbres de ciudadanos americanos comienzan a saquear y a causar estrago.
La lucha por nuestro planeta, en lo físico y en lo espiritual, esa lucha de proporciones cósmicas no es una vaga cuestión del futuro. Ya ha comenzado. Las fuerzas del mal ya han lanzado su ofensiva decisiva. Podríais sentir su presión, pero vuestros monitores y vuestras publicaciones todavía están llenas de las obligatorias sonrisas y de los brindis con los vasos en alto. ¿A qué viene tanta alegría?
Solo los criterios morales pueden ayudar a Occidente contra la estrategia bien prevista del mundo del comunismo. […] A pesar de la abundancia de información, o quizá debido a ella, Occidente tiene dificultades para entender la realidad tal como es.
Alianzas erróneas
En el siglo XX la democracia no ha ganado ninguna guerra importante sin la ayuda y protección de un aliado continental cuya filosofía e ideología no preguntó. En la Segunda Guerra Mundial contra Hitler, en vez de ganar esa guerra con sus propias fuerzas, que habrían sido ciertamente suficientes, la democracia occidental cultivó a otro enemigo con más poder todavía.
Actualmente, algunas voces occidentales han hablado ya de obtener la protección de un tercer poder contra la agresión en el próximo conflicto mundial, si lo hay; en este caso el protector sería China. Pero no le desearía tal protector a ningún país en el mundo… es otra vez una alianza con el Mal […].
Ningún arma, no importa cuál sea su poder, puede ayudar a Occidente mientras no supere la pérdida de su fuerza de voluntad. En un estado de la debilidad psicológica, las armas se convierten en una carga para el lado de quienes capitulan. Para defenderse, uno debe también estar preparado para morir; esta preparación escasea en una sociedad educada en el culto del bienestar material […]. El pensamiento occidental ha llegado a ser conservador: la situación del mundo debe permanecer como está a cualquier coste, allí no debe ser ningún cambio. Este sueño debilitante de un status quo irreformable es el síntoma de una sociedad que ha llegado al final de su desarrollo […].
La siguiente guerra (que no tiene que ser atómica y no creo que lo sea) puede quemar la civilización occidental para siempre.
Ad astra
La visión occidental que prevalece en el mundo de hoy, que nace del Renacimiento y encuentra su expresión política a partir de la Ilustración […], se convirtió en la base de todas las doctrinas políticas o sociales y podríamos llamarla humanismo racionalista o autarquía humanística. Es la autoproclamada y practicada autonomía del ser humano de cualquier fuerza superior […].
La Edad Media había llegado a su término natural por agotamiento […]. Pero, después, nos retiramos de lo espiritual y fuimos abrazando todo lo que es material de un modo excesivo e ilimitado[…]. Dio inicio la civilización occidental con una peligrosa tendencia a idolatrar al hombre y a sus necesidades materiales […] esa es la lógica del desarrollo materialista […]. El liberalismo resultó inevitablemente desplazado por el extremismo; el extremismo tuvo que rendirse ante el socialismo y el socialismo no pudo resistirse al comunismo.
La escisión del mundo es menos aterradora que la similitud de la enfermedad que ataca a sus miembros principales […]. Es imperativo reconsiderar la escala de los valores humanos usuales; su presente tergiversación es pasmosa. No es posible que la evaluación del desempeño de un presidente se reduzca a la cuestión de cuánta plata uno gana o a la disponibilidad de gasolina.
Tendremos que alzarnos a la altura de una nueva visión, un nuevo nivel de vida, donde nuestra naturaleza física no será anatematizada como en la Edad Media, pero, más centralmente aún, nuestro ser espiritual no será pisoteado como en la Edad Moderna. La ascensión es similar a un escalamiento hacia la próxima etapa antropológica. Nadie, en todo el mundo, tiene más salida que hacia un solo lado: hacia arriba”.
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