Papa Francisco. Latinoamérica. Conversaciones con Hernán Reyes Alcaide. PLANETA. 198 págs., 2017.
Una conversación fecunda que abre puertas a nuevos niveles de comprensión sobre el papel trascendental de la fe en épocas signadas por el materialismo nihilista. Un aporte más que pertinente para “aclarar los tantos”.
Entre julio y agosto del 2017, Hernán Reyes, un argentino hijo de uruguayos, mantuvo una serie de encuentros con el pontífice en la Casa Santa Marta en el Vaticano, un ámbito que demostró ser el propicio para desarrollar sus metódicas evaluaciones sobre la realidad y el destino de América Latina.
El Prof. Guzmán Carriquiry recupera la centralidad del hecho de que Jorge Mario Bergoglio “sea hijo de la tradición católica inculturada en la historia y vida de los pueblos latinoamericanos, así como que provenga de la tradición católica llevada consigo por los contingentes de inmigrantes europeos que llegaron en masa al Río de la Plata y que creciera en tiempos de resurgimiento católico en la Argentina manifestado en el evento del Congreso Eucarístico Internacional que tuvo lugar en Buenos Aires en 1934”. “Tampoco es adjetivo que fuera marcado, como todos los argentinos, adherentes o críticos que sean, por un vasto movimiento nacional y popular, de raíces cristianas, como el peronismo”.
Pero es aquí donde se hilvanan las respuestas pertinentes a la serie de insinuaciones y ataques a los que es sistemáticamente sometida la Iglesia y en especial su Santidad.
Su hipotético “populismo” es puesto en contexto. En su pedido de “Tierra, techo y trabajo”, molestó a los defensores de ese liberalismo a ultranza que genera descartados y pone en el centro al dios dinero, parafraseando dos conceptos centrales de su magisterio, pero que ya aparecían en su época de arzobispo.
“¡Qué error querer mostrar a Francisco como el ‘papa comunista’ por esas afirmaciones! ¿No es acaso el Evangelio, como bien recuerda Bergoglio en este libro, el que hace referencia explícita a la acción sobre los pobres? ¿No fue San Juan XXIII quien en su mensaje del 11 de setiembre de 1962 para la apertura del concilio Vaticano II afirmó que ‘la Iglesia se presenta tal cual es y cómo quiere ser, como la Iglesia de todos y especialmente la Iglesia de los pobres’? ¿No fue San Juan Pablo II quien en la Carta Apostólica Post Jubilar Nuovo Millenio Ineunte planteó en 2001 que ‘ateniéndonos a las indiscutibles palabras del Evangelio, en la persona de los pobres hay una presencia especial suya, que impone a la Iglesia una opción preferencial por ellos’ y se preguntó luego ‘cómo es posible que, en nuestro tiempo, haya todavía quien se muere de hambre, quien está condenado al analfabetismo, quien carece de la asistencia médica más elemental, quien no tiene techo donde cobijarse’”
En una de las charlas, el tema abordado es la relación entre la profesión política y el catolicismo. Y la respuesta no podía ser más directa. “El identikit del político católico no es el del que va a misa y después tiene su vida al margen del Evangelio o su vida política a veces corrupta. No. Su vida cristiana tiene que permear su actividad familiar, laboral, política, etcétera. El identikit del político católico latinoamericano es la doctrina social de la Iglesia llevada adelante. Quizás hoy en día las expresiones que más llegan son ciertos discursos de los movimientos populares”.
En Latinoamérica todos los temas están en la mesa. Y es bueno, especialmente en estas épocas que intuitivamente tienden al balance y a la introspección, volver a hojear estas entrevistas en las cuales las crisis económicas y políticas, los desafíos estructurales de la región, el rol del Vaticano frente al diálogo interreligioso se complementan con los debates sobre el auge del liberalismo, la meritocracia y la peligrosa influencia del monetarismo y lo financiero en el mundo actual.
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